miércoles, 1 de abril de 2015

FELIPE GUERRERO, SIN PEDIR PERMISO

Muchos se incomodaron cuando un prestigioso catedrático universitario, responsable de la Cátedra de Didáctica e Innovación Educativa sentenció que «La Universidad es la principal causa del abandono de la imaginación y el pensamiento creativo, debido al predominio excesivo de los contenidos cognoscitivos con prejuicio de las habilidades, actitudes y valores».

Pocas cosas parecen tan moribundas como esas expresiones de autoritarismo y de ordenamientos jerárquicos que intentan seguir dictando instrucciones a los educadores con la intención de cortar toda posibilidad de creatividad e innovación, limitando la acción del docente al cumplimiento de unas tediosas y desfasadas tareas burocráticas con las cuales se intenta mostrar el rejuvenecimiento del caudillismo en escuelas, liceos y universidades.  Hoy aparecen faros luminosos que muestran el evidente el fracaso de las instituciones escolares que se quedaron ancladas en el simple cumplimiento de actividades cargadas con el peso y la modorra. Esos faros son estruendosas campanadas que vienen a despertar las conciencias de aquellos educadores que aun viven en la somnolencia y el  sopor profundo del rutinario cumplimiento de mandatos.
En Dubái, se acaba de entregar esta semana el premio Global Teacher Prize, conocido como el Premio Nobel de los Profesores, a la pedagoga Nancie Atwell,  una educadora dedicada a la enseñanza del Inglés en una zona rural,  en reconocimiento a su labor después de cuarenta años como Profesora Innovadora y pionera en la formación de la literatura. Al momento de recibir el galardón dotado de un millón de dólares, esta maestra de la innovación anunció que donará todo el premio al Centro de Enseñanza y Aprendizaje, una escuela sin fines lucrativos creada con el propósito de desarrollar y difundir métodos de enseñanza para la creatividad.
En un breve discurso de agradecimiento, la profesora Atwell dijo que «Ganar este premio es un aval al trabajo de mi vida, pero que el verdadero examen proviene de la respuesta de mis estudiantes. Con mis alumnos me examino todos los días».
Esta maestra dejó una brillante lección a todos los maestros de todas las escuelas, liceos y Universidades al afirmar: «Los educadores estamos obligados a innovar para acelerar el cambio de paradigma, que ya nadie discute como necesario en la práctica» e incluyó una expresión que debe ser el estandarte de los auténticos maestros: «Tenemos que Innovar sin pedir permiso… Innovar sin pedir permiso». Al oir a la maestra Nancie Atwell,  recordé una antigua expresión de Chavela Vargas, aquella figura de la música ranchera quien aseguró: «Ama sin medida, sin límite, sin complejo, sin duda, sin precio… Ama sin pedir permiso, no tengas miedo de amar»
Si educar es amar, ama sin pedir permiso, educa innovando pero sin pedir permiso. Se trata en este tiempo de Pascua de Resurrección de hacer de nuestro acto educativo un acto nuevo, resucitado, un proyecto con dignidad en donde cada persona tenga voz propia y piense desde su propio razonamiento. Pero el amor es conflictivo y exige de los auténticos cristianos la violencia ética que nos obliga a permanecer en pie. En este tiempo de Pascua de Resurrección ¡Es peligroso ser verdaderamente cristiano!. Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en nuestro medio, por eso tenemos que   «Educar sin pedir permiso que es  amar sin pedir permiso».
Los maestros nos sentimos incómodos con este mundo que nos tocó en destino; nos afirmamos desobedientes frente a los expertos y los saberes que nos dominan; nos asumimos mutantes en esta sociedad que sólo busca la irracional obediencia. Al celebrar la resurrección del Maestro de Nazareth, puedo afirmar que si volviera a dictar sus lecciones de liberación, nuevamente  lo crucificarían porque los poderosos prefieren al Cristo de los sepultureros, al Cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas,  pero se desprecia al Cristo joven que murió por la causa más noble: La causa de los que «Aman sin pedir permiso». En esta Pascua de Resurrección estamos obligados a imaginar otros mundos posibles de forma convincente y creadora, eso requiere hoy más que nunca pensar más allá de las fronteras impuestas por el poder. Esta Pascua nos convoca a pensar desde abajo, desde los excluidos. Como dice Nancie Atwell: «Tenemos que Educar sin pedir permiso»
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com

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