lunes, 23 de marzo de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., EL BIGOTE ESTALINISTA

Algunos individuos se apuran en tratar de buscar semejanzas con Stalin, el hombre que con mano dura dirigió por casi treinta años los destinos políticos de la Unión Soviética y cuyo legado aún ensombrece la historia de Rusia y de buena parte de Europa y el mundo que aún recuerda con desprecio la crueldad a la que el secretario general del Partido Comunista de su país recurrió con tal de mantener el poder.

Fue ejecutor de un perverso culto a la personalidad y de una política económica que se dedicó a confiscar tierras en todo el país, haciendo que la producción de rubros disminuyera notablemente y que la escasez se volviera una realidad. Sin embargo, esto no impidió que arreciara la persecución hacia cualquier asomo de disidencia, incluso hacia personas que anteriormente habían estado cerca al gobernante.

En este tipo de regímenes hay un macabro sistema de delación que además de inmiscuirse en la vida íntima de los ciudadanos, presiona a los detenidos para tejer conspiraciones que resultan extremadamente fantasiosas y el líder habla de manera frecuente, a través de los medios de comunicación y en asambleas y actos, buscando exacerbar el nacionalismo y reafirmando su lealtad.

Uno de los que se ufanaba en parecerse a Stalin implementó un sistema basado en la división social y en agravar las diferencias presentes en su país, agregándole que constantemente dibujaba una atmósfera en la que un enemigo externo, bien sea Estados Unidos o un país vecino, es una amenaza que exige estar vigilantes. Además, se hizo costumbre hablar de la libertad y la justicia en otros países, mientras que en el propio las condiciones para la práctica de la política resultaban precarias.

No hace falta tener un bigote poblado o una sonrisa tétrica para parecerse a Stalin. De hecho, Enver Hoxha, de quien estamos hablando y que gobernó Albania durante muchos años, puede considerarse un promotor del gobierno estalinista para su país. La persecución a la religión, el discurso nacionalista, la admiración por China y la actitud desafiante hacia la vecina Yugoslavia hicieron de este dictador el dueño absoluto de su país y sumieron a Albania en un falso mito de modelo ideal. Los hombres como Hoxha, con o sin bigote, pueden parecerse mucho a Stalin.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

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