Muchos gerentes, supervisores y profesionales han oído esta máxima, pero
realmente solo la entienden cuando la vida los pone a prueba.
Imaginemos un profesional que le encargan la
construcción de un edificio. La información disponible es poca “queremos un
edificio bien situado en Puerto Ordaz, será el cuartel general para el personal
que construirá una planta industrial. Serán unas trescientas oficinas y debe
estar disponible en dos años. Esto es el “decir”. El profesional debe ahora
darle forma a esa idea. Pasarán muchas semanas diseñando, comprando materiales
y equipos, contratando la construcción. Todo condimentado con cosas que salen
mal y hay que tomar rápidas acciones correctivas. La idea tomó pocos segundos en decirla. Construirla
necesita mucho esfuerzo y tiempo frente a un trabajo retador.
La mayoría de las actividades humanas que
buscan un objetivo responden a este esquema. Un grupo de científicos quiere
desarrollar tecnología de protones para combatir ciertas enfermedades. La idea
se dice pronto, pero lograr desarrollar los equipos, hacer las pruebas y miles
de otras actividades lo coloca en el mundo real donde las cosas son difíciles
de lograr y requieren mucho tiempo.
Todo este cuento pretende explicar el fracaso
del Socialismo XXI usando ejemplos reales.
La “idea” de ser una potencia agrícola suena
bien. Produciríamos alimentos para el consumo interno y además exportaríamos.
Muchos dirigentes repitieron la ilusión, pero después de quince años no somos
tal potencia e importamos casi todos los alimentos .¿Que nos pasó?. La
respuesta está en la enorme distancia entre el decir y el hacer que ya
mencionamos. Hubo emoción pero no acción. La “idea” requería alguien que la ejecutase.
No el Ministro atareado con miles de cosas o sus directores. Quizás un equipo
nuevo de trabajo diseñaría el plan, seleccionaría los cultivos, buscaría los
presupuestos, coordinaría la ejecución y se mediría el resultado.
Igual cosa la ilusión de ser “una potencia
energética”. Decirlo está bien pero si de verdad quieres lograrlo hay que
“dejar el pelero” trabajando.
El chavismo llenó al País de sueños y poca
acción. Para colmo lo infestó el comunismo con sus reglas de control que lo
llevó a expropiar fábricas y fincas sin tener mucho talento para manejarlas.
El chavismo se dedicó a afianzarse en el
poder usando dineros y favores que llegaron de regalo con unos precios altos de
petróleo. Cambió el nombre de todos los organismos y los pintó de rojo, se hizo
dueño de casi todos los medios de comunicación, inventó misiones para controlar
a la población y actuó con tiros y cárcel frente a amenazas.
Pero descuidaron la moral y se inventaron el
cuento de enemigos con guerras que los quieren tumbar. Se olvidaron de la papa
y del jabón creyendo que hablando de ellos los producirían.
Así que mejor se van a otro lado a hablar.
Los que nos quedamos re construiremos la
patria. Viva Venezuela.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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