En los años de vida Republicana es bastante
probable que no se evidenciara momento tan hostil y álgido contra la vida
universitaria como el que ahora narramos. Ni siquiera, cuando el Presidente se
desempeñó como Vicepresidente habían surgido escenarios de tan marcado
ensañamiento; y eso que la academia venezolana, desde los albores de la
independencia, ha estado sujeta a diversos ejercicios de discrecionalidad,
represión y abuso.
La visión internacional era clara respecto a
los lúgubres escenarios que afrontaban las Universidades venezolanas, las
cuales se veían asfixiadas bajo un mando que lejos de proferir la libertad de
enseñanza y pluralidad, intentaban ser maniatadas bajo un modelo de pensamiento
único en el que cualquier asomo de participación termina siendo castigado.
Basta para ello observar la cantidad de estudiantes llevados a las cárceles,
simplemente por proponer mejoras reivindicativas.
Diversos sectores condenan de manera enérgica
la forma de proceder del régimen venezolano contra las casas del pensamiento
educativo. Lamentablemente, el escenario no se plantea sólo en Venezuela, pues
la región pareciera estar inmersa en macabros episodios en los que priva el
modelo autocrático y una propaganda que descalifica al adversario.
Ese diagnóstico fue el que llevó a José
Vasconcelos, Rector de la Universidad Nacional de México, a proferir, con
valentía, un discurso el 12 de octubre de 1920 en el que pide condenar a Juan
Vicente Gómez por llevar a las cárceles presos, los cuales son confinados bajo
humillantes y perversos mecanismos de tortura. Es curioso que el cónsul
venezolano en México, Eudoro Urdaneta, lejos de aclarar el tema de las
detenciones, envió una nota de protesta al gobierno mexicano por las palabras y
términos empleados por Vasconcelos contra Gómez. Luego de una disculpa enviada
por el gobierno, el Rector y Ministro de Educación renunció, pues no le parecía
correcto participar en un gobierno que mantenía relaciones con "una de las
tiranías más monstruosas que ha conocido la historia de nuestros pueblos
latinoamericanos". Sin embargo, la renuncia no fue aceptada.
En las horas aciagas que afronta la
Universidad venezolana, no está de más recordar con ahínco y pasión a una
figura como José Vasconcelos, uno de los grandes intelectuales mexicanos que no
cesó nunca en su lucha por reivindicar la universidad autónoma y democrática
que los Gómez, Estrada Cabrera y Carranza, se empeñan en silenciar, pero que no
pueden, pues ellas son la esencia de la esencia de la libertad.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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