jueves, 25 de junio de 2015

CÉSAR GUILLEN CITTERIO, LA ECONOMIA PRIVADA, COMO SOSTEN DE LA VERDADERA DEMOCRACIA VALORES DEMOCRATICOS.

El desabastecimiento que en la actualidad se produce en Venezuela, y que no es producto de  cambios en la naturaleza, del clima o de problemas externos,  es simplemente el resultado de políticas monetarias erradas, fundamentadas en rígidos controles con base a políticas económicas primitivas y llena de complejos, donde imperan las trabas y las regulaciones, impuestas en la mayoría de los casos de forma arbitraria e ilegal.

Mientras las empresas sean concesionarias del gobierno habrá desabastecimiento. Sin embargo el problema a corto plazo no solo es el desabastecimiento, sino la imposibilidad del consumidor de comprar los productos. El clientelismo económico del estado, implica que hay empresas con conexiones y vínculos que le permiten obtener divisas fácilmente, afectando a la producción nacional honesta, responsable y verdaderamente productiva.

Una nueva generación de los llamados Boli-empresarios o boli-burgueses, se benefician escandalosamente de los recursos públicos, dando muestras de fortunas insólitas que derrochan descaradamente, viven con el lujo y la opulencia que tanto criticaban. Algunos de ellos, no son empresarios nuevos, vienen de la llamada 4ta república, y se han conectado con la corrupción institucionalizada del gobierno para ampliar sus fortunas.

En el proceso inexorable de la transición, se requiere entonces, de una reorientación profunda y severa en cuanto a que debe establecerse que el individuo sea el eje y centro de la acción económica y no el estado. El poder absoluto del estado es antidemocrático, ya que controla el cambio y manipula el gasto público.

La mejor solución es tener libertad para comprar lo que la gente necesita, producir lo que cada quien conoce y sabe hacer, y vender al precio justo equilibrado por la competencia. No se puede controlar el precio por debajo del precio de costo por clientelismo o chantaje político. Esto es la base del desastre y del desabastecimiento que en la actualidad padecemos.

El inversionista privado o particular sea cual sea su nivel financiero, es el llamado  a buscar la prosperidad mediante el reto de crear empleos y riquezas. Un no rotundo a la tradición clientelar de la economía socialista, pues sería el inicio de otro gran fracaso.

El estado debe facilitar y ayudar en este esfuerzo pues es la verdadera manera de democratizar la economía dándole oportunidades a todos y no a un grupo minoritario de privilegiados, que permaneciendo en el gobierno sea cual fuere su orientación, se benefician de la riqueza del país y del esfuerzo de su población. ¡Un recurrente proceder en nuestras regiones!

Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com

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