La
calidad de vida comprende bienestar físico, donde se integran la salud y la
seguridad. La calidad de vida abarca bienestar material, donde se encuentran
los ingresos, las pertenencias, la vivienda y el transporte. La calidad de vida
comporta el bienestar social, que incluye relaciones personales, familia,
amistades y comunidad. La calidad de vida considera el desarrollo, que engloba
productividad, contribución y educación.
La
calidad de vida toma en cuenta el bienestar emocional, que incorpora
autoestima, mentalidad, inteligencia emocional y espiritualidad. La calidad de
vida se puede medir y su indicador más común es el Índice de Desarrollo Humano,
que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo calcula a partir de
la esperanza de vida, la educación en todos sus niveles y el Producto Interno
Bruto. Los países con IDH más alto son Noruega, Nueva Zelanda, Australia,
Suecia, Canadá y Japón.
En
los gobiernos de Rómulo Betancourt y sucesivos una pareja joven casada y recién
graduada tenía muy buen empleo, ganaba suficientes ingresos, compraba
apartamento o casa, adquiría cada uno un vehículo de agencia, con las
especificaciones de su gusto, sus hijos estudiaban en magníficos colegios y
eran becados para irse ambos a realizar un postgrado en prestigiosas
universidades del mundo. Esa pareja compraba los productos que quisiera, sin
limitación alguna de lugar ni oferta y con selección de la marca de su
preferencia. Los servicios de salud eran óptimos. Esa pareja tenía capacidad de
ahorro y hasta podía darse el gusto de viajar por diversos continentes. Yo
puedo dar fe de ello, porque nací en la época de Rómulo Betancourt, en el
excelente servicio semiprivado del Hospital Central de San Cristóbal,
considerado para la época el noveno en Latinoamérica. Nuestra casa paterna, de
2000 mts2 de terreno, en 1962 costó 125.000 Bs. Mis padres, sin tener medios de
fortuna, lograron estudiar en universidades públicas, hacerse excelentes
médicos y cursar sus postgrados en Inglaterra con becas del Ministerio de
Sanidad. Mientras tanto, mi hermana y yo estudiamos nuestra primaria en
destacados colegios londinenses.
El
inicio del gobierno de Rómulo le tocó que afrontar una crisis fiscal y
económica que ocasionaba graves dificultades a la administración. Devaluó el
bolívar a 4,30. Pero logró encauzar una recuperación de la economía y un
estímulo al desarrollo industrial de efectos positivos. Se quería aprovechar y
defender al máximo posible la riqueza que no había rendido. La gestión estuvo
centrada en la independencia económica del país y el estímulo industrial al
aplicar el modelo de la CEPAL. Se elevaron los impuestos hasta el límite que se
consideraba razonable, dentro de un sistema capitalista y una economía de
mercado. Concurrió Venezuela como una entidad autónoma al mercado internacional
de petróleo, vendiendo directamente sus regalías. No en vano se decreta la creación
de la Corporación Venezolana de Petróleo y la Corporación Venezolana de
Guayana. La refinería nacional se organiza con capital estatal o mixto. En la
OPEP, obra de su gobierno, se hacen alianzas estratégicas petroleras con
Kuwait, Arabia Saudita, Irak e Irán. Se
obliga a las compañías concesionarias a reinvertir una parte de sus utilidades
en la vitalización y desarrollo de la economía agropecuaria, al mismo tiempo
que se promulga la Ley de Reforma Agraria. Si bien hay una disminución en 10%
de sueldos públicos a fin de reducir el gasto y déficit presupuestario, luego
hay mejoras sustanciales de los salarios generales, prestaciones sociales,
condiciones de vida y laborales de obreros y técnicos venezolanos al servicio
de la industria. En fin, hay una inversión de una cuota elevada de los ingresos
fiscales y petroleros obtenidos en crear una economía diversificada y propia,
netamente venezolana, con una sustitución de importaciones.
La
pregunta es obvia. ¿Dónde había una mejor calidad de vida? ¿En los gobiernos
del “capitalismo salvaje” de Rómulo Betancourt y sucesivos, con una devaluación
de 4,30 Bs, crecimiento económico del 5%
e inflación de 1,5%, o en la “patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es
mi sol”, con una devaluación Simadi de 198 Bs, crecimiento económico negativo
estimado por el FMI de -7% y la inflación estimada más alta del mundo? Quien
afirme que vivimos en la gloria, en el paraíso socioeconómico, con estas
profundas miseria, hambre y escasez, o tiene menta obtusa o la tiene aniquilada
con el veneno político ideológico.
Isaac
Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
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