lunes, 20 de julio de 2015

AMÉRICO GOLLO CHÁVEZ, CONTRA LA DESESPERACIÒN

A M. Corina, L.Lopez. H.Capriles; pero a H. Falcón, No
        
Con buenos motivos, causas, probablemente hasta razones, se escucha por todas partes, ¿hasta cuanto durará esto? Duda, empero, que tiene subyacentemente una convicción, el hasta cuándo deja, si bien no reflexivamente, abierto un límite. Esto  terminará, sin saber cuando.  Miedo más que duda, me atrevo a proponer.  Con no menos “lógica”  se afirma, con este CNE, y todos los demás poderes en manos del PSUV, PDVSA, Ejecutivo, Policías, TSJ, las FANB, los medios, en fin todo, todo, el abuso de poder comandado impunemente por Diosdado y Maduro, en fin, con todo en manos de ellos y su mala fe, nada se puede hacer. Y, el escepticismo, suele concluir con  la afirmación,  si ellos perdiesen, si la oposición gana, ellos  no entregarán el poder,  harán todo por retenerlo. Del poder depende la sobrevivencia de ellos.   Este modo de razonamiento escéptico,  nihilista,  es plenamente explicable como consecuencia del ejercicio del terrorismo de  estado  que con toda la violencia, brutalidad, aberraciones y eficacia  ejerce el poder, en y con la  más absoluta impunidad.
         Sin duda el régimen tiene todo el poder  de la fuerza.  Pero su ejercicio como la más grave aberración moral, ética, como la más grave violación a los derechos humanos, la negación de la vida y la libertad que se haya conocido en Venezuela, en todos su tiempos, incluidos Boves y Funes, las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez, los crímenes de la democracia,  tanto más abominables cuanto que por definición y función la democracia debe ser ajena al crimen, la  ilegalidad,  pues bien, el modelo chavista, tiene un limite insuperable,  el terrorismo de estado que se ejerce en Venezuela, carece de fundamentos,  valga una relación, el fundamentalismo del Estado Islámico, y en general el terrorismo religioso,  tiene, independientemente de cómo se juzgue, sus “principios”, su teología, su teleología también.
         En efecto el terrorismo de estado que tuvo en Hugo Chávez su ductor principal (freír la cabeza a los adecos, la lista Tascón, sadismo contra los trabajadores de PVDSA, apoyo a La Hojilla, calumnias, difamación…)    carece de,  cuando menos, algún elemento ideológico  que le dé relativa permanencia.  Ruego al lector perdonarme el ejemplo,  el nazismo tenía y conserva aún, por debilidades teóricas y prácticas de las democracias, un discurso  relativamente coherente. La superioridad que reclama para su sociedad por razones  étnicas, culturales, en su más amplio sentido, pudieron ser sustentadas por  razonamientos, que si bien falaces, generaban eso que, con lucidez paradójica,  Marx llamaba  falsa conciencia.  Del mismo modo, el uso de la ciencia y la tecnología, de algunas tendencias filosóficas como  alimento, fuente y práctica del poder, fueron sus eficaces medios para alcanzarlo y  mantenerse en él, de crear ilusiones “sustentables”,  lo cual le permitió y permite ejercer cierta fascinación.  El caso venezolano, que asume de los modelos terroristas de estado solo las formas de la represión, de persecución, de sadismo, la necrofilia,  carece absolutamente de  un mínimo de fundamento  ideológico, pero  como todo terrorismo de estado, padece del miedo, horror, terror a la libertad. Determinante e inherente  es en cada forma del terrorismo de estado  el sadismo, la necrofilia, y el miedo. Son sus formas de hacerse y ser, de existir y matar. Y ello reclama, por necesidad, la concentración de todo el poder  del estado  en el caudillo, líder, jefe, salvador,  y  el chavismo, lo ha hecho muy bien  con Chávez y que  permanentemente reclama para sí Maduro, ser jefe de gobierno,  del estado, de las FANM… de todo,   ser el omnímodo y, a la par, el apóstol  continuador ungido del redentor, Chávez.
         Nada difícil es demostrar que el chavismo  carece de ideología,  que no tiene ni aun en ese universo de imbecilidades, ni una sola respuesta, o,  si  el lector prefiere, para hacer una concesión, la ideología es  de carácter  formalmente religioso pero atea, el culto a la personalidad, donde  dios es sustituido por Chávez. Comandante eterno, Supremo, único, Padre, etc.   Su ascendencia sobre las masas, nadie puede dudarlo,  surge en parte  por su discurso  dirigido a socializar la “justicia”,  que encontró su pasto en  la injusticia  que fue y es y sigue siendo el mas grave límite de la democracia  que, por una parte, en  el caso europeo alienta  el ascenso fascista y por la otra, casi en todas partes del globo, viabiliza el surgimiento de lo que, sin mayor rigor, pero con buena imagen, se denomina populismo. Podemos, en España y la fortaleza del chauvinismo en  Francia, Austria son elocuentes por trágicos ejemplos. En esas condiciones  se reafirma, entonces,  el cultivo del odio a lo injusto, como su única forma de existencia y permanencia “ideológica”, y el Odio tiene  en tales injusticias,  insuficiencias,  aberraciones, su explicación para armar un  discurso que hace de la miseria, el abandono, la pobreza, responsabilidad del otro, y simultáneamente libra  de responsabilidad a quien reclama justicia.
         Esta  hecho empírico  hace del chavismo  una forma eficaz de terrorismo cuyos efectos  ya vivimos: el miedo a la libertad, la abulia, la ataraxia, la entrega, hecho que se completa en  el chavismo como comprensión  de la división  entre buenos y malos, cuya superación  se consigue  si  se elimina al malo. Pero, con lo que nunca cuenta el terrorismo de estado, es que este discurso y esta práctica del odio tiene también una contracción insuperable entre los “buenos”.  Por una parte el enriquecimiento de unos buenos, sin recato alguno, mediante la  corrupción, perversión, abusos, de modo que esos buenos pasan a “mejores”,  con el abultamiento desmesurado de su bienestar, riquezas, y el otro bueno, que diariamente debilita su propia situación en la multiplicación de necesidades insatisfechas.  En conjunto ambos son víctimas  de su propio miedo,  miedo de perder el poder que se posea, que en los “mejores” se ha multiplicado en la posesión de bienes, mientras que en el de abajo solo se alimenta de la palabra huera, hueca,  para mantenerse como esperanza, como sed de justicia.  Y aquí surgen también inevitablemente contradicciones insuperables. El revolucionario que  se ha hecho de riquezas, poder y el revolucionario que tiene esperanzas.  La docotomia del odio  aplicada, en este caso por el chavismo,  se revierte porque   se va apoderando de quien no tiene y  se repite el ciclo, la tragedia de  Caín y Abel.
         Superar esta  tragedia es tarea difícil, complicada, compleja, y que  tiene como uno  de sus primeros pasos que superar los niveles de desesperación, de nihilismo, de escepticismo de entrega, de miedo total, propios de los seres que  he ubicado  en el primer párrafo.  En ellos la desesperación se ha hecho, de una u otra forma,  resignación.  Y esa desesperación, reitero, tiene  una única respuesta para superarla, la consciencia.  Pero  si esta tarea es demasiado complicada para quienes niegan al régimen, es aún mayor para lograr sacar al chavista normal, al ser común,  que vive de lo que al estado se le cae de la mesa, que a medias come del inmoral reparto de las limosna del poder, rumia su propia  tragicomedia.  Si no  se logra esto, sacar al chavista de su alienación, al menos en gran parte,  de modo que el chavismo pase de esa forma de sumisión, de alienación, de falsa conciencia, a  la consciencia medianamente crítica,  no se habrá podido avanzar,  tanto menos cuanto que aun, a pesar de la  ya muy grave y creciente  miseria  económica, social,  salud, educación, aun, reitero, se puede mantener la ficción de justicia.
         Como hacerlo?  No lo se exactamente, solo recurro al principio básico de que conocer la verdad nos hace libres,  condición necesaria pero no suficiente, y esta depende de  asumir la verdad  que da el conocimiento  con la responsabilidad  de la acción para superar los límites de la realidad  que se ha descubierto,  la libertad conculcada, prisionera  y ello implica, inevitablemente, asumir una práctica comunicacional, que haga llegar este conocimiento  a  todos, mediante la única forma posible, el discurso coherente, verdadero, ajeno a toda falacia, a toda manipulación, a toda trampa.   Demostrar qué se oculta detrás de las apariencias.  Tomemos un ejemplo el   diferendo con la República Corporativa de Guyana (RCG).
La verdad,  el gobierno de Guyana, no la Exxon, decidió ocupar  espacios que permanecen en Diferendo hasta tanto no se llegue a un consenso según  los acuerdos de  Ginebra, tan recurridos hoy.  Pero a la par se debe demostrar que la política de Chávez –Maduro- PSUV es la principal responsable de tal violación, en la medida de que a priori  entregó esos espacios a Guyana en función de intereses ajenos a la historia, en función de los intereses del llamado internacionalismo antiimperialista de Chávez.   Chávez entregó el Esequibo, de facto, cuando dio su solidaridad a Guyana para hacer cuanto viniera en su provecho independentista, porque ello lesionaba el corazón del imperio inglés y lo convertía a él, Chávez, en neolibertador,   presidente de Venezuela y emperador del Caribe. Demostrar esto no es nada complicado, lo complejo es tomar la decisión de hacerlo y hacerlo, pues el miedo de tomar esta decisión surge de que pudiera ser usada por Maduro y secuaces, como arma electoral, que redimensiona el patrioterismo y estigmatiza a quien critique como  vende patria. Este presumible miedo, no es exactamente miedo a Maduro, esa es la apariencia sino es miedo a sí mismo, miedo a la verdad.  Miedo al ideolema del patriotismo.  Pensar que Maduro no recurrirá a esta manipulación es ingenuo, pero es más ingenuo asumir el patrioterismo para salvar la patria, pues esto es hacerse idénticos al chavemadurismo.  Pero, además es demasiado torpe, puede usted leer imbécil, porque  cohonestar el patrioterismo de Maduro lo repotencia  como héroe.  
Probabilidades inmensas tenemos de que Colombia reabra en dimensionaos mayores para su poder y ante una Venezuela debilitada, moral, ética, económica y socialmente,  bajo un modelo de gobierno terrorista, y se quede el Golfo de Venezuela en los límites que Colombia propone.  El bigote de Maduro se inflará en la hoguera de la demagogia, la irresponsabilidad,  si no se asume la verdad, si no se hace formar parte del debate político ético,  acabaríamos teniendo “patria” pero  sin el agua necesaria para que Venezuela  espacialmente  se conserve libre. 
 Cuanto pase a Maduro presidente nos afecta,  pero mucho más nos afecta si no desnudamos su megalomanía, su ignorancia, su petulancia, su verborrea que da argumentos éticamente sustentables a la RCG y a los hermanos, incluyendo a las FARC,  vecinos de Colombia. Con ellos podemos llegar a  consenso solo con la verdad, no contra ella. Escuche bien señor Maduro, presidente obrero, etc:
Hay soberbios por sabiduría o por ignorancia.  Los primeros hacen de la verdad y de su obra, su orgullo, honra y gloria…El ignorante hace de la mentira su verdad, de la deshonra su honor  y del mal, su mejor bien.
Americo Dario Gollo Chávez
americod@gmail.com
@americogollo

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