lunes, 13 de julio de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿POR QUÉ OCULTARON AL ESEQUIBO?, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Para el finado presidente militar, la reclamación del Esequibo ocupó un lugar en la retaguardia de la geopolítica. Vio en su controversia, un problema de factura colonial. Ni siquiera preocupó a Maduro, Canciller de entonces.
¿POR QUÉ OCULTARON AL ESEQUIBO?

El populismo no sólo tiene vista corta. También, recuerdos nublados. Sus decisiones se basan en el oportunismo, pues sus intereses buscan asirse a coyunturas de las cuales puede sacar mayor provecho económico al menor costo político. Asimismo, desconoce la historia. Por eso sus planteamientos son meras improvisaciones. Los populistas siguen el vulgar criterio de “como vaya viniendo, vamos viendo”. Así, van delineando el curso de sus acciones. Por eso, no entienden las lecciones del pasado. Ni tampoco, aprenden a reconocer advertencias del futuro. Sus dictámenes se supeditan a la inmediatez de la cual se valen para imponer presunciones que hinchan sus ínfulas de “mandones y sargentones”.

Eso ha sido característico de regímenes subordinados al populismo. La historia contemporánea así lo describe. Y Venezuela no ha escapado de tan crudo realismo. Particularmente, como resultado de pírricos proyectos políticos de gobierno cuyos objetivos se han mostrado intemperantes en buena parte de su contenido. Así se tiene que para el finado presidente militar, la reclamación del Esequibo pasó a ocupar un lugar en la retaguardia de la geopolítica. Por eso vio en la controversia, un problema de factura colonial. Ni siquiera preocupó al Canciller del momento,  Maduro Moros. Para entonces, el susodicho problema pareció no existir. Guyana fue tratada como el voto necesario en los procesos comiciales que convalidaban el devenir del régimen en medio del concierto de naciones con representación en la Organización de Estado Americanos.

La “petro-diplomacia” realizada mediante los beneficios que concedía PetroCaribe, desvirtuó los alcances del Acuerdo de Ginebra establecido en 1966 como pauta para reestablecer relaciones políticas y económicas que apuntaran a un acercamiento que obligara un mediato arreglo posible. Sin embargo, todo cayó en un olvido que llevó a substituir la importancia del problema por el apoyo político que convenía a la “revolución bolivariana” Y efectivamente, así sucedió. Mientras que los abusos del gobierno guyanés se hicieron incómodos y hasta ofensivos, el silencio del gobierno venezolano fue insostenible. En los últimos años, el régimen bolivariano fue basando sus reacciones en argumentos populistas. Es decir, carentes de fundamentos por lo que todo lo que declaraba se reducía a simples bravuconadas. Sobre todo, en tiempos electorales.

Hoy el país no cuenta con un historial efectivo para el reclamo del Esequibo, a pesar de que en su alocución del pasado lunes 6-J, el presidente de la República derogó el decreto 1787 que ordenaba la creación de Zonas de Defensa Integral en los espacios marítimos e insulares lo cual había molestado bastante a Colombia y a la propia Guyana. Incluía áreas en disputa hasta con Colombia. Igualmente omitió hechos que le dieron ínfulas a Guyana para convertir decisiones gubernamentales en arbitrariedades. Todo ello, a consecuencia de haber permitido Hugo Chávez que el gobierno guyanés hiciera labores de exploración en la zona en reclamación. Inclusive, llegó a ofrecerle concesiones a empresas extranjeras para explorar sin restringir la nacionalidad de éstas.

Justamente, en medio de tales inconsistencias, se desbordaron nuevos y viejos problemas que hoy siguen horadando no sólo la confianza del venezolano frente a posibilidades de reivindicación de la democracia exaltadas por la Constitución Nacional. También, sentimientos y actitudes que se resisten a dejarse arrastrar por enunciados endilgados en nombre de un socialismo desventurado. Aunque lo peor de tal situación, pudiera resumirse en el caos que tendencias desafiantes convertirían en realidades subordinadas a un exacerbado nivel de incertidumbre o de amenaza que terminaría truncándole el derecho político del pueblo venezolano de darse un nuevo Poder Legislativo. O sea, la suspensión del proceso electoral en pauta. Sin embargo, acosado por los miedos de verse derrotado en los próximos comicios, el régimen está intentando avivar pasiones “nacionalistas” llamando a la unión de la sociedad venezolana en pos de la paz necesaria para debatir el diferendo del Esequibo con Guyana. Y entonces, ¿por qué ocultaron al Esequibo?

VENTANA DE PAPEL

¿QUIÉN PROVOCA A QUIEN?

El discurso del presidente Maduro este lunes 6-J, cuando asistiera a la Asamblea Nacional a exponer la posición del Estado venezolano sobre el reclamo del territorio Esequibo, no pareció ser de quien tiene sobre sí la compleja responsabilidad de conducir los destinos de una nación cuya historia es referencia de libertad, justicia y paz internacional. Su verbo altisonante, contrastaba con el de un estadista o de quien presume de tan honorable oficio. Después de volcar barbarismos contra quienes políticamente lo confrontan, pasearse con gruesas inconsistencias por el recorrido histórico que corresponde desde que el territorio Esequibo fue usurpado en 1814, insultar al presidente del gobierno español, al gobierno norteamericano, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Central Europeo, se dispuso a afrentar al presidente de Guyana David Granger, quien apenas tiene escasos dos meses de haber sido electo.

Sin apego a ningún patrón de respeto ni de sustento técnico, manifestó que el presidente guyanés “adelanta un plan provocador contra de Venezuela” Expresó además que él “desprecia profundamente la historia de América Latina y el Caribe, de Venezuela”. Es así que “no podemos aceptar las ofensas de que quien ejerciendo la máxima magistratura de Guyana, no representa al pueblo de Guyana. Representa a la Exxon Mobil”. Insistió Maduro en considerar a David Granger, como un provocador  que ha venido a meterse e insultar a Venezuela pues “está buscando dividir el Caribe”.

Tales frases del presidente venezolano, no sólo demuestraron su intolerancia. También, su ofuscada condición de dirigente nacional. De hecho, sus pretensiones de potenciar problemas han devenido en el recrudecimiento de conflictos entre venezolanos. En la exacerbación de reveses que dejan verse en el vertiginoso desabastecimiento y en el ascenso sin precedente del costo de la vida cuya calidad ha venido derrumbándose desproporcionadamente. De manera que con discursos de tan agresiva tónica, luce cuesta arriba que pueda encontrar los canales necesarios que la diplomacia requiere para recuperar, en este caso, el Esequibo. Toda ofensa en esa dirección, solo podría apuntar a enturbiar más aún el clima de calamidades que a diario se ventila desde la perspectiva de un socialismo obstinado.

En el fragor de tal confrontación, resulta complicado hacer que se comprendan derechos internacionales que, bajo otro comportamiento político, podrían alcanzarse. Mientras tanto, todo pudiera quedar en una mera pugna entre actores de la geopolítica suramericana. Porque, tal como se estilan las cosas en medio de tan delicada situación, habría que ver quien provoca a quien.

ESPIRAL DE LA “MUERTE”

Hay quienes recomiendan “reír para no llorar”. Pero la situación que vive el país, posiblemente, no lo permitiría. Y es que no sólo “cunde el pánico”, sino que además las angustias se llevan todo por delante. Y no es para menos, si se atiende y entiende lo que pasa en Venezuela. Todo se volvió un horrible y escabroso laberinto del cual pareciera no poder escapar.

La ineptitud del alto gobierno es espantosa, Aunque lo peor de ello es que no escucha a nadie. Ha habido múltiples intenciones de ayuda. Pero la sordera lo tiene atrapado. O más que la sordera, la arrogancia de intentar valerse del poder no sólo para vivir mejor que todos. También, porque con tal pretensión tienden a arrogarse razones para desplazar al resto y así atropellar todo lo que huele a democracia. Así, por ejemplo se tiene  que uno de los problemas que más golpean al país, es el económico.

Este jueves, el dólar paralelo alcanzó la alarmante cifra de 616,48 bolívares, rebasando cualquier pronóstico. Desde luego, esto marcó un nuevo máximo histórico. Las reacciones entre los venezolanos no se hicieron esperar. Sin embargo, el Ejecutivo Nacional no dijo nada que pudiera contrarrestar tan perversa situación. Y es que en efecto, no tiene cómo hacerlo pues sabe que está perdido. Hace menos de una semana, el dólar había superado la barrera de los Bs. 500.

Y aunque no sorprende tanto, el Banco Central de Venezuela permaneció callado. No hubo una palabra que pudiera explicar el problema para de esa forma proceder a buscar un equilibrio razonable y necesario. Esto, deja ver que el país está entrando a una especie de espiral de la “muerte”.

“Cuando un gobernante elude la importancia de la territorialidad que compromete la nación bajo su conducción, es porque ni siquiera tiene exacto sentido del concepto de patria. Mucho menos, de lo que comprende la soberanía plena de la República”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com

@ajmonagas

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