Muchos se incomodaron
cuando un prestigioso catedrático universitario, responsable de la Cátedra de
Didáctica e Innovación Educativa sentenció que «La Universidad es la principal
causa del abandono de la imaginación y el pensamiento creativo, debido al
predominio excesivo de los contenidos cognoscitivos con prejuicio de las
habilidades, actitudes y valores».
Pocas cosas parecen
tan moribundas como esas expresiones de autoritarismo y de ordenamientos
jerárquicos que intentan seguir dictando instrucciones a los educadores con la
intención de cortar toda posibilidad de creatividad e innovación, limitando la
acción del docente al cumplimiento de unas tediosas y desfasadas tareas
burocráticas con las cuales se intenta mostrar el rejuvenecimiento del
caudillismo en escuelas, liceos y universidades. Hoy aparecen faros luminosos que muestran el
evidente el fracaso de las instituciones escolares que se quedaron ancladas en
el simple cumplimiento de actividades cargadas con el peso y la modorra. Esos
faros son estruendosas campanadas que vienen a despertar las conciencias de
aquellos educadores que aun viven en la somnolencia y el sopor profundo del rutinario cumplimiento de
mandatos.
En Dubái, se acaba de
entregar esta semana el premio Global Teacher Prize, conocido como el Premio
Nobel de los Profesores, a la pedagoga Nancie Atwell, una educadora dedicada a la enseñanza del
Inglés en una zona rural, en
reconocimiento a su labor después de cuarenta años como Profesora Innovadora y pionera
en la formación de la literatura. Al momento de recibir el galardón dotado de
un millón de dólares, esta maestra de la innovación anunció que donará todo el
premio al Centro de Enseñanza y Aprendizaje, una escuela sin fines lucrativos
creada con el propósito de desarrollar y difundir métodos de enseñanza para la
creatividad.
En un breve discurso
de agradecimiento, la profesora Atwell dijo que «Ganar este premio es un aval
al trabajo de mi vida, pero que el verdadero examen proviene de la respuesta de
mis estudiantes. Con mis alumnos me examino todos los días».
Esta maestra dejó una
brillante lección a todos los maestros de todas las escuelas, liceos y
Universidades al afirmar: «Los educadores estamos obligados a innovar para
acelerar el cambio de paradigma, que ya nadie discute como necesario en la
práctica» e incluyó una expresión que debe ser el estandarte de los auténticos
maestros: «Tenemos que Innovar sin pedir permiso… Innovar sin pedir permiso».
Al oir a la maestra Nancie Atwell,
recordé una antigua expresión de Chavela Vargas, aquella figura de la
música ranchera quien aseguró: «Ama sin medida, sin límite, sin complejo, sin
duda, sin precio… Ama sin pedir permiso, no tengas miedo de amar»
Si educar es amar,
ama sin pedir permiso, educa innovando pero sin pedir permiso. Se trata en este
tiempo de Pascua de Resurrección de hacer de nuestro acto educativo un acto
nuevo, resucitado, un proyecto con dignidad en donde cada persona tenga voz
propia y piense desde su propio razonamiento. Pero el amor es conflictivo y
exige de los auténticos cristianos la violencia ética que nos obliga a
permanecer en pie. En este tiempo de Pascua de Resurrección ¡Es peligroso ser
verdaderamente cristiano!. Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en
nuestro medio, por eso tenemos que
«Educar sin pedir permiso que es
amar sin pedir permiso».
Los maestros nos
sentimos incómodos con este mundo que nos tocó en destino; nos afirmamos
desobedientes frente a los expertos y los saberes que nos dominan; nos asumimos
mutantes en esta sociedad que sólo busca la irracional obediencia. Al celebrar
la resurrección del Maestro de Nazareth, puedo afirmar que si volviera a dictar
sus lecciones de liberación, nuevamente
lo crucificarían porque los poderosos prefieren al Cristo de los
sepultureros, al Cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas, pero se desprecia al Cristo joven que murió
por la causa más noble: La causa de los que «Aman sin pedir permiso». En esta
Pascua de Resurrección estamos obligados a imaginar otros mundos posibles de
forma convincente y creadora, eso requiere hoy más que nunca pensar más allá de
las fronteras impuestas por el poder. Esta Pascua nos convoca a pensar desde
abajo, desde los excluidos. Como dice Nancie Atwell: «Tenemos que Educar sin
pedir permiso»
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com
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