Iniciemos con una
identificación conceptual: desempleo—situación económica donde parte de los
recursos productivos globales se encuentran sin utilizar--; deflación—caída de
los precios, en al menos 2 trimestres, ante una excesiva oferta con relación a
la demanda--; deflación encubierta—condición económica venezolana caracterizada
por un descenso relativo de los precios, como reacción a la política
gubernamental de fijación de precios por tiempo indefinido (congelamiento), en
un marco inflacionario persistente que tiene efecto evidente sobre los costos
de producción hasta propiciar una distorsión de los resultados empresariales
(pérdidas) al generarse una brecha entre costos crecientes y unos precios
naturales (reales) que no pueden equilibrarse; situación que induce
irreversiblemente hacia una paralización de la reinversión que atenta contra la
expansión del aparato productivo nacional a la par de estimular el desempleo;
antinomia económica—desempeño distorsionado de la actividad económica en razón
a una discrepancia con las leyes que la rigen, habida cuenta de una
contradicción entre los principios racionales. (Fin del mapa conceptual).
El bienestar general,
depende de la riqueza nacional generada
por los ciudadanos ocupados en distintas actividades que en simultáneo les
propicia una elevación de sus ingresos y calidad de vida, al tiempo de hacer
posible el crecimiento económico que impulsa una elevación del PIB (valor
monetario de los bienes y servicios finales producidos en una economía durante
un año). Dicho crecimiento, es requisito para alcanzar el desarrollo económico
(proceso autosostenido) y está
condicionado tanto por la forma de organización y funcionamiento de los
factores productivos como el capital físico (edificios, maquinarias, equipos),
capital humano (la educación como “energía” incorporada al individuo para
reforzar su potencialidad, tecnología (saber hacer las cosas combinando
conocimiento y maquina), y por el entorno institucional (eficiencia
gubernamental en la instauración de un marco jurídico adecuado); como por la
inversión, el nivel de consumo, las políticas económicas gubernamentales y el
ahorro nacional.
A tenor de lo
expresado, se desprende que la variable fundamental que mueve la actividad
económica es la demanda global (DG) la cual está conformada por la demanda de
bienes de consumo (la familia), la demanda de bienes de inversión (las
empresas), la demanda del sector público (gasto público), y por la demanda del
mercado internacional (exportaciones). Siendo así, y apoyados en la ortodoxia
económica que señala que sus problemas medulares son el desempleo y la
inflación, puede sostenerse que el desempleo es generado por una insuficiencia
de la DG, y por ello “simplemente” se debe aumentar dicha DG estimulando el
consumo para lo cual se hace necesario bajar los impuestos—liberar recursos a
la familia para consumir--, bajar los tipos de interés—disminuir el costo del
dinero para estimular la inversión--, aumentar la eficiencia del gasto
público—orientando la inversión social hacia la construcción y funcionamiento
de escuelas, hospitales, vialidad, transporte, etc, y disminuir el tipo de
cambio—para fomentar las exportaciones--; mientras que para combatir la
inflación inducida por una demanda excesiva (los precios suben porque sube la
demanda) se debe sencillamente bajar la DG disminuyendo el consumo por medio de
la elevación de los impuestos, la disminución de la inversión, subida de los
tipos de interés, disciplinando el gasto público con presupuestos restrictivos
y con una elevación del tipo de cambio. Queda entonces, suficientemente claro,
que en el desenvolvimiento de una sana economía ¡¡el desempleo y la inflación
no coexisten!!
Bajo ese manto de
armonía, funcionó mundialmente la economía moderna durante unos ¡30 años!
(1943-1973) hasta que en 1973 y ante la denominada “crisis del petróleo” (los
precios se movieron desde US$ 2/b hasta US$ 35/b) se indujo la coexistencia del
desempleo con inflación, con la salvedad que tal inflación no era de demanda
sino de costos (los precios subían porque subían los costos de la energía) con
el agravante que a pesar de la recesión los precios seguían subiendo. Esa
situación propició, que en los siguientes 35 años (1973-2008) se aplicara la
denominada política de oferta haciendo énfasis en la microeconomía a la luz de
combatir a nivel de las empresas los costos de producción por intermedio de
mejoras en la innovación, la productividad, la competitividad, etc dando
apertura a una economía de intangibles (economía productiva a nivel de cada
empresa); siendo que esa política funcionó hasta la aparición en 2008 del
desempleo con deflación—paro económico con baja de los precios—lo cual se está
enfrentando desde entonces con la receta básica ya referenciada, y sin la
generación de deuda pública y déficit fiscal.
¿En el caso
venezolano que estamos presenciando? Nuestro país, ha venido aplicando en los
últimos 12 años (2003-2015) una política expansiva de “tendencia infinita” con
basamento fiscal (aumento del gasto público), monetario (generación de déficit
fiscal y deuda pública) y cambiario (tipo de cambio sobrevaluado); todo ello
dentro de, por una parte, un escenario caracterizado por un despilfarro de los
ingresos (¡¡múltiples razones!!), por una continua emisión de dinero
inorgánico, por una creación de deuda pública y por una presencia permanente de
déficit fiscal; y por otra parte un presupuesto nacional dependiente del sector
interno de la economía--fundamentalmente el IVA—cuyo monto recaudado se
incrementa con la inflación de precios, configurando la perversa realidad de
¡convertir la inflación en una aliada del presupuesto de ingresos!; al tiempo
de convertirnos en una economía de desempleo con deflación encubierta.
A manera de reflexión final. Venezuela requiere de un Estado donde el Gobierno deje de ser el agente económico de una economía rentista y se convierta en propiciador del bienestar general, a la luz de un sistema de libertad natural que facilite al sector privado jerarquizar la acumulación de capital y la división del trabajo sin violar las leyes de justicia en aras de hacer expansivo el crecimiento económico, en armonía con un sector público dedicado a los fines que le son propios; ¡¡ese es nuestro nudo gordiano!! Si se logra desatar, el país podrá al corto plazo presentar en una próxima Cumbre de los Pueblos logros más trascendentes y estructurales que las canaimitas, Mercal, Pdval y las misiones; a la par de devolvernos a los venezolanos la esperanza de un futuro promisor.
Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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