lunes, 20 de abril de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, SIN ARGUMENTOS…, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL, METIRAS, CUANDO UN AMIGO SE VA,


El lenguaje político del régimen venezolano, además de impreciso y ambiguo, suele apegarse a etiquetas populistas o vulgares estribillos que no comunican más que incitar al odio o de apología del delito. AJM

SIN ARGUMENTOS…

Cuando no se tienen argumentos para contradecir alguna postura esgrimida por el adversario, se acude a la fantasía para idear cualquier excusa, seguramente escamoteada, y así librarse de toda acusación, por nimia que ésta fuese. Esta situación condiciona, repetidamente, el ejercicio de la política. Mas no de la política cuya concepción se supedita en el respeto al otro haciendo comedida su praxis. El problema se manifiesta cuando la política, reducida a mera politiquería, recurre a la improvisación como conducto del populismo demagógico en el que se escuda para entonces atestar sus verdugazos. Así sucede en todo escenario donde la política se conforma con ser el “paraíso de los charlatanes”. O a lo sumo, el pretexto para hacer promesas sin convertirse en compromisos. O sea, la intención declarada de animar confusiones sin que se noten a primera vista.

Es exactamente lo que deja verse en Venezuela al revisar los momentos por lo que atraviesa. Especialmente, desde que la “revolución bolivariana” comenzó a fraguarse como experimento de un agotado proyecto político-ideológico que ha pretendido instaurar a pesar de la ilegitimidad de origen que arrastra. Sobre todo, por la intemperancia y la inmediatez a partir de los cuales el alto gobierno ha intentado imponer sus objetivos. Para ello, ha venido afincándose en un lenguaje político plagado de una palpable rudeza que en nada ha favorecido la necesidad de canalizar un Estado democrático y social de Justicia y de Derecho. Además, apegado a consideraciones obsoletas en cuanto al sentido de lo interpretado.

El régimen venezolano no ha comprendido que cada época tiene su arraigo histórico característico o propio de ella. Por tanto, los elementos que fundamentan un paradigma que bien sirvió de soporte a una causa política, dejan de tener la fuerza de otrora. Debería comprenderse que las realidades, dado su carácter inexorable, le imprimen una dinámica ajustada a las condiciones dominantes. De manera que resulta absurdo acometer una propuesta política con el concurso de razones cuya obsolescencia luce evidente. Sin embargo, fue el problema que hizo desmoronarse la popularidad sobre la cual este régimen aspiró a consolidarse. Y aún sigue siéndolo. Incluso, con más furor. Pareciera que su obcecación ideológica sirvió como la manera para retrasar el tiempo. Ahora Venezuela anda en retroceso. Hacia atrás. Lo que había resultado del esfuerzo de muchos venezolanos en cuanto al hecho de lograr que el país clasificara entre los primeros de América Latina en materia ambiental, transparencia administrativa, grado de democracia, ingreso y producto per cápita, y otros tantos indicadores de desarrollo humano y crecimiento económico y social, se convirtió en causa de vergüenza del mundo hispano parlante.

El lenguaje político del régimen venezolano, además de impreciso y ambiguo, suele apegarse a etiquetas populistas o vulgares estribillos que no comunican más que incitar al odio o de apología del delito. Sigue endilgándole culpas a otro para evitar ser señalado de maula, incompetente o indolente, toda vez que, ni siquiera, supo fructificar el cuantioso ingreso de la renta petrolera cuando alcanzó la bicoca de 140 US dólares por barril, en 2007. Así, el país perdió la oportunidad de conseguir el cambio en positivo ofertado en elecciones. Inclusive, referido como estrategia en los planes nacionales correspondientes a estos 16 años de nefasta gestión pública.

No siempre las palabras han sido suficientemente eficaces como recurso dialéctico para allanar el camino del desarrollo. Menos aún, cuando se impregnan de sectarismo, egocentrismo y resentimientos capaces de dislocar las estructuras sobre las cuales se depara la historia política, económica y social del país. El momento que significó la reciente Cumbre de las Américas, demostró la obstinación de estos gobernantes de talante populista-militar para hacer ver que su discurso no sirvió más que para avivar infundados pensamientos que sólo llevan a la fractura nacional.

Es inadmisible creer que el país puede edificarse sobre expresiones que desvirtúan los valores superiores que afianzan la democracia. O sea, suponer que un discurso luce por su resonancia emotiva. O por el uso de términos que aterrorizan al preferir el golpe emocional al razonamiento. Y de ese modo, es impensable que pueda justificarse ese discurso político para asentir un debate de cara a construir futuro o a propugnar el desarrollo necesario. Mucho menos, sin argumentos...

VENTANA DE PAPEL

MENTIRAS QUE ERIZAN “BIGOTES”

La epopeya libertadora, pareciera haber quedado reducida a un simple episodio, si acaso quien sigue esta lectura se atiene a las exageradas declaraciones del presidente de la República luego de despedirse de la recién efectuada Cumbre panameña. Sus apreciaciones se vieron desvirtuadas de las realidades que fungieron de contexto al evento panamericano. De hecho, pretendieron hacer ver que sus argumentos se superpusieron a cualquiera de aludidos por los discursos y consideraciones del resto de los presidentes y jefes de Estado presentes. Para el mandatario venezolano, ninguna argumentación estuvo a la altura de la expuesto por él. Los resultados dejaron ver un cuadro político bastante diferente. La obtusa meta del régimen en cuanto a exigirle al presidente estadounidense, Barack Obama, la derogatoria del aludido decreto, constituyó un claro fiasco. Tanto, que hasta generó pena ajena.

Ninguna resolución emitida de la Cumbre, hizo la menor referencia a tan mediática solicitud. Tampoco se hizo explícita alguna condenación a ese respecto. Aunque se evidenció alguna solidaridad de países políticamente alineados con la causa socialista. Pero más por razones de mera politiquería, que por causas relacionadas con la alta política. Se entendió que dicha reclamación fue algo desnaturalizada por cuanto es propio que cada país maneje con entero sentido geopolítico los conceptos de autodeterminación y soberanía nacional. Además, ya la subsecretaria de Estado estadounidense para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, había manifestado que la resolución no sufriría alteración alguna pues el señalamiento del gobierno norteamericano era contra los altos funcionarios venezolanos acusados de ser violadores de Derechos Humanos.

No obstante, a pesar de las cacareadas declaraciones del presidente “socialista” venezolano, el centro de la Cumbre estuvo focalizado por el encuentro entre los presidentes Obama y Raúl Castro Rus. De manera que lejos de quedar mal parado el presidente estadounidense, la Cumbre panamericana fue escenario para revelar tendencias que dieron cuenta de la importancia que tiene la democracia como sistema político, Más, porque no hay duda de que en su ejercicio bien pueden potenciarse las capacidades económicas de un país y reordenarse la administración pública de cara a propósitos que exhorten la calidad de vida y libertades ciudadanas. 

Sin embargo, a su llegada a Caracas, el presidente venezolano fue recibido como quien habría ganado una dura batalla contra un irresistible enemigo, que además no existió. El partido de gobierno, había organizado una bienvenida, propia de un héroe de guerra. Sólo que la presunta batalla no se dio. De haberse dado, habría que decir que su desarrollo no lo favoreció pues salió derrotado. Además, todo lo que luego manifestó, fueron burdas falsedades. Se habría evitado algunas complicaciones, de saber que hay mentiras que erizan “bigotes”.

¡CUANDO UN AMIGO SE VA!

Cuando un amigo se va, se derrumba aquella estructura que se edifica con el paso del tiempo. Pero que su firmeza se torna en honda función de la intimidad con la que se fragua la amistad. Aunque la vida pareciera finalizar en la partida que a todos corresponde en el momento que el destino haya pautado, los sentimientos se resisten a tan dura condición.
Esta vez, cuando la vida dispone el deber de despedir a Francisco Rafael Petit Hernández, vienen al pensamiento gratos y entrañables recuerdos que, al mismo tiempo, dificultan el razonamiento ante preguntas cuyas respuestas siempre se esperan con la ansiedad del anheloso por zanjar insondables problemas. A pesar que nunca llegan, o cuando pareciera que se alcanzaran, lucen como simples zumbidos que confunden por la intensidad de su sonido.
Queda entonces recordar al amigo, delinear su perfil en la imaginación con la pluma del afecto. Queda la sensación de su palabra lanzada al viento para recogerla en cada inhalación que permita respirar mientras se contempla el camino que en conjunto fue recorrido. En fin, es el vacío que se incita desde el sentimiento ¡cuando un amigo se va!.
Francisco Rafael, Q.E.P.D.

“Un lenguaje político equilibrado no sólo es signo de cultura democrática. También,
es garantía de ecuanimidad sin la cual toda gestión gubernamental
se convierte en desacierto de graves efectos”
AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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