viernes, 6 de marzo de 2015

IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO, BÁJELE DOS PRESIDENTE, PARANINFO DE LA SEMANA

La violencia se define como la calidad de violento o la acción y efecto de violentar o violentarse. Es un comportamiento deliberado que puede ocasionar daños físicos o psíquicos. Se habla de un Triángulo de la Violencia: la violencia cultural, que se manifiesta a través del arte, la ciencia y la religión; la estructural que se genera por la insatisfacción de necesidades y la directa que es la que se manifiesta de manera física o  verbal sobre personas, el medio ambiente o bienes. Según Gandhi, el predicador de la no violencia, ninguna persona está completamente libre de la violencia, ya que es una característica innata del ser humano. Traemos esto a colación por el incremento exagerado de la violencia que se ha observado en el país, sobre todo a partir de la llegada al poder de Chávez y su empeño en instaurar una tal revolución socialista. El pasado año la cifra de muertes violentas y asesinatos rozó las 25 mil personas. Cifra escandalosamente alta. El tipo de crímenes que se cometen hoy en día son de una violencia tal que va mucho más allá de lo que se estaba acostumbrado. Cuerpos descuartizados, desmembrados, quemados, violados, acribillados. Algo está fallando.

La eminente médico, hoy desaparecida, Myriam Puig, en un estudio sobre los valores y la formación de los hijos, indicaba algunas posibles causas de este fenómeno. Hablaba sobre la compasión y su vinculación con la criminalidad. Mencionaba el maltrato en la infancia y la violencia familiar. Y, algo que muchos intuíamos, mencionaba “el inescrupuloso uso del lenguaje totalitario, que agrede el buen comportamiento, los modales, la educación, las normas, el deber ser y por sobre todo el manifiesto desprecio a la ley”. Un perfecto retrato del difunto felón “comandante eterno y supremo” y ahora de su  heredero. Como gobernantes tienen una inmensa y primaria responsabilidad en este fenómeno. “Ese nuevo lenguaje revolucionario en el cual la propiedad privada es irrespetada, el empresario honesto es depredador, el político de oposición es malignizado, las formas de vida democráticas cuestionadas, la ética es despreciada, subvierte los hechos y genera antivalores que propician la violencia y no la paz”.

El actual presidente de la república preguntaba recientemente, con ingenuidad fingida, ¿cómo hacemos para parar la matanza en Venezuela? Fácil presidente, desmonte el lenguaje de violencia heredado de su padre putativo, como acción principal: Como dicen los chamos bájele dos a su discurso. Luego desarme de verdad a la población en especial a los colectivos y grupos paramilitares, reforme totalmente el sistema penitenciario, empezando por cambiar a la ministro, ponga un experto, incluidas las instalaciones y políticas de prevención y rehabilitación y reorganización y despolitización del sistema judicial. Recuerde que en alguna medida los gobernantes son paradigmas para los ciudadanos.

Esos casi 200 mil ciudadanos que han perdido la vida en tiempos de revolución, la gran mayoría han sido jóvenes trabajadores y estudiantes. El futuro del país enterrado. Y la gota que rebosa el vaso, el vil asesinato de este niño liceísta en San Cristóbal. Lo mató un “hombre nuevo”. Y no hay otro responsable. Ustedes y sus discurso  violento y en mala hora su revolución “bonita pero armada”.      

Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1

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