MAURO PARRA, ¿SOMOS OVEJAS?

En las primeras décadas del Siglo XX, los países occidentales y otras grandes naciones del lejano oriente, se enfrascaron en una suerte de suicidio colectivo. En medio de grandes descubrimientos y aplicaciones científicas avanzadas como la corriente eléctrica, los vehículos automotores, la aviación comercial entre otras, surgieron diferencias insalvables -con muy escasas disensiones- en lo político, económico y militar que condujeron a dos grandes guerras de carácter mundial y,  tanto súbditos de imperios,  como ciudadanos  de países democráticos o dictatoriales, fueron manipulados como ovejas al sacrificio de las  trincheras hasta culminar con la misma bomba atómica. Hitler, Mao y Stalin manejaron a sus pueblos con brutales ejecutores, -“perros ovejeros”- en esa alocada carrera por resolver las diferencias con  las armas, con la diplomacia de los cañones y las bombas. La idea de que la mayoría de las personas no tienen deseo alguno de pensar por sí mismas, prefiriendo en vez mantenerse sin problemas, conformarse y obedecer a los tiranos, sumisos como lacayos, sin levantarse contra estos verdugos, condujo a la presunción de que se comportaron como ovejas, cobardes y deplorables ovinos (valga decir que las ovejas responden así por su condición genética y pacifista, sin ánimo territorial de ninguna especie)

Surgió entonces la “teoría de las ovejas”. Un experimento de laboratorio que luego se exportaría a pueblos debiluchos, de no consolidadas democracias  como las que en ocasiones  vivimos, pero supuestamente libres por más de 200 años.

Ante esta verdad presunta que nos atraganta, cabe entonces  preguntarse que en lo general ¿somos los venezolanos ovejas? Pareciera que sí.  Todo lo que vemos en el día a día nos lo indica: nos han esquilmado, robado casi toda la renta nacional, hasta el mínimo ovillo de “lana” y  para colmo estamos endeudados hasta lo infinito, súper inflados nuestros gastos más esenciales, múltiples vejaciones políticas, sociales y de  derechos fundamentales -paremos de contar para no sentirnos sujetos de ignominias  de continuada factura- sin haber planteado una resistencia razonable. Pero, no, me niego a creer que las ovejas seamos los venezolanos de distintos credos y culturas, porque tenemos años demostrando la valentía innata que poseemos  y poseíamos cuando nos enfrentamos al invasor de la península –Morillo y su combo de soldadesca derrotada en las guerras napoleónicas-  cuando los estudiantes del 2014 emularon los de 1814 y en las recientes manifestaciones de calle -mensaje a los escépticos

Tumbado el tirano en ciernes a comienzos de este siglo, las fuerzas armadas no consolidaron el valeroso esfuerzo del pueblo en la calle, por falta de agallas y las imprudencias políticas  del mando civil. Puedo afirmarlo con mucho orgullo: el pueblo venezolano cobarde  no es, aun en los actuales momentos de hambre administrada, enfermedades y escasez.

O, ¿no será que las ovejas son nuestros líderes que parecieran no liderar nada… Aun así, creo firmemente en la MUD, en lo que ella representa como unidad necesaria y conocemos de los escollos  que le ocasionan los mini partidos,  aquellos que han perdido el apoyo popular y medran solo en las sombras cuando el sol se oculta. La organización de la unidad, debe reconocerse, tiene una candente tarea, una papa caliente que ha  pasarse al congelador y echarle fuego al cañón para que al final del tortuoso camino que nos queda por superar, devolvamos a Venezuela lo que ha perdido en más de 15 años de improperios, rufianes incrustados,  charlatanería, demagogia y mentiras continuadas.

Mauro Parra

jmpzc@yahoo.com

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