martes, 21 de abril de 2015

PROFESOR FELIPE GUERRERO, LA AREPA

El humor es el lenguaje de Dios. No puede ser de otra manera. En Venezuela, ha habido una serie de talentosos representantes de esta  disciplina. Uno de los precursores del humor nacional fue Francisco Pimentel o «Job Pim». Hoy cuando la Arepa venezolana ganó el primer lugar como el mejor desayuno del mundo, es bueno recordar el homenaje que «Job Pim» le hizo a la arepa: «En idioma español de buena cepa… Pan de maíz  titulase la arepa… Pero es preciso ser de nuestra tierra… para saber lo que la arepa encierra»

El reloj de la patria está marcando una de sus horas más turbias y devaluadas.

Los minutos apenas alcanzan para descubrir que las élites del poder cumplen su tarea de sepultureros de la libertad a través de una prepotencia uniformada,  haciendo de las instituciones un remedo y una grotesca imitación de democracia que intenta  llevar al pueblo a una desbandada en su esperanza. En esta hora menguada de suspiros de confianza, recordamos a Federico García Lorca, el gran poeta granadino quien sentenció que  «El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida», por eso nos empeñamos en buscar cualquier resquicio que nos devuelva el orgullo y nos saque de este estado de postración.

En este tiempo recordamos que un diecinueve de abril fue el día de la revelación de la conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de nación, el de la ruptura de las veredas del servilismo para transitar por caminos de libertad. Hoy las élites del poder con vocación de siervos retornaron a los estadios de la sumisión, por eso con renovadas esperanzas estamos obligados a ser profetas para regalarle a la patria los mejores piropos amorosos de quienes deseamos que se limpie el rostro y que se maquille para que vuelva a ser hermosa.

El profeta no es solo quien denuncia lo que no funciona, también anuncia el bien posible. El profeta anuncia los triunfos para que la luz llegue a desplazar  todas las sombras. En medio de este tsunami de desconfianza hace falta que a mucha gente le lleguen palabras de certidumbre, aliento y credulidad. En esta hora se requiere de  personas que se conviertan en apoyo de quienes andan más encorvados, de gente que nos recuerde que, aunque a veces Venezuela parezca un territorio donde va a reinar  el egoísmo y la prepotencia, estamos  convencidos de que al final brillará el humanismo, la libertad y el amor.

A pesar de que la oscuridad invade todo, de pronto se desata una luz poderosísima que nos permite salir de las tinieblas y dejar de ser las personas que éramos hace sólo un momento. A pesar de silenciar los triunfos,  el reloj marca otros minutos y  se dilata mágicamente el tiempo, como en aquellos días tan largos de la infancia. En esta hora preñada de peligros y de amenazas aparecen esperanzadores mensajes de nuestras potencialidades mucho más allá de los permanentes errores de las élites del poder.

Recientemente la Arepa venezolana ganó el primer lugar en una lista de los mejores desayunos del mundo, desde una prestigiosa clasificación elaborada  por un reconocido sitio web, que se especializa en comidas y bebidas internacionales. La arepa se ubicó por encima de exquisitos platos de otros países del mundo.

En el portal se asegura que la arepa como «protagonista del desayuno, almuerzo o cena del venezolano es coronada por su versatilidad pues su relleno puede ser de queso, mantequilla, distintos tipos de carnes, pollo, huevo, aguacate, chorizo, que garantizan total satisfacción».

La arepa se ubicó por encima de platos como el desayuno americano o la Feta de Turquía.

No es la primera vez que se reconoce el prestigio de este plato venezolano, pues hace poco se hizo acreedora a un Record Guinnes cuando se confeccionó la arepa más grande del mundo con una mezcla de setecientos kilogramos de harina, sal, aceite y agua.

Muy a pesar de la siembra de desconfianza en nuestras potencialidades que han venido cultivando las élites del poder, es hora de reencontrarnos con nuestro propio orgullo. José Alfredo Jiménez compuso un bolero que es un himno de amor. Asegura el autor que «Si nos dejan, nos vamos a vivir a un mundo nuevo… Si nos dejan, yo creo podemos ver  el nuevo amanecer de un nuevo día… Si nos dejan podemos ser felices todavía... Si nos dejan,  buscamos un rincón cerca del cielo… Si nos dejan hacemos con las nubes terciopelo».

Que este triunfo de este plato típico sirva para renovar nuestra esperanza y que la arepa se siga paseándose muy oronda por el mundo entero como parte de nuestra gastronomía.

Francisco Pimentel, el genial «Job Pim» escribió: «Y yo que a duras penas la consigo… Hoy sus virtudes quiero difundir… Para enseñanza del que no las sepa… Puesto que un día le hemos de erigir… Una estatua a la arepa».

Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com

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