"Si se
hubiesen reconquistado las Malvinas, posiblemente los militares se hubiesen
perpetuado en el poder y tendríamos un régimen de aniversarios, de estatuas
ecuestres, de falta de libertad total." Jorge Luis Borges (1899-1986),
escritor argentino.
A principios de 1982 la última dictadura argentina se
tambaleaba. Entonces el presidente de facto, general Leopoldo F. Galtieri,
inventó una guerra para concitar a su alrededor el apoyo unánime de los
argentinos, apelando al nacionalismo patriótico: recuperar por la fuerza las
islas Malvinas, en reclamación desde el siglo anterior y en su papel de héroe,
salvar el gobierno militar.Las tropas argentinas desembarcaron por sorpresa en
las Malvinas el 2 de abril de 1982 y fue todo un éxito: los tres mil ingleses
de esas islas que aparecen en todos los mapas del mundo como Falkland Islands,
no esperaban tal invasión. El régimen argentino hizo fiesta del triunfo y los
puntos de Galtieri subieron nuevamente.
Pero Gran Bretaña no se quedaría de
brazos cruzados. Su Primera Ministra, Margaret Thatcher, llamada la Dama de
Hierro enfrentaba una dura oposición a su política económica neoliberal, así
que a su vez imitó la fórmula Galtieri para unir bajo su mando a los
británicos, en defensa del orgullo herido. Y envió una flota de 100 buques, que
incluía portaaviones, submarinos y hasta a un hijo de la Reina Isabel, a acabar
con los molestos invasores.
El gobierno de Galtieri apeló a la solidaridad
continental y varios países enviaron tropas, apoyo logístico. El humor
venezolano comentaba que el presidente Luis Herrera había enviado un barco
cargado de torontos para la tropa sureña.
El asunto era tema en las
organizaciones internacionales y hubo conflicto cuando EEUU decidió apoyar el
derecho británico a las Malvinas o Falkland. Ya la guerra estaba saliendo cara
a Gran Bretaña, manteniendo esa escuadra lejos de casa, mientras el gobierno
argentino redituaba con creces su posición de David contra Goliat. Así que
cuando un submarino británico se topó con el destructor argentino General
Belgrano, Londres decidió dar por terminada esta guerra de humo y hundió el
barco.
Trescientos muertos y una gran lesión en el ego argentino. Después que
Argentina se rindió, el 14 de junio de 1982, Galtieri renunció y la junta
militar convocó a elecciones generales para el 30 de octubre de 1983,
elecciones que fueron ganadas por Raúl Alfonsín, marcando así el retorno de
Argentina a la democracia.
Al igual que Argentina, Venezuela tiene un más que
justo reclamo territorial, con tradición en la época colonial española, cuando
en todos los mapas de la provincia aparece el Esequibo como parte del territorio
venezolano. Pero al igual que en Argentina, esos territorios solitarios y
lejanos fueron abandonados por la política local, permitiendo la penetración en
ellos del dominio británico.
Pese a los reclamos venezolanos y a los arbitrajes
internacionales, nada evitó que cuando Guyana se independizara del coloniaje
inglés, incluyera como parte de su territorio el Esequibo, habitado
fundamentalmente por esa raza de alta mixtura que son los guyaneses
Después del
mejor acuerdo logrado por Venezuela, que fue el de Ginebra en 1966, el
diferendo vivió un período de congelación con el Protocolo de Puerto España
para luego caer en conversaciones de alto nivel con un facilitador nombrado por
la ONU.
Sin embargo, los sucesivos gobiernos no dejaron de defender la reclamación,
oponiéndose a explotaciones de hidrocarburos, vigilando la zona terrestre y
patrullando la marítima. Hasta un incidente internacional hubo cuando la fuerza
armada venezolana defendió su posición en la limítrofe isla de Anacoco.
El
empeño por voltear a su favor los votos del CARICOM en la OEA y otros
organismos llevaron al finado a decir que Venezuela no se oponía a ningún
proyecto en el Esequibo, si eso favorecía al pueblo de Guyana. Como canciller,
Maduro desestimó en 2009 el informe del entonces embajador de Venezuela en
Guyana, Darío Morandi, quien advirtió que las líneas divisorias en los mapas de
Guyana habían sido movidas, cerrando a Venezuela su salida al Atlántico.
A
finales de octubre de 2013 hubo una señal positiva cuando el patrullero venezolano Yekuana interceptó al buque explorador Teknik Perdana , contratado por la
transnacional Anadarko para realizar labores de exploración petrolera en la
Fachada Atlántica venezolana al servicio de Guyana.
Sin embargo, el gobierno no
avanzó en esta intervención, más bien la silenció. Ahora el gobierno de Guyana
está actuando a la libre, dando concesiones a la Exxon en territorios en
reclamación y levantando sus mapas marítimos sin tomar en cuenta los derechos
de Venezuela sobre su propio mar territorial. Después de que muchas voces
alertaran sobre la situación, el gobierno tardíamente ha dado una respuesta, y
mediante decreto levantó sus límites marítimos en forma unilateral.
La
revolución en materia diplomática, no ha sido especialmente acertada en escoger
a sus cancilleres: han estado al frente de la Casa Amarilla el Cnel. Luis
Alfonso Dávila, Alí Rodríguez Araque, Nicolás Maduro, Elías Jaua. Solo dos
diplomáticos de carrera han sido cancilleres: el polémico Roy Chaderton y el
gris Jesús Pérez.
Actualmente la diplomacia venezolana es guiada por la
inexperta Delcy Rodríguez, fanáticamente revolucionaria. Y con Nicolás Maduro
marcando pautas en política internacional, terreno donde ha pisado los callos
de países amigos sin decir ni perdón.
El que Maduro haya reaccionado súbitamente
ante Guyana pudiera ser bueno si se tratase de un gobierno racional, ponderado,
bien asesorado. Pero viniendo de éste, el fantasma de Galtieri aparece ante la
sombra terrorífica de unas elecciones parlamentarias perdidas, de un concierto
internacional de voces reclamando la existencia de presos políticos y la
violación a los derechos humanos.
Hay nuevo secretario en la OEA, muy
interesado en el caso venezolano, la Unión Europea quiere explicaciones, la ONU
está preocupada con el trato dado por una democracia a sus opositores. Y la
economía nacional en bancarrota, gracias a un gobierno fallido, esta
revirtiendo dramáticamente el apoyo popular a la revolución.
Y en este
escenario, aparece Diosdado Cabello buscando reforzar alianza con Lula en
Brasil y sorpresivamente viajando a Haití a hablar con el representante del
Departamento de Estado norteamericano Thomas Shannon, quien ha visitado tres
veces Caracas en los últimos dos meses y por lo visto Cabello no había logrado
hablar con él.
La justificación del gobierno es que el presidente de la AN fue comisionado por Maduro para normalizar las relaciones con USA. ¿Por qué Maduro no pudo? ¿Por qué Delcy como canciller es incapaz de hacerlo? ¿Por qué buscar al funcionario venezolano cuestionado internacionalmente e investigado por la fiscalía norteamericana bajo sospecha de narcotráfico y lavado de capitales para que restablezca las relaciones entre los dos países? ¿Por qué la reunión es en Haití y no en Caracas? ¿O en Washington?
Algo huele a quemado, algo huele
a Galtieri. Ojalá ese cable a tierra de un gobierno desesperado no incluya una
aventura bélica.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
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