lunes, 8 de junio de 2015

CESAR GUILLEN CITTERIO, EL RESENTIMIENTO SOCIAL, COMO JUSTIFICACION DEL FRACASO.

Siempre se ha utilizado el resentimiento social como una flecha envenenada contra el sistema democrático, sin saber que esta es una característica simplemente individual por problemas personales no superados. El resentido social tiene una personalidad de memoria contumaz, es decir persiste en el error. La mayoría de las veces se siente incapaz, es irresoluto y moldeable.
Al adquirir alguna posición de poder se vuelve temible y cínico, dispuesto a vengarse, sin saber de quién ni porque. Nunca agradece ningún favor ni ayuda. Se torna hipócrita, ladino y traicionero. Nunca asume responsabilidades, la culpa es siempre de los demás que le quieren hacer daño.

El resentido es de conducta hipócrita y siempre  trata de rodearse de vanos, acomplejados, ambiguos sexuales y de otras formas de personalidades resentidas.
Un viejo proverbio romano decía que no había peores tiranos que los esclavos, ni hombres más soberbios que los salidos de la nada.

Esta actitud fue y ha sido siempre manipulada por los caudillos mesiánicos latinoamericanos, pues ellos mismos son producto de esta singular conducta, donde reflejan la poca capacidad intelectual para entender y afrontar virilmente las condiciones y situaciones a la que nos expone a cada uno de los seres humanos las circunstancias propias y particulares de la vida.

Un Ministro Revolucionario de Agricultura, dijo que un médico tenía que ganar igual que un agricultor y uno de educación dijo que no se podía educar mucho al pueblo porque al estudiar se convertía en un burgués. Ejemplos claros y contundentes del significado de este artículo.

Si el Libertador hubiese pensado que la Lucha de la Independencia era un lujo de algunos pudientes, y si el Gral. Páez, por el contrario veía que aquello era un problema solo de los ricos mantuanos, jamás se hubieran sacrificado y participado en ella. Así de simple.

Jamás le echaron en cara a quienes les seguían, que habían sido huérfanos o pobres y con mala suerte en la vida. Por el contrario asumieron sus circunstancias y la superaron en bien de todos los venezolanos de ese tiempo. Nunca culparon de sus fracasos a factores externos, no se le arrastraron a otros países, ni lloriquearon ni manipularon a nadie.

Lo asumieron como lo que eran. Hombres de coraje, de temple y de pensamiento libre. ¿Podemos tomar de ellos por lo menos ese simple ejemplo?

Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com

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