Venezuela y EEUU, asuntos de política
doméstica y magnificación.
Salvo para los conocedores de la fábula
horaciana del parto de los montes, el título de este escrito necesita
explicación. Por supuesto, la explicación de la mano de un buen exemplum del
discurso político norteamericano y venezolano del momento, para además
comprender que los alcances de la fábula horaciana trascienden la literatura y
los podemos palpar hasta en los constantes discursos de política doméstica de
Venezuela y Estados Unidos, así como en
sus relaciones bilaterales.
La mejor muestra de la magnificación de los
hechos lo constituye la euforia desatada a partir de la orden de Obama de que se apliquen
sanciones con las que se congela e inhabilita a algunos funcionarios
venezolanos, principalmente militares, con bienes en EEUU, así como considerar
que Venezuela constituye una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad
interna y la política exterior.
Dentro del gobierno estadounidense no ha
habido mayor revuelo por esta medida, pero no deja de ser sintomático que esta
se haya tomado justo ahora cuando el país ha reanudado las relaciones
diplomáticas con Cuba, el principal aliado del gobierno venezolano. La apertura
de relaciones con Cuba tiene un precio político para el gobierno
norteamericano; es evidente que a la mayor parte del sector votante
latinoamericano no le ha simpatizado la medida y lo consideran una negociación
que obedece a intereses económicos de grandes trasnacionales que invertirían en
Cuba, dejando de lado una serie de asuntos relativos a los derechos humanos.
Esa lectura del sector anticastrista tiene
plena validez, pero también hay que considerar que la estratégica apertura
hacia Cuba por parte de EEUU puede obedecer a salvaguardar la imagen del
gobierno ante otros sectores de la vida política nacional.
En efecto, un gobierno que tiene tantos
frentes abiertos en el mundo entero necesita mostrarse como generoso y flexible
donde y cuando sea preciso para sostener con argumentos morales los frentes más
importantes.
En ese sentido, ya Cuba no es un frente
importante para los Estados Unidos, tal como sí lo fue durante la Guerra fría,
pero el sector anticastrista sí que sigue siendo una fracción importante a la
hora de conseguir votos y sostener la imagen política.
Ese fragmento de la vida política
norteamericana manifestaba radicalmente su descontento con la política de
apertura diplomática y económica con Cuba, por lo que para recuperarlo era
necesario algo que los volviese a enganchar con la imagen del gobierno que
vigila por los derechos humanos del orbe.
Es entonces que el caso de Venezuela le ha
caído como anillo al dedo. Solo tomar unas pequeñas medidas de sanción a siete
funcionarios venezolanos, y declarar a Venezuela como un país que pone en
riesgo la seguridad nacional, le ha creado la imagen de seguir siendo el
gobierno que vigila por la democracia y los derechos humanos de los países de
la región, sin necesidad de tomar ninguna medida realmente significativa.
No obstante, la reacción por parte de
Venezuela, probablemente ya calculada por los Estados Unidos, haría de una
pequeña medida un escándalo de grandes dimensiones bajo el pretexto de que se
trata de una intervención foránea en los asuntos internos venezolanos, así como
una amenaza de invasión militar.
Despertar la reacción exagerada de los
radicales es una empresa fácil. El gobierno venezolano atraviesa un momento de
dura crisis económica, principalmente por la inflación, una enorme escasez de
alimentos y productos básicos, a la par de múltiples denuncias de corrupción,
lo que ha conducido durante el último año a una caída descomunal en la
popularidad del gobierno.
Todo esto con la cercanía de un proceso
electoral legislativo. Si bien es cierto que el gobierno norteamericano saca
provecho en política interna de las medidas que toma respecto del gobierno de
Venezuela, y de la propia reacción que estos asumen a dichas medidas, no es
menos cierto que en Venezuela la medida ha servido al gobierno para llamar a
una unidad nacional y, bajo la excusa de que defiende al país todo de una
amenaza internacional, ha podido dejar de lado la explicación de la terrible
crisis de escasez y la alta inflación que afecta al país. Los anuncios de la
Casa Blanca estadounidenses han ofrecido una nueva agenda a la política
nacional venezolana para dejar de lado sus verdaderos problemas. En este
sentido, las medidas de Washington han hecho un magro favor a la oposición
venezolana que ha visto desplazados de la primera plana sus reclamos ante la
ineficiencia económica y la corrupción.
Sea como sea, no pareciera que al gobierno de
los Estados Unidos le importara la política interna venezolana más que su
propia imagen, ni que el gobierno de Venezuela estuviera realmente preocupado
por una invasión militar estadounidense, pues es realmente poco creíble, pero
cada uno ha sabido sacar provecho del otro haciendo un escándalo donde no es
meritorio, pero es rentable políticamente hablando. Cada quien ha anunciado
ruidosamente que la montaña va a dar a luz, pero hasta ahora el hijo de la
inmensa montaña no pasa de ser el muy minúsculo ratoncito.
Víctor Daniel Albornoz
albornozdan@gmail.com
@albornozdan
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