«Siempre fue tiempo de abolir toda clase de gobierno porque el concepto del mando contradice la Inmanencia de la Libertad y Emancipación del Ser Consciente»
La «segregación» es un eficaz recurso para
conducir, sin responsabilidad ni esfuerzo intelectual, los destinos de
individuos todavía sometidos a regímenes de gobierno que hace centurias
debieron ser abolidos para dar paso a la «Universalidad de la Conciencia
Despierta»: a nuestra ruptura de cofradías de rastacueros lesivos a la
Inmanente Libertad y Emancipación del Ser Humano.
En sus días de infante, el Fundacionismo
Segregacionista se devela con maniqueos protocolos políticos para la agitación
y unidad social: proclamas vindicativas o slogans donde la súbita e irracional
venganza halla condiciones para florecer. El volitivamente pobre y sin oficio que
experimenta regusto por serlo (antítesis del otro que lo es por víctima de la
inequidad en materia de repartición de riquezas, o ausencia de ofertas de
empleo como resultado del aporreamiento al Capital Antropomórfico») arrastra
fatales hábitos: fomentar la ignorancia, resignación, pereza, conformismo u
odio hacia los ilustrados y quienes prosperan o idean formas lícitas para
superar su exculpada y paupérrima existencia.
Bien administradas, las riquezas de las
naciones siempre lucirán providenciales: pero, políticamente fustigadas
degeneran en esa miseria que reina con bochorno e indignidad sin redimir a
nadie. Con ella igual lo hacen los
cazadores de frustrados, resentidos e incautos mediante La
Contra-Justicia del Fundacionismo Segregacionista. Ellos los proveen de
palabrejas ofensivas y amenazantes, también de cilindros llenos de iracundia
que tienen detonantes mientras «fasto discursean» en mítines porque la
venturanza estaría a su espera: se han disfrazado de salvadores de «parias»
pero jamás de ciudadanos, y quieren investirse de reyezuelos.
En esta inferna que llamamos Firmamento todos
somos «recursos sustituibles», criaturas desafiadas a vivir y morir con
dignidad pero apriorísticamente condenadas a padecer «desfaloladas» e
«invaginados» letales. La escisión que no admite prórrogas nos aguarda a
victimarios y víctimas incapaces de pacífica, solidaria y fraternamente
cohabitar a causa de la «parasitomiasma» que infecta nuestra especie. Si la
Inmanente Libertad y Emancipación del Ser Humano no fuese con saña y
persistencia golpeada, nuestra fugaz presencia en lo que parece Realidad e
igual nuestra partida hacia La Nada serían celebración perpetua.
La Contra-Justicia del Fundacionismo
Segregacionista separa a mujeres, hombres y niños para decirles que los espejos
de sus recámaras reflejan objetivos de guerra. Cada cual es adoctrinado para
sentir que está amenazado por un fortuito y al acecho enemigo. El Cuerpo Social
comienza a exhibir enormes y purulentas llagas. Deja de ser ciudadano para
convertirse en un timado, en custodio de los privilegios de su opresor henchido
de privilegios.
No exigirá Justicia sino que la implorará
como vasallo para jamás recibirla. Una de las mayores tribulaciones de la
Humanidad es la exención de la violencia para extinguir de su corpus a
enquistados y letales arrastracueros con mando sobre naciones.
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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