martes, 24 de marzo de 2015

MALÚ KIKUCHI, REÍR O LLORAR, DESDE ARGENTINA,

Argentina como país hoy nos plantea una pregunta: ¿nos reímos o lloramos? Algunos hechos consiguen que hagamos las dos cosas al mismo tiempo. Lo que nos pasa es a veces inverosímil, en particular si recordamos el eslogan de Kirchner /  Scioli 2003: “Argentina, un país en serio”. No es cierto, no lo somos.

Le cuento que tenemos un sindicato integrado a la CTA de Hugo Yasky, el SUTPLA, sindicato único de trabajadores privados de la libertad ambulatoria. Cobran $4.400 por mes, pretenden vacaciones y aguinaldo. Un jubilado que trabajó 35 o 30 años aportando todos los meses, gana la mínima de $3.800.

De los que les descuentan unos $160 por mes. A los presos no se les descuenta. Y ahora, Renzo Germán Rainieri, que en un robo en una confitería de Belgrano, mató a un policía, desde 2014 cumple cadena perpetua. Estaba detenido en Devoto, trabajaba en un taller del servicio penitenciario. Lo trasladaron a Ezeiza. Se siente despedido, exige $60.000 de indemnización.

¿Será por eso que tenemos tantos delincuentes? Es mejor negocio que trabajar toda una vida y recibir $3.600 y algo;  no tienen sindicatos que los defienda, ni siquiera consiguen que se cumpla el fallo de la Corte que habilita el 82% móvil. Y no les dan ni casa ni comida, se la pagan. Para llorar.

Al fiscal Alberto Nisman los asesinaron el 18 de enero. Pasaron 55 días, la fiscal Fein sigue intentado probar que fue un suicidio, acompañada por los peritos de la Corte (alumnos del Dr. Raffo), todos ellos enfrentados a la ex mujer de Nisman, Arroyo Salgado y sus peritos de parte, que prueban asesinato, con el Dr. Raffo encabezando  el grupo.

No se pretende que prueben el asesinato en los 53’ que dura cualquier CSI, pero 55 días es un poco demasiado hasta para una republiqueta de cuarta, algo que estamos consiguiendo ser. Hemos visto demasiada TV, sabemos qué es el luminol (ya no se usa, es viejo), y ni eso usaron cuando encontraron el cadáver.

Y da la sensación que si no queda más  remedio que reconocer el asesinato se lo van a endilgar a Lagomarsino, porque no se va a buscar “el” culpable, se va a buscar “un” culpable, y este les viene de regalo. ¿Y la justicia? ¿La qué? Seamos serios nosotros, estamos en Argentina, preguntas tontas, no.

Lilita Carrió no tiene ninguna simpatía por Aníbal Fernández y  se lo hace saber cada vez que habla en público. No le importa que Aníbal sea ministro del interior, de justicia (ja ja), de gabinete, senador o el cargo que el multi funcionario ocupe, ella lo acusa de ser el jefe del narco del país, y de saber sobre el triple crimen de la efedrina de Gral. Rodríguez, hace   unos años.

Aníbal contra ataca y le dice que “no tiene los patitos en fila” y otras ternezas. Por supuesto, la demanda. Han tenido hasta ahora 5 juicios donde Aníbal la acusó de calumnias e injurias. Hasta hoy, Lilita 5,  Aníbal 0. En este último juicio, el juez que falló a favor de Lilita fue Eduardo Caruso. Pero Aníbal siga siendo jefe de gabinete con esas acusaciones a cuestas!!!

El Papa Francisco se preocupa por la droga en Argentina, que recordemos es su país natal. Espera que no nos “mexicanicemos” y sostiene que acá, se produce droga. Salta Aníbal retrucando que Argentina es por poco una virgen de la droga. Es más, ni siquiera sabemos qué es, ni de qué se trata.

Siendo el Papa el Cardenal Bergoglio (ya ya cumplió 2 años como Papa), mandó curas villeros para defender de alguna manera a los chicos de las villas de los narcos. Tenían la orden de intentar sacarlos de la droga y neutralizar el poder de los narcos en las villas, de las que son dueños. Ya entonces. ¿Aníbal vive en otro país? Quizás en el maravilloso y perfecto país de Cristina.

El puente Río Gallegos Marambio no funciona. De los muchos Hércules (aviones todo terreno) que teníamos, quedan tres, de esos tres, uno no funciona. Para el cierre de la Campaña Antártica 2014/2015, viajaron a Río Gallegos 60 personajes, el Jefe del Estado Mayor, brigadieres  y todo alto funcionario que tiene que ver con el tema. Subieron al avión.

Los motores se pusieron en marcha. El avión siguió en tierra, se avisó que no funcionaba. Se alojaron en un hotel para pasar la noche. Al día siguiente abordaron el otro Hércules  “que funcionaba”. Encendieron los motores, carretearon, levantaron vuelo. Un vuelo de 3 horas. 30’ después dieron la vuelta, los motores no respondían. Los mecánicos deben llegar de Buenos Aires. Y arreglar los Hércules en la pista. Por ahora, la Antártida queda muy lejos. Tan lejos como la falta de mantenimiento de los pocos aviones no presidenciales, que todavía nos quedan.

Hay mucho más, pero ya resulta aburrido. Ni jocoso, ni indignante, aburrido por reiterado. Y estamos hablando de nuestra Patria, de nuestra calidad de vida, de lo que hemos y seguimos permitiendo. Hablamos de nosotros.

Usted decide: llora o se ríe. O hace todo al mismo tiempo. Pero mientras se decide, en un año de vital importancia para Argentina, piense qué nos pasa, por qué nos pasa y qué podemos hacer para cambiar y volver a ser lo nunca debimos dejar de ser, una nación en serio y con futuro.

Malu Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi

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