La sobre
diagnosticada crisis general de Venezuela ya no sorprende a nadie en el
continente o en el mundo. Las responsabilidades están ubicadas en un régimen
ideologizado y conducido por una verdadera mafia ineficiente y corrompida,
convertida en corruptora del país, mal que se extiende a toda la nación.
Esto es un desastre.
Nada funciona bien. Tampoco hay políticas adecuadas para rectificar rumbos y
lograr que las cosas mejoren en el mediano plazo. El régimen tiene objetivos de
dominación a la vista y apela a todos los instrumentos a su alcance para
alcanzarlos. Han tardado demasiado tiempo por los señalados factores de
ineficacia y corrupción corruptora. Empezó el año diecisiete y vamos hacia
peor.
De todos los males ya
inventariados, uno de los peores es la degeneración hacia un narcoestado hoy en
la mira de propios y extraños. El peligro del narcotráfico dejó de ser una
amenaza para convertirse en realidad concreta y palpable. Lo del Cartel de los
Soles no es un chiste, ni para ser utilizado como arma politiquera a favor o en
contra de individualidades. No se trata de solamente militares de alto rango.
En este negocio también hay civiles, políticos, empresarios y otros quienes por
necesidad o ambición desmedida de riqueza y poder, hoy están al servicio de
estas estructuras criminales.
Para apenas
referirnos a una muestra de lo que estamos viviendo, diremos que las matazones
registradas a diario por los medios de comunicación, el sicariato generalizado
y el aumento descomunal de delitos cometidos bajo la influencia de las drogas
ilegales están directamente vinculadas al negocio. Hoy es relativamente fácil
hacerle seguimiento al dinero sucio por lo que los capos pagan con droga a
quienes se ocupan del almacenaje y tráfico hacia el exterior. Esto alimenta el
buhonerismo de la droga, la existencia de pandillas con zonas específicas para
la venta al detal y los enfrentamientos terribles en barrios y urbanizaciones.
Confieso una
creciente decepción ante el silencio cobarde de un liderazgo exclusivamente
electoralista que le saca el cuerpo a los problemas más graves por temor o complicidad.
La pobreza, la escasez, la inflación, el desempleo, el deterioro de la salud,
la educación y los servicios básicos, entre otras cosas, alimentan el
microtráfico de las drogas ilegales, el peligro mayor para la juventud
tempranera. Es criminal “hacerse los locos” e ignorar el tema. Vendrán más
sorpresas, de afuera hacia adentro.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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