La violencia se
define como la calidad de violento o la acción y efecto de violentar o
violentarse. Es un comportamiento deliberado que puede ocasionar daños físicos
o psíquicos. Se habla de un Triángulo de la Violencia: la violencia cultural,
que se manifiesta a través del arte, la ciencia y la religión; la estructural
que se genera por la insatisfacción de necesidades y la directa que es la que
se manifiesta de manera física o verbal sobre personas, el medio
ambiente o bienes. Según Gandhi, el predicador de la no violencia, ninguna
persona está completamente libre de la violencia, ya que es una característica
innata del ser humano. Traemos esto a colación por el incremento exagerado de
la violencia que se ha observado en el país, sobre todo a partir de la llegada
al poder de Chávez y su empeño en instaurar una tal revolución socialista. El
pasado año la cifra de muertes violentas y asesinatos rozó las 25 mil personas.
Cifra escandalosamente alta. El tipo de crímenes que se cometen hoy en día son
de una violencia tal que va mucho más allá de lo que se estaba acostumbrado.
Cuerpos descuartizados, desmembrados, quemados, violados, acribillados. Algo
está fallando.
La eminente médico,
hoy desaparecida, Myriam Puig, en un estudio sobre los valores y la formación
de los hijos, indicaba algunas posibles causas de este fenómeno. Hablaba sobre
la compasión y su vinculación con la criminalidad. Mencionaba el maltrato en la
infancia y la violencia familiar. Y, algo que muchos intuíamos, mencionaba “el
inescrupuloso uso del lenguaje totalitario, que agrede el buen comportamiento,
los modales, la educación, las normas, el deber ser y por sobre todo el
manifiesto desprecio a la ley”. Un perfecto retrato del difunto felón
“comandante eterno y supremo” y ahora de su heredero. Como
gobernantes tienen una inmensa y primaria responsabilidad en este fenómeno. “Ese
nuevo lenguaje revolucionario en el cual la propiedad privada es irrespetada,
el empresario honesto es depredador, el político de oposición es malignizado,
las formas de vida democráticas cuestionadas, la ética es despreciada,
subvierte los hechos y genera antivalores que propician la violencia y no la
paz”.
El actual
presidente de la república preguntaba recientemente, con ingenuidad fingida, ¿cómo
hacemos para parar la matanza en Venezuela? Fácil presidente, desmonte
el lenguaje de violencia heredado de su padre putativo, como acción principal:
Como dicen los chamos bájele dos a su discurso. Luego desarme de verdad a la
población en especial a los colectivos y grupos paramilitares, reforme
totalmente el sistema penitenciario, empezando por cambiar a la ministro, ponga
un experto, incluidas las instalaciones y políticas de prevención y
rehabilitación y reorganización y despolitización del sistema judicial.
Recuerde que en alguna medida los gobernantes son paradigmas para los
ciudadanos.
Esos casi 200 mil
ciudadanos que han perdido la vida en tiempos de revolución, la gran mayoría
han sido jóvenes trabajadores y estudiantes. El futuro del país enterrado. Y la
gota que rebosa el vaso, el vil asesinato de este niño liceísta en San
Cristóbal. Lo mató un “hombre nuevo”. Y no hay otro responsable. Ustedes y sus
discurso violento y en mala hora su revolución “bonita pero
armada”.
Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1
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