jueves, 19 de febrero de 2015

LEONARDO MORALES P., COLAS E INSEGURIDAD: EL MISMO MAL

Los venezolanos han entrado en un proceso que nunca pensaron que podían padecer: el de la lucha por la sobrevivencia. El gobierno de tanto en tanto se jacta de lanzar a todo pulmón estadísticas que apuntan a demostrar cierta prosperidad colectiva. Recurren al Coeficiente de Gini, para convencernos de que han sido superadas las desigualdades en lo que respecta a los ingresos.
Lo cierto es que desde principios de año los venezolanos, de todos los estratos sociales, viven una constante lucha por adquirir productos alimenticios, generalmente escasos y cuyos precios siguen subiendo afectando el salario, cada vez más desvalorizado por una inflación que luce indetenible. De tan dramático panorama tampoco escapan las medicinas cuyo expendido pretende ser controlado por regulaciones que solo reflejan una crisis que ya el gobierno no puede ocultar.
Venezuela está como el cuero seco, cuando pisamos  por un lado se levanta por otro. Durante algún tiempo, la  atención colectiva estuvo dirigida a la violencia criminal, robos, atracos y asesinatos. La búsqueda de sobrevivir a la escasez nos ha hecho olvidar los niveles de inseguridad que atraviesa el país. No se trata de Caracas sino de toda la nación.
El antiguo Ministro encargado de estos asuntos, aun disfrutando de las vacaciones impuestas por Maduro, se había dedicado a cuadricular la ciudad para enfrentar la delincuencia. Se anunciaron cifras que sugerían su reducción pero la morgue seguía recibiendo desafortunados huéspedes. Ni secuestros ni otros actos delictivos disminuyeron significativamente.
Por estos días aparecen de nuevo actos que alarman a la ciudadanía. En Los Dos Caminos la policía Municipal de Sucre enfrentó a una banda de secuestradores armados con granadas y fusiles AK-47. Aun con la desventaja en la capacidad de  fuego la policía logró impedir el secuestro pero con un número importan de  efectivos heridos.
La inseguridad es cada vez mayor, insoportable y angustiante. El botín ya no es solo el efectivo, el reloj o el celular. Una bolsa con productos alimenticios es un trofeo ahora bien valorado.
El gobierno evidencia alarmantemente su escasa competencia para poder enfrentar  y superar la crisis.  La soberanía alimentaria pasará a formar parte del buzón de los desaciertos. La seguridad de los ciudadanos, de esos que no se hacen acompañar de escoltas porque no les corresponde y además no tienen como costear, está a la buena de Dios. Cómo se puede proteger a los ciudadanos cuando los delincuentes andan mejor armados que las policías. Más dramático aun, el presidente de la Comisión Presidencial para la Transformación Policial, dirigida por Freddy Bernal, le anunció al país que “mafias de extorsión, secuestro y sicariato (muerte por encargo) “penetraron” los cuerpos policiales”.
Nunca será innecesario insistir en la obligación que tiene el gobierno de buscar un amplio acuerdo con todos los sectores de la sociedad para enfrentar mancomunadamente aquellos asuntos sobre los cuales ha venido fracasando estrepitosamente.
De lo que se trata es de la vida de los ciudadanos, de quienes en esta tierra vivimos.
Por cierto, ¿sigue siendo la sra. Meléndez ministra para estos asuntos?
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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