lunes, 20 de julio de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., EL DESPERTAR, CASO NICARAGUA,

El mal sueño del pueblo nicaragüense, como lo definió acertadamente el magistral escritor Sergio Ramírez, había terminado. Después de 42 años ejerciendo el poder absoluto, la dinastía de la familia Somoza llegaba a su fin con la renuncia y posterior huida del último de sus representantes. El 17 de julio Somoza huía a los Estados Unidos, quedando encargado de la presidencia Francisco Urcuyo, quien pese a los deseos de permanecer en el cargo, vio como el movimiento democrático lo desplazaba del poder dos días después.

El caso nicaragüense resulta emblemático por diversas razones. En primer lugar la comunidad internacional condenó de manera tajante la represión y el deseo de Somoza Debayle de recurrir a cualquier medida para mantenerse en el gobierno, llegando incluso a establecer contactos secretos con las dictaduras militares de Guatemala, Honduras y El Salvador para que le ayudaran a enfrentar al sandinismo. Mientras tanto, los países latinoamericanos, fundamentalmente los del Pacto Andino y Costa Rica, exigían a la dictadura la entrega del gobierno y colaboraban con la iniciativa sandinista de una transición.

Por otra parte, la dictadura somocista fue atacada a través de una campaña en la que se denunciaban sus excesos y abusos. Mientras en Nicaragua el atraso era palpable, la familia presidencial disfrutaba de cuantiosos lujos y favores, aprovechando el país como si de su posesión particular se tratase y contando con la anuencia de la institucionalidad postrada a sus deseos.

El 19 de julio Francisco Urcuyo escapaba, siguiendo de esta manera el ejemplo de su predecesor. La revolución democrática había triunfado y con ella los sueños de los miles de "Quincho Barrilete" sobre los que cantaba Carlos Mejía Godoy. Se hacía memoria a la valentía de "Las Campesinas del Cuá" y se reivindicaban los poemas de Ernesto Cardenal.

Con el apoyo, entre otros, del canciller venezolano, el nuevo gobierno de instalaba en Managua para edificar la nueva Nicaragua y propiciar el despertar de una nación, después de una larga pesadilla dinástica. A 36 años del regreso de la libertad a Nicaragua, son muchas las reflexiones que surgen. Muchos pueblos, incluso el nicaragüense, pasan por tenebrosos períodos de personalismos y represión que en nada se diferencian de las aplicadas por Somoza. Sin embargo, siempre queda la esperanza de una comunidad internacional fuerte y de un grupo de soñadores que harán (un recurso es a través del voto) que los dictadores terminen huyendo y quedando sometidos al juicio de la historia. Después de tres décadas de la caída de Somoza y luego de ocho años de autoritarismo de Daniel Ortega, sólo basta repetir, como dice la canción, ¡ay Nicaragua, Nicaragüita!

Luis D. Alvarez V
luisdalvarezva@hotmail.com
@luisdalvarezva

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