El
chavismo va a salir del poder porque los dos pilares que le sostenían ya no
existen: los precios del petróleo y el liderazgo de Chávez. Sin eso, el
proyecto de poder que nominalmente encabeza Nicolás Maduro se dirige a una
inevitable y catastrófica debacle. No se trata aquí de asomar algún tipo de
reivindicación del extinto expresidente, después de todo estamos pagando las
consecuencias de sus acciones. Sin embargo, es razonable pensar que él hubiera
tenido una mayor capacidad política para controlar los daños.
Se
me dirá que tenemos ya dos años anunciado el fin de la presidencia de Maduro.
Es cierto, pero eso se ha debido (en parte) a los errores en los que hemos
incurrido desde la oposición en la ejecución de la estrategia electoral.
Errores que nos llevaron a recibir innecesarias derrotas en las elecciones de
gobernadores de diciembre de 2012, y en las municipales del año siguiente.
Desmovilizar y desmoralizar a la base opositora en esas dos contiendas le hizo
perder impulso y capacidad de presión al movimiento opositor.
Ya
no vale pena llorar sobre la leche derramada, lo que pasó, pasó. Pero al menos,
aprendamos de la derrotas.
La
evidente incompetencia de Maduro ha agravado una situación económica y social
que de por sí ya estaba destinada a ser bastante mala. Eso forzosamente va a
pasar una factura electoral que el grupo en el poder está buscando
desesperadamente la manera de evitar.
Pero
una cosa es querer y otra cosa es poder.
A
Maduro sólo le queda el apoyo militar y la cruda represión. Sin embargo, la
peor de las dictaduras siempre ha contado con una base social de sustentación.
Nadie se mantiene en el poder solamente con las bayonetas.
Hay sociedades que
aceptan las dictaduras porque nunca han conocido la democracia o porque vienen
de tales convulsiones internas que están dispuestas a tolerar tiranías a cambio
de la paz.
No
es el caso de Venezuela. El chavismo construyó su hegemonía sobre el reparto
populista de la renta petrolera, y eso, se acabó. Su base de apoyo se erosiona
aceleradamente.
Así las cosas, lo más razonable que pueden hacer Maduro y su grupo es organizar una transición ordenada del poder por la vía electoral y la negociación política. No obstante, han tomado el camino más peligroso para ellos: sostenerse por medio de la pura represión. Y todo para terminar como terminan siempre estos regímenes: negociando el abandono del poder.
Leopoldo
López privado de libertad era un problema adicional para el gobierno. Ahora con
Antonio Ledezma tiene dos.
@PedroBenitezF
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