Ese domingo de las elecciones internas para escoger los
candidatos al parlamento del PSUV, yo pensaba tomarlo con mi rutina, es decir,
disfrutarlo como siempre hago. Generalmente suelo caminar bien temprano
haciendo el amago de que hago ejercicios, compro todos mis periódicos, desayuno
estupendamente, a veces me reúno con viejos amigos para comentar sobre el
acontecer nacional; sobre libros leídos, luego
preparo una buena sopa oriental si me quedo en casa, veo películas y
después salgo al cine, al teatro o me
voy a merendar un café con una tortita.
Yo no estaba interesado en lo absoluto de las elecciones
de los comunistas. Es más, le daba gracias a dios porque saliéramos de eso y el
país se enrumbara a las elecciones en diciembre cuestión de ligar un cambio
necesario y salir de este desmadre que nos tiene en el barranco.
Entonces, como la
curiosidad es castigo del cuerpo, encendí el televisor en el canal ocho para
monitorear las noticias y me doy cuenta inmediatamente que “el canal de los
venezolanos” estaba en una verdadera cobertura del proceso eleccionista. Yo no
recuerdo semejante intensidad informativa de un canal de TV., a favor de una
organización como en esta oportunidad. Sinceramente, los felicito por su
dedicación, pero no por el abuso extremo.
Por supuesto, que yo no soy caído de una mata, pues siempre he criticado
el uso descarado de los medios del Estado a favor del partido de gobierno.
Bueno, a través de las cámaras se veía una ausencia de
votantes. Eso se esperaba. Aunque los líderes rojos manifestaban en sus
discursos, un extraño entusiasmo como si la población militante estaba
desbordada acudiendo a las mesas de votación. “-Ji,ji,ji era puro cuento
chino-me dije-”.
Allí fue, queridos amigos, que decidí cambiar mi agenda
dominguera y le dije al hijo mío que me acompañara a recorrer las calles en
vehículo para ver varios centros electorales y observar en el sitio, cómo se
estaba dando el fulano proceso.
Efectivamente, pude corroborar que las mesas estaban más
peladas que rodilla de chivo desde las 9 de a mañana. Comencé en La Pastora,
pasé por San José, San Bernardino, El Recreo, Catedral, Santa Teresa, San Juan,
Chacao, La Castellana, El Valle, 23 de Enero, Catia, Petare y todo era igual:
Unas primarias despejadas, sin ánimo, sin colas, sin el impresionante desborde
del que más tarde hablaba Jorge Rodríguez anunciando “…que necesitaban más
tiempo y que muchos centros cerraron en
la madrugada porque fue demasiada gente”.
Yo sinceramente pienso que ese proceso fue un vulgar
fraude. Ciertamente, acudió gente a votar por iniciativa propia como siempre
sucede, otros porque los llamaron y casi los sacan de sus casas, otros porque
fueron presionados en sus trabajos y algunos por mucho culillo como mi vecino,
que no quiere seguir apoyando al gobierno, pero que no lo boten.
Yo digo que en diciembre debemos estar súper moscas para
evitar que los rojos hagan trampa, intenten algún fraude y pidan prolongar los
horarios mientras asustan a la gente:
No vaya a ser que logren 40 millones de votos.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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