lunes, 23 de febrero de 2015

CLAUDIO FERMÍN, FRACASARON

Lo que nos pasa es grave. Es una crisis honda. Se trata de males que se han dejado crecer, que se han acumulado y que ahora han adquirido otras configuraciones, enquistándose en nuestros tejidos. Esas anomalías ya no son ajenas, ahora forman parte de nosotros.

Centenares de bandas actúan en el territorio nacional. Presumen de sus contactos en organismos policiales y en tribunales. Antes algunos abogados eran mal vistos por defender interesadamente a criminales. Hoy a los pranes les sobran bufetes de confianza que se ocupen de sus asuntos. La impunidad es la ley.

Cargamentos de droga salen tranquilamente en vuelos comerciales. Minas de oro de las que se han apropiado los vivos. Cupos de aluminio, de hierro, de petróleo, que se obsequian como bono de buena conducta a los incondicionales. Las alcabalas tejen rutas viales de la más putrefacta corrupción.

Con lo que se construye un edificio o un hospital, se podrían hacer varios en buena lid si no existiesen las comisiones, los sobreprecios en los proyectos, funcionarios tramposos, inspectores corrompidos y contralorías distraídas.

Al país lo carcomen las mafias. Pero las policías, los fiscales, la Asamblea Nacional y los jueces están pintados en la pared. Si son cómplices, indolentes o incapaces, es una calificación que corresponde a usted amable lector. Lo cierto es que nada hacen por ganarse nuestro respeto.

No producimos textiles, ni calzados, ni automóviles. Tampoco carne, arroz, aceites, ni leche suficiente para nuestro consumo. Mucho menos medicinas. Importamos gasolina, diésel y gas. Estamos endeudados hasta la coronilla y el costo de la vida es insoportable para los pobres, los asalariados y la clase media.

Por más que le pongan un cierre en la boca a unos miles que le han regalado una vivienda y a otros que amenazan con despedir de la administración pública si se quejan, las manifestaciones de protesta proliferan en todas partes.

Maduro, en vez de corregir errores, denuncia una supuesta conspiración en la que los comerciantes, industriales y productores disfrutan no vendiendo nada. Es decir, quebrando sus propias empresas. Eso no se lo cree ni él.

Sabe las causas del fracaso pero no tiene el coraje de aceptar que su socialismo ha sido una rotunda equivocación.  Ya basta. No tienen derecho a seguir haciendo daño.

Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin

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