miércoles, 11 de febrero de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL CRONISTA DE MARTE,

Si hay un libro lleno de poesía, de buena poesía, ese es Crónicas Marcianas de Ray Bradbury quien murió a los 91 años en el 2012 en Los Ángeles, California.  Ray nunca consideró las crónicas como una novela de ciencia ficción, de hecho, decía que era un escritor de fantasía y lo irreal, que si alguna de sus obras se acercaba al género, esta era Fahrenheit 451, esa increíble distopía que lo consagró entre los grandes de la literatura de anticipación.
En una entrevista dijo que las Crónicas Marcianas era pura mitología al estilo de los griegos y por ello una obra inmortal.
Jorge Luis Borges se preguntaba: “¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?”
Ray Bradbury (1920-2012) ha corrido con la suerte de disfrutar de elogios y reconocimientos como ningún otro escritor, no solo ha sido prologado por Borges, Aldous Huxley dijo que era un poeta insigne, un asteroide lleva su nombre, el Bradbury 9766, un cráter de la luna fue bautizado como “Crater Dandelion” por su novela El vino de Dandelion, tiene una estrella en el paseo de los famosos del Boulevard Hollywood por su contribución a la industria cinematográfica, en Noviembre del 2004 el Presidente G. Bush le otorgó la Medalla Nacional de las Artes.
En el año 2007, el jurado del Premio Pullitzer le otorgó a él y al músico de jazz John Coltrane (ya fallecido) menciones de honor por sus contribuciones a la cultura.
Novelista, ensayista, guionista, dramaturgo, presentador de televisión, extraordinario cuentista y fabulador, Bradbury es uno de los autores de obligatoria lectura en todos los colegios de los Estados Unidos y otros países donde su nombre aparece ligado a la mejor literatura contemporánea, fue uno de esos extraños personajes autodidactas y la razón de ser de las Bibliotecas Públicas, el perfecto ratón de libros.
Esto vale la pena explicarlo, el repetía una y otra vez: "Las bibliotecas me educaron," diría más tarde. "Creo en las bibliotecas porque una gran parte de los estudiantes no tienen dinero. Cuando me gradué de secundaria, fue durante la Depresión, y no teníamos dinero, no podía ir a una universidad, de modo que fui a la biblioteca pública, tres días por cada semana durante diez años.”
Sus historias han inspirado cientos de “comics” (en la historia de Superman, el pequeño Clark Kent es lector de Bradbury), series de televisión (escribió episodios para “Alfred Hitchcock presenta” y para “Rumbo a lo Desconocido”).
De las películas que recuerdo, escribió el guión de Moby Dick en la que actuó Gregory Peck, se hizo aquella extraña película de un cuento suyo que me impactó, El Circo del Dr. Lao, François Truffaut dirigió en 1966 Fahrenheit 451 con Oskar Werner y Julie Christie en los papeles principales (Mel Gibson tiene los derechos para la nueva versión de este film), la película El Hombre Ilustrado, contó con la extraordinaria actuación de Rod Steiguer, su obra ha inspirado canciones de rock, espectáculos multimedia y video juegos.
Dentro de sus múltiples actividades destacaron sus consultorías para el pabellón Norteamericano en la Feria Mundial de New York de 1964, y la de la geoesfera original de “La Nave Tierra” en el Epcot, en Disney World (tuve la oportunidad de ver ambas).
Su nombre ha sido honrado en la serie “Star Treek” con la nave espacial USS Bradbury y en la película “Blade Runner”, con el edificio Bradbury donde el detective Deckerd finalmente enfrenta a los replicantes. Es quizás el autor norteamericano más popular y versionado en Rusia, donde existe un gran público seguidor de la ciencia ficción.
Ray ha sido un implacable crítico de la NASA, su opinión es que se perdió un tiempo precioso en la conquista del espacio cuando cambió las prioridades de una base en la luna, por una estación espacial; según su opinión, la base lunar era el lugar perfecto para iniciar la conquista planetaria, asentada firmemente en el suelo y rodeada de recursos minerales, no una frágil estación espacial que puede desarmarse en cualquier momento.
Bradbury conoció y fue amigo de muchos jóvenes californianos que por el año 1937 estudiaban en el Cal Tech y que estaban organizando sus clubes de cohetería y soñando con ir a la luna, los mismos que décadas más tardes serían los fundadores de los laboratorios de Jet Propultion en Pasadena y cuyos descendientes, le dieron la satisfacción de ver las primeras vistas del planeta Marte tomadas por los Rovers Spirits desde la misma superficie, la misma generación de científicos que se ha comprometido a poner un hombre en Marte para el año 2.030
Bardbury era un hombre de letras, principalmente un escritor de oficio, un artista que creía en el trabajo diario, en la disciplina, que luego de un infarto en el año 2000 y que lo dejó confinado a una silla de ruedas, pudo, a raíz del episodio, en sus propios palabras, “recuperar sus ojos, de nuevo”, para maravillarse ante el milagro de la vida con revivido sus poderes creativos, como resultado publicó una nueva colección de ensayos con un título muy original: Demasiado rápido de las cuevas, demasiado lejos de las estrellas.
Fue un constante promotor de fondos para financiar bibliotecas públicas, también fue uno de los que propulsó la necesidad de enseñar a los niños a leer y a escribir a edades tempranas, y que vio realizado con la reforma educativa para las escuelas en los tiempos de George Bush, que obligaba tal tarea desde los jardines de infancia, “la única manera de enseñarlos a pensar es enseñándoles a escribir”, decía.
A Ray, el hombre, lo perdimos y fue un honor haber podido vivir contemporáneamente con este visionario sin igual, sus ideas ya están garantizadas, lo sobrevivirán, tal como se lo auguró en su infancia, en un circo, Mr. Electrico, la historia es como sigue, cuando Ray tenía 12 años el circo de los Dill Brothers llegó a su pueblo, en una de las tiendas estaba Mr. Electrico ejecutando su show y al final del mismo, con una espada cargada de electricidad se dirigió al muchacho y tocó sus dos hombros y su nariz mientras le comandaba “Vivir para Siempre”, este episodio inspiró cuentos tan fundamentales como The Black Ferris y Something wicked this way comes.
Cuando pienso en Bradbury no puedo sino imaginar aquellas abejas doradas que salían disparadas de los rifles en Marte para matar al amor, una de las más bellas y poderosas metáforas de toda la ciencia ficción. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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