Es indudable de que la salida a la crisis que
afronta Venezuela pasa por unas elecciones parlamentarias en las que las
fuerzas que adversan al actual gobierno obtengan una votación tan importante
que permita alcanzar una representación que supere con creces a la del
oficialismo. Sin embargo, algunos sectores mantienen un discurso desmotivador
que peligrosamente puede llevar a la pérdida de una oportunidad histórica.
Uno de los elementos que se esgrime para
poner en duda la participación es la reincidencia en la aplicación de
modificaciones en las circunscripciones y de una ley orgánica de procesos
electorales de espíritu contrario a la Constitución. Ambos elementos deben ser
cuestionados y combatidos, pero no deben emplearse a la ligera, puesto que al
examinar de forma minuciosa lo acontecido en los comicios de septiembre de 2010
se evidencia que el daño, por decirlo de alguna manera, no resultó tan marcado.
Sobre el tema de la proporcionalidad y la
nominalidad, al examinar el comportamiento de los estados, se deduce que la
diferencia a favor del gobierno fue de cinco diputados, de los cuales tres se
hubiesen adjudicado a la Mesa de la Unidad Democrática y dos al movimiento
Patria Para Todos en el estado Lara, fuerza que contaba en ese momento con el
gobernador Falcón y que pese a la alta votación, no logró obtener diputados en
esa entidad. Aunque los votos no se endosan, vale la pena hacer el ejercicio de
sumar los sufragios de la MUD y los de Henri Falcón y observar cómo el
oficialismo no fue mayoría en esa entidad.
En cuanto a la modificación de circuitos, si
bien el tema también es delicado, no es menos cierto que puede ganarse y que la
oposición ha tenido avances significativos en varios lugares, por ejemplo
Barinas, Barquisimeto, Maturín, Valencia, La Victoria y Guatire. Por lo tanto
más que llamar a no sufragar, la estrategia correcta sería preparar con
antelación testigos electorales y equipos de trabajo que tomando en
consideración a los liderazgos locales, puedan construir una gran propuesta que
lleve inexorablemente al triunfo.
Lo que ha quedado claro es que más allá de la
manipulación de las circunscripciones, la influencia es mínima en los
resultados pudiendo ser fácilmente contrastable el impacto si se logra dar una
votación masiva y apabullante. Por lo tanto, lejos de llamar a no votar, la
energía tiene que enfocarse en buscar un triunfo rotundo, pues con
circunscripciones cambiadas o no, la victoria es posible.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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