jueves, 19 de febrero de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL LEGADO DE CHÁVEZ,

Por legado se entiende lo que se transmite a los sucesores, una herencia, una última voluntad.

¿Cuál es ese legado que la secta chavista pretende se le ha transmitido al país? ¿Dejó Hugo Chávez Frías algo que pudiera considerarse un legado, y si es así, cuál fue?
Empecemos por decir que la muerte del Comandante Chávez fue uno de los episodios más oscuros de la historia de Venezuela; enfermo de un cáncer terminal se fue a Cuba a recibir tratamiento y a estas alturas no se sabe lo que ocurrió en la isla de Fidel Castro.
El gobierno ha promovido la versión “Oficial” de que Chávez regresó al país con vida y murió en Caracas, pero ya se venía escuchando versiones de que murió en La Habana, donde parece que le aplicaron la eutanasia en medio de un cuadro de acelerado deterioro, dicen que en medio de un coma inducido, para evitar que siguiera padeciendo los dolores que la morfina ya no aliviaba.
Según esta versión, tardaron dos meses en anunciar su deceso para de esta manera darle los últimos toques a ese “legado” con el que la propaganda comunista quiere atragantarnos: dos meses para preparar decretos firmados por el difunto, para planificar exequias, acomodos y estrategias para el continuismo.
Lo del legado es un asunto bastante turbio, Chávez nunca reconoció su mortalidad sino hasta el último momento, entre otras cosas porque los cubanos le garantizaron que seguiría viviendo gracias a sus intervenciones; su batalla contra la enfermedad le restó fuerzas y concentración para poder concretar su disperso pensamiento y obra, la viajadera entre Caracas y la Habana lo mantuvo en tensión los últimos meses; de hecho, en sus pocas apariciones públicas se le veía atolondrado y muy golpeado, los tratamientos invasivos y la quimioterapia minaron su vitalidad y claridad en su discurso mental… al final, en su despedida al país ya no había voluntad, sino miedo y tristeza.
Todo eso nos revela que “el legado” lo preparó su maquinaria política española-cubana-venezolana, que tenía como prioridad no sólo inmortalizar al hombre, sino elevarlo a figura de símbolo de la revolución bolivariana; en este sentido la maquinaria ya venía trabajando en una recopilación de su pretendido pensamiento, principalmente con base en sus discursos improvisados, en sus decretos, en sus programas de radio y televisión, entrevistas… hasta se hizo una recopilación de sus twitters, cuando todo el mundo sabía que el hombre era incapaz de hilvanar por si mismo ideas coherentes, sólo hacía notas en papeles sueltos y en pizarrones llenos de una muy mala ortografía.
El filosofo deconstructivista Jacques Derrida decía del legado de Marx: “Leer es siempre el asunto importante cuando de un legado se trata, y si va a ser heredado, no hay otra opción sino leerlo de manera seria y precisa.”
Como consumado parlanchín, vendedor de elíxires y esperanzas, Chávez no tuvo rival, y todo comenzaba cuando hablaba, porque lo hacía él únicamente, nunca tuvo contraparte ni contraargumento, solamente aceptaba opiniones a favor y comentarios que salpimentaban sus ideas grandilocuentes, vacuas y contradictorias, Chávez siempre careció de textualidad, de modo que no sería de extrañar que su “obra escrita”, su legado, con el transcurso del tiempo tenga varias versiones.
Le gustaba darse la pose de pensador profundo, las fotografías que prefería eran las que lo recogían con la mano en la barbilla y la expresión de su rostro perdida en contemplaciones que trascendían este mundo, pero la verdad que no pasó de ser el perifoneador de ideas de muchos intelectuales mediocres, sobre todo marxistas, y de ellos prefería a los antiimperialistas y anticolonialistas, pues su mente estaba atrapada entre las rejas de esa filosofía de la liberación, que tanto mal le ha hecho al Tercer Mundo, y de la que su mentor, Fidel Castro, era uno de los sumos sacerdotes.
Se creía un pensador no sólo moderno sino lanzado al futuro, a sus manos llegaba cualquier cantidad de libros escritos casi que para él, de los cuales recitaba parrafadas incomprensibles, muchas veces descontextualizadas, llenas de mucho resentimiento histórico… el mundo que era capaz de entrever era la degastada visión utópica rousseauniana del buen salvaje, de ese hombre natural prístino y bueno, anterior al proceso de socialización que lo corrompe.
El plato fuerte de su “pensamiento” era ese panfleto llamado Plan de la Patria: la receta perfecta para el desastre, que fue aplicado a pies juntillas en nuestro país y lo condujo a la debacle económica y social más terrible que se haya producido en la historia de Latinoamérica; porque si bien hay naciones mucho más pobres que nosotros y con menos oportunidades, lo que sucedió en Venezuela, en un país petrolero, boyante, democrático y en pleno desarrollo, una vez aplicado este malhadado plan, que nos llevó a la miseria y la opresión más abyecta, en sólo 16 años, es, sin duda, no un legado, sino una maldición.
El punto de honor que el chavismo y el mismo Chávez predicaban era, precisamente, la construcción de una nueva sociedad y un nuevo hombre, felices, sanos, bien alimentados, libres, educados, seguros… hasta auguraba hacernos una potencia mundial, todo lo contrario a lo que estamos viviendo; su plan nos ha convertido en una vergüenza mundial.
El aparato de propaganda comunista ha tenido que hacer malabarismos semánticos e ideológicos para ajustar ese ideario comunista de la guerra fría a la idea lejana de un triunfo, no les ha quedado más remedio que falsificar una y otra vez sus más caros ideales de justicia social, de humanismo y amor, ante la dura realidad de vernos retratados como el país más violento, más corrupto, más desasistido y al borde de la quiebra en la comunidad de naciones.
La fórmula propia del comunismo, que parte del conflicto eterno entre ricos y pobres, entre explotados y explotadores, de opresores y oprimidos, tratan de perdurarla en la nueva leyenda, que quieren instaurar aún contra toda racionalidad y evidencia; Venezuela vuelve a fracasar como país por ideas equivocadas, que ni siquiera son nuestras.
Desde que Chávez se hizo con el poder empezó a pronosticar la caída de los EEUU como imperio mundial, a predecir el surgimiento de un nuevo orden, la desaparición del capitalismo, todo esto mientras el país recibía un enorme chorro de dinero, producto de los más altos precios petroleros en la historia, cientos de billones de dólares que se perdieron en las cloacas de la corrupción o se regalaron a otros países; esto porque Chávez se alucinaba como el líder mundial, que la humanidad necesitaba para indicarle el camino hacia el paraíso socialista.
El entendió que ese esfuerzo iba a costar mucho dinero, nuestro dinero, pero estaba consciente de que tenía que hacerse y que el pueblo de Venezuela aceptaría ese sacrificio con alegría, de todas maneras, él creía que su sola palabra y presencia bastaba para cambiar los precios del petróleo en los mercados internacionales y que, una vez alcanzados los 100,oo $ por barril, el límite era el cielo.
Su prodigalidad con otros países iba en dirección contraria a su sueño infantil de una Venezuela convertida en un inmenso campamento miliciano, lleno de comunas, practicando el trueque y la solidaridad, en posesión del armamento más mortífero y moderno del mundo, todos atrincherados, como cristianos en las catacumbas romanas, tomados de las manos y cantando loas a Bolívar, a Fidel y a su persona… de nuevo tenía Latinoamérica ejércitos de libertadores.
Su legado a las FFAA fue veneno puro, allí terminó de sembrar el oscurantismo más craso, la cobardía, el vicio y la corrupción.  Obligó a los soldados de la patria a casarse con la guerrilla colombiana, con el narcotráfico mexicano, con el terrorismo vasco, con el fundamentalismo islámico, con la milicia cubana… Chávez le clavó la puntilla de muerte a unas fuerzas armadas, sin importarle en lo más mínimo el futuro de la institución, la llevó de la mano a la traición más infame.
Pero las verdaderas intenciones de estos revolucionarios nunca dejaron de sentirse; era una manada de lobos, de justicieros y conductores de hombres… el precio a la traición al proceso se pagaba con la muerte, su deber, el dominio, su misión, destruir el orden establecido y crear uno propio.
Y detrás de ellos iban no sólo locos y visionarios, sino oportunistas, ladrones y asesinos, muchos de ellos torvos maniáticos sexuales, porque la revolución bolivariana era como un bautismo de sangre, donde todos los pecados serían perdonados y los riesgos premiados con el oro y las mieles del poder absoluto.
Las grandes contradicciones entre lo que se propone como legado y la realidad venezolana e internacional, han disuadido al chavismo de avanzar en su proyecto de instaurar en las personas mayores de edad y con cierto criterio el legado del Comandante; pero se ha escogido fomentar la idea entre nuestros niños, creando la leyenda del arañero de Sabaneta, afincándose en la mitología santera del iluminado, del espinito que florea en la sabana , de Florentino y el Diablo, de lo telúrico de la llanura, del pariente de Zamora, de los hijos de Chávez…
Nunca han dejado de actuar como una secta, nunca dejarán de hacerlo y su mandato es sólo uno: obedeces o mueres. Porque la revolución es lo que importa, por sobre todas las cosas hay que hacer realidad el sueño de Chávez; el odio de clases fue su legado, era lo único que conmovía su indigente corazón. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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