Los quince años de
mal gobierno socialista “PSUV y MUD” nos deja una perversión “anti democrática”
y peligrosa, como es, que los diputados (con mínimas excepciones) no
representan al pueblo, a los valores y principios constitucionales y mucho
menos a los ciudadanos qué los eligen. Los diputados actuales están
comprometidos “por encima de todo” con Miraflores y los cogollos del PSUV y
MUD/G7. La Asamblea Nacional y sus diputados no les importa tener empatía
popular y respeto ciudadano; la práctica es “hablar y debatir con monserga e
insultos” para emocionar las barras y al final se hace “se acata” lo qué
negocian las cúpulas del PSUV, AD, PJ, UNT, Copei, CR, AP y ABP, siguiendo
instrucciones de la Presidencia de la Republica y los intereses pecuniarios
“negociados de contratos y dólares” de los jerarcas del MUD/G7, quien “no coja
línea” apartado queda. Hoy todo es reparto de cargos, dinero y cuotas de poder
y lo demás es montar un teatro y ver quien es mejor simulando y engañando al
pueblo. Es común qué una cosa se piensa, otra se dice y otra se termina
haciendo “si el negocio les conviene a los simuladores del Mal Gobierno
Socialista “PSUV y MUD”.
La ética pervertida
del arte socialista, no puede seguir siendo “la mejor o mayor mentira”, “los
mejores o mayores simuladores” y “los vivos y potentados jerarcas” que se
quedan con los millardos de dólares del presupuesto “dinero de todos los
venezolanos” y le dan al pueblo migajas para mantenerlos pobres y sometidos a
un Estado que los explota y les pisotea su dignidad de persona humana. Estos
hechos tienen cómplices en todos los poderes públicos y en los cogollos de los
partidos de la conchupancía.
El Estado socialista
explotador, ha diseñado su estrategia y discurso para manipular las emociones y
buscar la empatía de los que nada tienen, salvo, las esperanzas “inútiles y
fingidas por el populismo” que no sirven para superar el estado de pobreza. Al
investigar en los textos, podríamos definir la empatía como la capacidad de
ponerse en lugar del otro y de reconocerlo como igual. La empatía no sólo puede
ayudar a los demás, sino a nosotros mismos a entendernos y comunicarnos, pero
fundamentalmente a convivir con el que piensa distinto a nosotros, sin sesgos
de ninguna naturaleza.
¿QUÉ ES LA EMPATÍA Y
PARA QUÉ SIRVE?
La empatía es la
capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entenderlo, de tratar de
comprender qué pasa por su mente, cómo y por qué se siente así, pero no desde
nuestra perspectiva, sino intentando pensar cómo piensa él, con sus creencias,
sus valores. La empatía parte de la validación, de comprender que los
sentimientos de una persona son posibles en la situación en la que se
encuentra, aunque nosotros en su misma situación tuviéramos otros sentimientos.
Dicho en palabras más sencillas y con un ejemplo, para nosotros puede no ser
muy importante el hecho de no tener hermanos, pero para otra persona sí puede
serlo o tener una casa propia y para otro es mejor vivir arrimado. En esta
situación, la persona empática apartaría su “escala de importancia” para
entender el sufrimiento del otro desde “su escala de importancia”. Las
necesidades humanas son colectivas, pero cada quien le da la importancia según
su propia necesidad y percepción de intereses.
El grado de empatía. Hay personas que tienen una facilidad natural para
hacer lo que anteriormente hemos descrito pero hay otras que son incapaces de
hacerlo; en el caso de los diputados actuales, la mayoría actúa con arrogancia
y prepotencia, no se consideran servidores públicos, sino privilegiados que
deben ser servidos por el pueblo. Sin embargo, cuidado! A veces confundimos la empatía con otro
concepto que si bien no es lo mismo, es una parte fundamental para que se
produzca la empatía. Hablamos del reconocimiento de emociones. Nos referimos a
reconocer la tristeza, la alegría, el miedo, el enfado. Hay personas que son
capaces de identificar rápidamente el estado emocional en el que se encuentra
otra persona y hay otras que no consiguen identificarlo, siendo un poco
exagerados, aunque se lo escriba en la frente. Lógicamente, en éste paso previo
a la parte más cognitiva de la empatía, influyen muchas variables: la
familiaridad que tenemos con la persona que tiene la emoción, nuestro grado de
cansancio, su predisposición comunicativa, etc. Hoy vivimos esclavos de colas
(abastos, farmacias, autopistas, tiendas por departamento, bancos, etc.) y
atemorizados por el crimen e inseguridad reinante. Así es muy difícil tener empatías
con el gobierno Nacional, estadal y municipal, con los funcionarios públicos,
las policías, las fuerzas armadas, los fiscales públicos, los jueces y los
diputados.
La empatía tiene
muchos aspectos, positivos: facilita la comunicación, el consuelo, la
resolución de problemas, etc. Pero también tiene otro extremo, el negativo.
Vivir continuamente en el resto de zapatos del mundo que no son los nuestros,
hará que creemos una desconexión emocional con nosotros mismos que nos puede
pasar una factura muy importante. Así, es bueno practicar y entrenar la acción
mental de ponernos en el lugar del otro, pero sin olvidar que es el otro y sin
quedarnos permanentemente allí. Los primeros que tenemos que cuidar de nosotros
somos nosotros mismos.
¿CUÁNDO DEMOSTRAMOS
EMPATÍA?
Podemos ser una
personas muy empáticas, pero si no la demostramos, si no la ponemos en práctica
no sirve para nada. Dicho esto vamos a enumerar algunas ocasiones en la que
podemos utilizarla:
• Cuando
sabemos escuchar y comprender los sentimientos del otro sin estar tan pendiente
de nosotros mismos y de nuestras propias palabras.
• Cuando
no sólo utilizamos las palabras para consolar. También un abrazo, una palmada
en el hombro, un beso o una caricia nos hace ser más empáticos.
• Cuando
estamos con alguien que tiene un problema y le ayudamos con el sentido del
humor por ejemplo.
• Cuando
te expresas con delicadeza y cortesía. Aunque en el momento en el que te están
contando algo no lo entiendes o cuando no tienes tiempo para atender a la
persona pero se lo comunicas con delicadeza y cortesía estás utilizando la
empatía.
• Cuando
no muestras gestos de aburrimiento, irritación, cansancio.
• Cuando
no hacemos un comentario, una broma o un chiste que sabemos que le va a
molestar al otro.
• Cuando
hacemos entender a un anciano o a un niño por ejemplo, que lo entendemos, que
lo comprendemos y lo respetamos.
• Cuando
ayudamos a resolver problemas y somos capaces de calmar a los demás.
¿Cuándo no
demostramos empatía?
• Cuando
creemos que nuestros problemas son los únicos que hay en el mundo.
• Cuando
no escuchamos a los demás y siempre buscamos engañarlos.
• Cuando
juzgamos y hacemos comentarios hirientes; o simulamos hechos para sacar
provecho.
• Cuando
nunca ofrecemos una sonrisa, un gesto amable o una caricia a los demás.
• Cuando
siempre que hacemos algo por los demás esperamos algo a cambio.
Venezuela debe elegir
a diputados decentes y con empatía.
Juan de Dios Rivas Velásquez
rvjuandedios@gmail.com
@rvjuandedios
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