Preguntas
típicas en la calle, en los almuerzos, en las reuniones de fin de semana. Es lo
mismo en todas partes. En los parques, paseando las mascotas, caminando en
centros comerciales. Donde sea. En los taxis, en las camioneticas, lavando el
carro. No hay escape. Todo el mundo sabe que viene algo, pero nadie sabe qué
es. Todo el mundo intuye que debe pasar algo, pero igualmente nadie tiene idea
de qué será. Pues, la verdad, nadie lo sabe.
Y
también depende de qué rumbo toman la preguntas. ¿Hablan de elecciones? ¿Hablan
de economía? ¿Hablan de la leche en polvo? ¿Hablan de las medicinas? ¿Se
refieren a los carros nuevos o a los cauchos para los carros? ¿O más bien a los
repuestos o a los motores para las lanchas de pesca? ¿O al tipo de cambio? ¿Qué dice Internet?
Hasta ahora nada. El BCV está más mudo que el Salto Angel. Lo cierto es que el
BCV, responsable de hablar, está catatónico. ¿O tal vez se refieren a las
medidas del gobierno para parar la operación Grecia en la que está metido el
país? Pues, no. Ahí tampoco hay nada. Silencio total. No busque donde no hay.
Por esos lados solo encontrará, y desde hace muchos años, una sola cosa: la
guerra económica, el imperio, los golpistas, los conspiradores, la canalla, las
encuestas amañadas, la propaganda, la propaganda, la propaganda. O, más bien,
el golpe, el golpe, el golpe, el magnicidio, el magnicidio y el ya vamos pa
allá. Así que no espere más. Eso es lo que hay.
Mientras
tanto. También hay muchas cosas más. Todas malucas. Pero que, salvo por algún
interés electoral, no tienen la menor importancia para el gobierno. Ya harán
algo. Cuando las elecciones estén cerca, pero esta vez, la verdad, todo está
feo. Es tal el diámetro de la crisis que no hay recurso posible que tape tamaño
desastre. Solo mire a su alrededor si es que no lo ha hecho ya. No hay Dakazo,
no hay regalos, no hay Misión Vivienda, no hay neveras ni peroles salvadores.
Primero porque no hay plata con qué comprar y regalarlos. Y, segundo, el peso
de la inflación y el desabastecimiento mata todo esfuerzo por engañar
limpiamente. Esta vez implica un esfuerzo mayor. Una guerrita en el Caribe, un
rollo gigante con un país vecino o, tal vez, la guerra contra el hampa. Es un
buen tiro. La gente está harta del tema. Mucho muerto y mucho atraco hacen cada
vez más lejano el voto socialista y chavista de las urnas electorales. Además
ya nadie cree en cuentos de camino. Llegó el hambre y contra eso no hay quien
pueda. La realidad mata encuestas, numeritos bellos, entrevistas, largos
programas de televisión y discursos encendidos copiados de otras historias ya
desaparecidas.
¿Qué
viene? Nadie sabe. O, más bien, hay muchas cosas que nadie sabe. Pero, de la
misma manera, hay muchas cosas que todo el mundo sabe. Más desabastecimiento,
más escasez, más inflación, menos empleos, menos crecimiento, más crisis, más
necesidades, más colas.
¿Por
qué? Sencillo. La economía socialista solo se fundamentó en el petróleo y todo
lo demás lo destruyó. Cayó el precio del crudo y listo. La historia verdadera
comienza a contar con claridad qué es lo que viene.
Y
no es nada bonito.
Elides J. Rojas L
erojas@eluniversal.com
@ejrl
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