Siempre
se ha utilizado el resentimiento social como una flecha envenenada contra el
sistema democrático, sin saber que esta es una característica simplemente
individual por problemas personales no superados. El resentido social tiene una
personalidad de memoria contumaz, es decir persiste en el error. La mayoría de
las veces se siente incapaz, es irresoluto y moldeable.
Al
adquirir alguna posición de poder se vuelve temible y cínico, dispuesto a
vengarse, sin saber de quién ni porque. Nunca agradece ningún favor ni ayuda.
Se torna hipócrita, ladino y traicionero. Nunca asume responsabilidades, la
culpa es siempre de los demás que le quieren hacer daño.
El
resentido es de conducta hipócrita y siempre
trata de rodearse de vanos, acomplejados, ambiguos sexuales y de otras
formas de personalidades resentidas.
Un
viejo proverbio romano decía que no había peores tiranos que los esclavos, ni
hombres más soberbios que los salidos de la nada.
Esta
actitud fue y ha sido siempre manipulada por los caudillos mesiánicos
latinoamericanos, pues ellos mismos son producto de esta singular conducta,
donde reflejan la poca capacidad intelectual para entender y afrontar
virilmente las condiciones y situaciones a la que nos expone a cada uno de los
seres humanos las circunstancias propias y particulares de la vida.
Un
Ministro Revolucionario de Agricultura, dijo que un médico tenía que ganar
igual que un agricultor y uno de educación dijo que no se podía educar mucho al
pueblo porque al estudiar se convertía en un burgués. Ejemplos claros y
contundentes del significado de este artículo.
Si
el Libertador hubiese pensado que la Lucha de la Independencia era un lujo de
algunos pudientes, y si el Gral. Páez, por el contrario veía que aquello era un
problema solo de los ricos mantuanos, jamás se hubieran sacrificado y
participado en ella. Así de simple.
Jamás
le echaron en cara a quienes les seguían, que habían sido huérfanos o pobres y
con mala suerte en la vida. Por el contrario asumieron sus circunstancias y la
superaron en bien de todos los venezolanos de ese tiempo. Nunca culparon de sus
fracasos a factores externos, no se le arrastraron a otros países, ni
lloriquearon ni manipularon a nadie.
Lo
asumieron como lo que eran. Hombres de coraje, de temple y de pensamiento
libre. ¿Podemos tomar de ellos por lo menos ese simple ejemplo?
Cesar
Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
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