Es complicado tratar de
buscar resultados favorables de algún hecho cuando las expectativas que se
habían tejido ante la actividad eran bastante pobres y limitadas. Lo que se
había previsto para la Cumbre de las Américas en Panamá no distó mucho de lo que
se vislumbraba, un escenario en el que Cuba y Estados Unidos coparan la escena
y donde los demás mandatarios trataran de potenciar sus temas y puntos de vista.
Lamentablemente, la Cumbre tendió hacia el fracaso desde sus inicios cuando la
sociedad civil quedó maniatada a unos foros con muy poca publicidad y
relevancia. A esto debe sumarse la denuncia formulada por disidentes del
gobierno de Cuba, como Rosa María Payá, que alegaron haber sido retenidos e
interrogados a su llegada a Panamá, recibiendo luego una escueta disculpa por
parte del gobierno local.
El presidente Juan Carlos Varela expresó en diversas ocasiones una visión muy
limitada de la democracia, pues a su juicio, el hecho de que existan comicios
es una garantía de que el sistema marcha correctamente. Nada dice el jefe de
Estado panameño sobre los distintos casos en los que se desconoce diariamente
la Constitución y se burla la voluntad electoral expresada en las urnas. Todo
ello lleva a rememorar los aciagos días de 1989 en cuanto a la condena del
gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez al desco nocimiento del triunfo de
Guillermo Endara y luego a la invasión estadounidense. Lejos de quedarse con un
comentario genérico, como el formulado por Varela, Pérez manifestó exigencias
concretas para que se respetara la constitucionalidad en Panamá. Como él,
algunos otros Presidentes condenaron las maniobras continuistas de Manuel
Antonio Noriega.
Otro Presidente que salió con exceso de titulares en las primeras planas de la
prensa fue Raúl Castro, quien ejercía para muchos una suerte de magnetismo
hacia los demás jefes de Estado que se apresuraban a saludarlo y fotografiarse
con él. Si bien el reingreso de la isla a la institucionalidad latinoamericana
puede ser el comienzo de la anhelada democratización, se observa con
preocupación que los densos nubarrones de represión, censura y carestía que han
caracterizado a Cuba desde la llegada de los Castro al poder quedan de lado,
como si nada hubiese pasado y sin que existan elementos que permitan asegurar que
las cosas están cambiando para mejor.
Logró Panamá ser noticia por algunos días. El encuentro, como ha sido costumbre en las últimas reuniones de este tipo, no alcanza el consenso necesario para declaraciones finales y termina siendo una palestra para que todos los asistentes hablen de lo que mejor les parezca. El anhelo es que dentro de tres años logre la Cumbre en Perú mayores resultados. Sería importante que a diferencia de lo ocurrido en Panamá, el próximo encuentro sea un paso al desarrollo y a la democracia y no el escenario para egos, revanchismos y discursos de muy pobre nivel.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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