sábado, 28 de febrero de 2015

MAURO PARRA, VUELVEN LOS GODOS

Los godos, igualmente llamados cundeamores en el siglo XIX, son personajes de riqueza y costumbres ostentosas, paracaidistas del erario público, golilleros, a quienes el “odioso trabajo remunerado” los embrutece. Los godos desaparecieron a raíz de la Guerra federal, que también acabó con los mantuanos y fueron rematados por Gómez, cuando logró unificar el país desgarrado por las guerras civiles que se produjeron después de Juan Crisóstomo Falcón.

Los nuevos godos que  asuelan esta tierra  por más de 15 años han tenido un fatal renacer para el conglomerado nacional. Vienen ahora investidos de componendas y poderes usurpados y florecen en una Venezuela que ha venido gozando de ingentes recursos generados por el petróleo: un terreno fértil para todas las marramuncias de picarescos boli--burgueses y un  numeroso  grupo de vividores, que hoy  medran en  todos estratos de nuestra sociedad. Para el logro de sus fines utilizan el chivateo del pueblo, como si nosotros fuésemos “ratas de pencos y borregos”, como decía Gonzalo Picón Febres. Pero el dinero fácil se ha agotado, así como la reposición de fondos, que provienen de préstamos cuantiosos respaldados por la venta  a extranjeros de ciertas bondades económicas del país.

Con la olla raspada, solo nos queda reclamar los dineros desviados por los godos, a cuentas personales en bancos del exterior, en toda la gama de su grosera estirpe. Esta sería una tarea titánica porque lo mal habido es más fácil gastarlo que devolverlo. Pero, ¿quién humanamente puede gastar dinero en las proporciones que conforman lo desviado? Tal vez y como mucho, con varias generaciones de por medio solo le harían algo más que un mellado casi indetectable. No se trata aquí de sospechas meramente especulativas contra el nuevo goderío  nacional: pruebas supuestas se acumulan en las cartillas públicas de la DEA en el “imperio” y filtraciones –wikileaks- de la banca europea, que merecen suficiente credibilidad como para investigar a estos personajes y en último caso informar a la ciudadanía, pese a que los ciudadanos estamos hoy más preocupados por sobrevivir a la escasez generalizada.

La debato-fobia del gobierno quizás impida el esclarecimiento de las andanzas de este intricado arribo de los godos, barbaros modernos que aplanan voluntades y bolsillos. 

Contra-parafraseando a Confucio en su famosa cita,  “Ver lo que es correcto y no validarlo es escasez de coraje”. Los venezolanos, aunque les parezca a los godos lo contrario, nunca hemos perdido el coraje y tenemos como validarlo.

Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com/

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