Martin Gardner era un
experto en juegos matemáticos, uno de los científicos que, junto a Isaac
Asimov, escribieron más libros de divulgación sobre el tema de las ciencias;
era además un filósofo.
Su único libro de
filosofía como tal (aunque en muchas de sus obras filosofaba mientras
desarrollaba sus ideas) fue la extraordinaria obra Los porqué de un escriba
(1983), un libro muy personal, como él dice, confesiones que quiso dejar como
su legado para los pensadores sobre pensadores.
Conocía a Gardner
porque a su cargo estuvo la columna Juegos Matemáticos de la revista Scientific
American, la cual leía con regularidad durante mis años en Michigan.
El libro resultó una
verdadera revelación y, para quienes gustan de pensar con profundidad, una
inmersión en estas páginas del escriba resultará en una experiencia
estimulante; desde ya lo recomiendo.
Hoy quiero escribir
sobre la lección que Gardner me dio sobre lo que es real y lo que es
solipsismo, que, dicho sea de paso, es una de las creencias en las que se basa
el chavismo.
¿Se acuerdan de
aquella Defensora del Pueblo que una vez dijo que la inseguridad que sentía la
gente era sólo eso, una sensación, cuando nuestras calles estaban siendo
tomadas a sangre y fuego por el hampa desbordada?
Chávez y sus
revolucionarios se veían a sí mismos como los nuevos dioses, creadores del
mundo que surgía ante ellos, es el sustento de toda la propaganda
castrocomunista, de esa realidad virtual que trataban de imponernos para negar
la realidad real que insistían en ocultar; todo ese esfuerzo venía del
solipsismo.
Nos dice Gardner: “El
solipsismo es la creencia insensata de que sólo existe uno mismo. Todas las otras partes del universo incluido
la gente, son ficciones insubstanciales de la mente de la persona individual,
que es lo único verdaderamente real. Es
casi lo mismo que pensar que uno es Dios, y que yo sepa, nunca ha habido un
auténtico solipsista que no acabara en una institución mental o que en el
pasado no fuera considerado un loco.”
Es relativamente
fácil caer en el solipsismo; desde el momento en que conocemos al mundo con
base en todos esos estímulos que entran por nuestros sentidos, la conclusión
inmediata es que el mundo es nuestra creación, fuera de esas sensaciones no hay
más nada.
Pero el solipsismo
tiene sus grados, el solipsista en estado grave no puede demostrar que existía
ayer, ya que quizás él y todo su mundo, incluyendo su memoria, entraron de
pronto a la existencia cuando despertó en la mañana; un solipsista lo único que
puede demostrar es que existe ahora, como decía Descartes “pienso tanto
existo”.
Pero la cosa en los
psiquiátricos se pone aún peor, ni siquiera eso se puede asegurar, hay
solipsistas que creen que ellos son la creación de algún Dios que los está
pensando en ese momento, como los hindúes que creen que el universo entero,
incluyéndonos, es parte del sueño de Brahama.
Tratar de convencer a
un solipsista de que está equivocado es una misión imposible, su argumento es
sólido y aparentemente sin errores; pero aparte de los chavistas, ¿Por qué la
mayoría de la gente no somos solipsistas?
Bueno, Aristóteles y
Platón fueron de los primeros en afirmar que detrás de ese mundo de sensaciones
individuales había un mundo real, material, que tenía una existencia
independiente de las personas, un mundo que existía antes de los seres humanos
y que seguirá existiendo después de que hayamos desaparecido de la tierra.
Durante la Edad
Media, los filósofos estaban seguros de que existía ese mundo real detrás de
las apariencias y que no necesita ser percibido por nadie para existir; pero
fue el Obispo Berkeley el que elaboró los argumentos definitivos por medio del
sentido común, dale la espalda a un árbol y desaparece, vuélvete y allí está el
árbol, sal de tu cuarto y los muebles ya no están, pero entra de nuevo al
cuarto y allí siguen tu cama, la silla, el escritorio, todos como antes los dejaste;
vete de vacaciones una semana y vuelve y lo más probable es que tu familia toda
siga allí, en el mismo lugar y sin haber cambiado mucho.
Pero hay otros
asunto: ¿No es acaso una extraordinaria coincidencia de que todos
experimentemos, por ejemplo, la misma calle por la que andamos, con sus aceras
y sus semáforos, con sus árboles y los mismos edificios? ¿Cómo sería posible
que alguien nos diera una dirección si todo lo que esa persona ve y siente es
inventado por ella? ¿Cómo es posible que la gente comparta un concierto o una
exposición de arte y pueda comentar sobre las mismas obras que todos vieron y
experimentaron?
Evidentemente, hay un
mundo en común allá afuera, que todos percibimos, que ha sido confirmado una y
otra vez por varias generaciones, no son sólo sensaciones, hay una realidad
externa a nosotros.
Eso no lo entiende un
chavista; en su mundo las leyes de la economía no funcionan, en su mundo sólo
existe el socialismo y la revolución, en su mundo Chávez vive, no ha muerto,
los buenos son malos, los malos son buenos, no existe una realidad externa, la
realidad que vivimos es una constante construcción fenomenológica de sus
indigentes neuronas, la cual recrean para su deleite… nosotros no existimos,
los escuálidos somos una pesadilla, producto de haber ingerido una chicha
socialista en mal estado, no somos reales… en ese mundo solipsista nuestras
FFAA les dan una paliza a los gringos, somos una potencia industrial,
producimos nuestra comida y somos autosuficientes, se puede robar los dineros
públicos sin consecuencias y torturar sin castigo.
Y no hay manera de
que entiendan otros argumentos, es imposible comunicarse con ellos pues, como
unos alucinados, andan viendo y escuchando sólo la película que Fidel y Chávez
querían que vieran. Por ese mismo camino están transitando nuestros amigos de
la MUD quienes sólo ven elecciones, unidad, tarjetones únicos con sus rostros
felices marcados por nuestras huellas dactilares en señal de que votamos por
ellos.
Con esta partida de
solipsistas no vamos a ningún lado y es la razón que nos impulsa a buscar una
salida, no para mañana, o para dentro de seis meses, o para el 2019… la salida
tiene que ser ya, es urgente que el país vuelva a la realidad.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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