lunes, 9 de febrero de 2015

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, INDIFERENCIA CÓMPLICE, DESDE EL PUENTE

La sobre diagnosticada crisis general de Venezuela ya no sorprende a nadie en el continente o en el mundo. Las responsabilidades están ubicadas en un régimen ideologizado y conducido por una verdadera mafia ineficiente y corrompida, convertida en corruptora del país, mal que se extiende a toda la nación.
Esto es un desastre. Nada funciona bien. Tampoco hay políticas adecuadas para rectificar rumbos y lograr que las cosas mejoren en el mediano plazo. El régimen tiene objetivos de dominación a la vista y apela a todos los instrumentos a su alcance para alcanzarlos. Han tardado demasiado tiempo por los señalados factores de ineficacia y corrupción corruptora. Empezó el año diecisiete y vamos hacia peor.
De todos los males ya inventariados, uno de los peores es la degeneración hacia un narcoestado hoy en la mira de propios y extraños. El peligro del narcotráfico dejó de ser una amenaza para convertirse en realidad concreta y palpable. Lo del Cartel de los Soles no es un chiste, ni para ser utilizado como arma politiquera a favor o en contra de individualidades. No se trata de solamente militares de alto rango. En este negocio también hay civiles, políticos, empresarios y otros quienes por necesidad o ambición desmedida de riqueza y poder, hoy están al servicio de estas estructuras criminales.
Para apenas referirnos a una muestra de lo que estamos viviendo, diremos que las matazones registradas a diario por los medios de comunicación, el sicariato generalizado y el aumento descomunal de delitos cometidos bajo la influencia de las drogas ilegales están directamente vinculadas al negocio. Hoy es relativamente fácil hacerle seguimiento al dinero sucio por lo que los capos pagan con droga a quienes se ocupan del almacenaje y tráfico hacia el exterior. Esto alimenta el buhonerismo de la droga, la existencia de pandillas con zonas específicas para la venta al detal y los enfrentamientos terribles en barrios y urbanizaciones.
Confieso una creciente decepción ante el silencio cobarde de un liderazgo exclusivamente electoralista que le saca el cuerpo a los problemas más graves por temor o complicidad. La pobreza, la escasez, la inflación, el desempleo, el deterioro de la salud, la educación y los servicios básicos, entre otras cosas, alimentan el microtráfico de las drogas ilegales, el peligro mayor para la juventud tempranera. Es criminal “hacerse los locos” e ignorar el tema. Vendrán más sorpresas, de afuera hacia adentro.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz

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