GERÓNIMO FIGUEROA FIGUERA, FUI POR CAZABE Y COMPRE PAPEL TOILETTE

Son esos momentos de la vida cotidiana que no tienes nada planificado y decides hacer algo que en ese mismo momento pensaste, pero terminas haciendo algo que no pensaste sino que lo hiciste sobre la marcha.

Quienes lean esta crónica pudieran decir, por el juego de palabras un poco entrabadas, que se trata de una parodia o cantinflada del famoso humorista mexicano, Mario Moreno Cantinflas, pero no es así. Fue una realidad que me sucedió a mi el lunes 13 de julio de este año en la Central Madeirense, ubicada al final de la avenida Fuerzas Armadas de Caracas.

Supongo que por la escasez de productos esto debe ocurrirle a miles de venezolanos.

Ese lunes después de una reunión en la Gerencia y terminada la jornada de trabajo ordinaria en la oficina, decidí irme a mi residencia para revisar trabajos rutinario de los “tigritos que mato” para nivelar los ingresos y poder hacer frente medianamente a la alta inflación que nos azota, pero después de caminar por la avenida Urdaneta y cruzar en el puente hacia las Fuerzas Armadas, antes de llegar a mi casa, como buen oriental que soy de Maturín, decido ir a la esquina de San Luis a comprar cazabe, donde vende una señora que lo trae directamente de Caripito, Monagas.

En la esquina de Socorro me monto en el Buscaracas para subir cuatro cuadras para llegar a la de San Luis, y cuando me bajo del transporte público veo una cola de personas frente a la Central Madeirense, le pregunto a una señora que están vendiendo en el super y me responde que todavía no sabe que van a vender, pero que está haciéndola cola por si acaso. Sin embargo, en ese momento veo a otra señora que sale del super con papel toillett, le pregunto, y sin dejarme terminar de preguntar, me dice que pase rápido que para eso no hay cola.

Después que estoy adentro empiezo a preguntar y a buscar donde está el papel sanitario, y una señora muy educada me dice que al final del pasillo cinco. Ya en el pasillo cinco agarro dos paquetes con cuatro rollos cada uno, y en eso otra señora me dice que puedo agarrar otro porque están vendiendo tres paquetes por persona. La cola que pensé me había ahorrado para entrar al supermercado, tuve que hacerla adentro para cancelar en la caja, y que por la cantidad de personas no se sabía donde comenzaba ni donde terminaba.

Ya en la cola para pagar, aparece la incomodidad porque no puedes recostarte de nada por temor de tumbar algo, dañarlo y tener que pagarlo. Mientras pasa el tiempo que se hace interminable, precisamente por la incomodidad, escuchamos a las personas, especialmente las señoras mayores hablar de lo que ocurre en la vida cotidiana como la inseguridad, la inflación y de como el gobierno ha desmejorado la calidad de vida con esas colas por la escasez y las limitaciones para comprar los productos. Recuerdan cuando llegaban a ese mismo supermercado y escogían el producto por variedades y marcas, siendo el bolsillo la única limitación.

Fueron casi cuatro horas para llegar a la caja registradora y poder cancelar.

Cuando salí eran casi las ocho de la noche, la cola que estaba frente al Supermercado Central Madeirense cuando llegué había desaparecido y la señora que vende el casabe en la esquina de San Luis ya se había marchado del lugar por razones de inseguridad, a esa hora no se ve en ese sector un policía ni en pintura, parece que los tipos trabajan horario de oficina, de 8 a 12 y de 2 a 5 de la tarde, especialmente para martillar y cobrarles peaje a los buhoneros por “dejarlos trabajar”.

Ni modo, como dicen los mexicanos, tendré que volver otro dia para comprar el casabe.

Gerónimo Figueroa Figuera

geron2ff@hotmail.com

@lodicetodo  

CNP:569

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