En tono perentorio, Iván Márquez exigió al
gobierno colombiano “retirar toda la maleza jurídica que han atravesado como
una mula muerta en el camino de la paz” y que todos los “intervinientes en la
guerra” por igual, les pidan perdón a las víctimas.
Días más tarde, con lenguaje igual de
intolerante que el gubernamental, las FARC regañaron a los generales retirados
y a la Oposición espetando desafiantes “ya que no pudieron resolver el
conflicto por medio de una guerra sin cuartel; entonces dejen hacer la paz”.
Las FARC se dan el lujo de burlarse de temas
de la mayor relevancia en la negociación como los relativos a la aplicación de
justicia, reconocimiento de las víctimas y el derecho de la Oposición y la
opinión pública a formular críticas a esos diálogos infructuosos.
Hábiles y astutas han sacado ventaja de
declaraciones del presidente Santos, de ministros, del equipo negociador y del
Fiscal General en el sentido de que ninguna guerrilla en el mundo ha negociado
para ir a la cárcel, que todos los crímenes de las guerrillas son conexos con
el delito político de rebelión y que las críticas a las negociaciones son un
estorbo.
Al tildar de “maleza jurídica” las normas
nacionales e internacionales sobre conflictos armados y terrorismo, los jefes
farianos pretenden cerrar, de una vez y para siempre, cualquier pretensión de
pagar cárcel por sus crímenes, puesto que con sus acciones bélicas, dicen,
nunca pretendieron hacerle daño a la población civil.
Sus desaforadas aspiraciones revelan una
estrategia diseñada con filigrana por miembros del Secretariado. El primer
paso de ella consistió en haber obtenido
reconocimiento de contraparte y sentarse de igual a igual con el gobierno. El
segundo, en acordar una agenda en apariencia limitada, pero elástica como un
caucho. El tercero, la aplicación de la operación tortuga en la Mesa y en la
redacción parsimoniosa de asuntos secundarios o abstractos. El cuarto paso, en
lograr reunir a miembros del Secretariado y el Estado Mayor que, visto por el
asesor oficial, Joaquín Villalobos, como muestra de debilidad, ha representado
en realidad la ocasión de rehacer, rectificar, reorganizar y replantear sus
problemas de táctica y estrategia y, hasta de salud. Han limado asperezas,
despejado dudas internas, y perfeccionado y acomodado su política negociadora
en la más prolongada y tranquila conferencia nacional de toda su historia.
A medida que la negociación transcurría,
detectaron las flaquezas, afanes y debilidades del contradictor y tomaron
conciencia de que podrían llegar cada vez más lejos en sus exigencias. Por
ejemplo, aprovecharon la urgencia del presidente para reelegirse. Juegan bazas
políticas con eficaz astucia, como presionar el cese bilateral del fuego a
partir de la declaración unilateral del mismo sin incluir el cese en
actividades “conexas” de narcotráfico, extorsión, reclutamiento de menores y
compra de armas.
Intensos deben ser los debates, en esa
conferencia, sobre el manejo que se le debe dar a cada problema o asunto de la
Mesa. No es raro en reuniones de comunistas, así estas sean jerarquizadas, que
se presenten divergencias e incluso que se formen tendencias. No faltarán los
que creen posible salir limpios e inmaculados en materia jurídica y hasta con
representación en organismos del Estado y constituyente a su medida y numerosos
cupos propios. Por supuesto, también, sobre el destino de las armas, la
reubicación de sus cuentas en paraísos
fiscales y el manejo de los “negocios” y dineros para cuadrar caja.
Y es que jugar con la prisa de la contraparte
es un principio clave en negociaciones de este tipo, en eso son duchos los
comunistas. De modo que no es un desatino pensar que una línea dura se ha
impuesto en la conferencia guerrillera y que por ello ya ni se preocupen por
“dorar la píldora”. Saben que tienen la sartén por el mango, que el presidente
Santos es capaz de acceder a todas sus demandas. Le cobrarán bien caro darle un
sí para la fiesta mundial que ha preparado con estrambóticos costos de la que
ya no podrá bajarse. Lo único que falta para que se consagre el anhelado
matrimonio es el sí de las FARC, el novio, pero el padre de la prometida no
esperaba que el pretendiente exigiera mayor dote que la ofrecida en principio.
CODA: Mientras la mayoría del país celebra
con espíritu religioso la visita del gran Pastor Francisco, furibundos
anticlericales, agnósticos e irreligiosos, en contradicción con su laicidad,
quieren darle un barniz político al acontecimiento. ¿Esperan que el Papa oficie
el matrimonio?
Ruben
Dario Acevedo Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc
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