martes, 10 de marzo de 2015

JESÚS ALBERTO BARRIOS R., EL ESTADO ESTRANGULADOR

No se puede seguir haciendo, en la Venezuela actual, una política cerril y sectaria. Mientras más aumentan los precios de la comida y los medicamentos, más radical se hace el modelo político. La agresividad del gobierno podría conducirnos a lo que Betancourt llamó el canibalismo político. Por eso vale la pena que hagamos una reflexión sobre las pasiones que genera el canibalismo gubernamental. 

Venezuela avanza inexorablemente hacia formas cada vez más comprometidas con la confrontación y la violencia. La voluntad de arreciar una represión más “dura”, dicta las primeras señales con la aprobación por el Ministerio de la Defensa del decreto 8610 que permite la utilización de armas de fuego militares frente a manifestaciones civiles. Si bien el decreto se refiere a las Fuerzas Armadas, cabe recordar que entre ellas están las milicias al servicio personal de Maduro y que su finalidad oficial es el resguardo de la revolución. Además el decreto crea condiciones para la violación sistemática de los Derechos Humanos, criminaliza la protesta y militariza todos los ámbitos de la sociedad. Todo ello al margen de la Constitución, pues la Carta Magna prohíbe el uso de armas de fuego en el control de manifestaciones pacíficas y, sólo admite la Guardia Nacional cuando las autoridades civiles y las policías hayan sido rebasadas por la violencia. 

El primitivismo político y las pasiones desbordadas aunadas a un decreto inconstitucional, produjo un lamentable caso ocurrido en Táchira con el niño Roa. Fue un asesinato con muchos testigos, imposible de ocultar. Creó una indignación nacional e internacional que deteriora aún más la imagen del gobierno. 

Tenemos clara la radicalización del régimen venezolano, cada día más indiferente al qué dirán en la comunidad internacional. Frente a todo este cuadro, prevalece la famosa frase: “Somos una revolución pacífica, pero armada”. Así se ha vulnerado el orden constitucional y se ha burlado en forma sistemática la norma legal que garantiza la libre emisión del pensamiento. Todo ello ha conformado un clima de represión y un Estado estrangulador.

Jesus Alberto Barrios,
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob

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