Hablar de democracia
hoy, luego de haber padecido por espacio de 16 años de un bien disimulado
respeto a la Constitución, nos obliga a desenmascarar a quienes vilmente y
haciendo uso de la retórica de quien detentaría luego el poder, han conducido
al país al más nefasto estado de ruina económica, moral y ética.
Es necesario aclarar
debidamente la noción de lo que en sí encierra el término DEMOCRACIA
propiamente dicho, por cuanto existe una relativa ambigüedad de acuerdo a los
intereses de aquellos que la proclaman a su libre albedrío, ajena a la utilidad
analítica. Trasladada a la historia de las ideas políticas, la pretensión del
marxismo es la de redefinir la democracia occidental en término de una “verdadera o auténtica democracia”, la
democracia popular, y una vez en el poder, los regímenes autoritarios
justifican con caprichosas consignas democráticas, su divorcio de la auténtica
democracia representativa y constitucional, violando en consecuencia los
derechos humanos y colectivos, ajenos a la democracia pluralista y abierta en
la que el pueblo no tiene oportunidad de exigir sus derechos.
La democracia es una
forma de convivencia, en la que todos participan, en plano de igualdad, en los
asuntos colectivos- aquellos que los afectan de manera general – como medio
indispensable para alcanzar un completo desarrollo, tanto individual como
colectivo, y no como un mero instrumento desarticulado y ajeno a los
compromisos éticos.
Eruditos sociólogos y
politólogos sostienen que en democracia debe existir una horizontalidad, de tal
manera que imposibilite que una minoría gobernante pueda obtener obediencia a
través del control sobre aparatos coercitivos,
e impida la posibilidad de imponer represivamente su voluntad,
contrariando de esta manera los actos públicos que deben ser manejados por
medio de acuerdos, negociación y el diálogo.
Lo contrario es la
negación de la democracia, a nombre de la democracia.
Quienes hoy detentan
el poder bajo las consignas del socialismo bolivariano del siglo XXI, han
demostrado a lo largo de todos estos años su indeclinable postura comunista, y
pretenden esconder el guión que sus jefes políticos los camaradas cubanos,
hermanos Castro les pautan. No tenemos sino que escuchar a Maduro, cuando en
sus monsergas discursivas que casi a diario realiza, acusa al imperialismo y a
la “burguesía de la derecha pertrecha” como últimamente la califica, de todo el
desastre que vivimos los venezolanos por la escasez de alimentos y medicinas,
cuando de todos es conocido que la crítica situación que afrontamos quienes
habitamos en esta generosa tierra, obedece a la ineptitud, corrupción,
negligencia, incapacidad y torpeza en el manejo de los destinos del país.
Para expiar sus
culpas, Maduro haciendo todo cuanto se pueda imaginar en su imitación hasta
gestual, de su padre putativo el difunto Chávez, nombra a diestra y siniestra a
supuestos comandos cívicos militares para hacer frente a lo que ha dado en
calificar como la “guerra económica” para cuya batalla –según sus propias
palabras – pide a civiles y militares conformados en Comandos, rechazar a
quienes se oponen al régimen y lo acusan del desastre que les obliga a hacer
kilométricas colas en supermercados, abastos, comercios y tiendas de todo el
país. Una manifiesta y abierta intención de subliminalmente incitar a la
violencia. Y se vanagloria pomposamente de ser amante de la paz, por cuya razón
se rasga sus vestiduras y hasta manifiesta que eleva sus oraciones a Dios. ¿Cuándo
se ha visto comunista rezando y
persignándose?.
Todo pasado tiene su
presente, y sus huellas están impregnadas en testimonios escritos, que nos
permite analizar los principios de la legitimidad del poder político, con el
propósito fundamental de transformar una relación de fuerza en una relación de
derecho, y no especular con marcado interés político la diferencia que existe –
por ejemplo - entre capitalismo y
socialismo, privilegiando a éste último como la panacea que resuelve todos los
problemas sociales de una nación, que como la nuestra, por desgracia cayó en
manos de populistas y demagogos que no se cansan de alabar las bondades del
comunismo, caduco por cierto, al que renunciaron muchos países en pleno siglo
XXI.
El difunto Chávez
desde que se encumbró políticamente y alcanzó el poder por la vía del voto,
pese a que siendo candidato presidencial, al principio invitó al país
abstenerse de votar, negativa que posteriormente cambiaría por consejo de su
mentor político, el viejo luchador sindicalista ex urredista Luis Miquelena,
hoy acérrimo opositor del llamado socialismo del siglo XXI, no perdió
oportunidad para prevalido de la fuerza arrolladora con la que obtuvo su
victoria, hacer cuanta maroma política pudo para procurar eternizarse en el poder.
Visto así, una y otra vez en procesos eleccionarios salió ganador, y con mayoría parlamentaria hizo suya la
Carta Magna, a la cual ahora comprendemos por qué la denominó “la bicha”, pues
la pisoteó cuantas veces le dio la gana, al igual que ahora su hijo putativo y
heredero, que hasta pretende imitarlo histriónicamente.
Vivimos una dura y
crítica situación que pasará a la historia, por culpa de un régimen incapaz de
satisfacer las crecientes expectativas de un país sumido en el más doloroso
episodio, el que a quienes se enseñorean en el poder, parece no importarles un
bledo. Somos como bien lo diría el disidente
chavista-comunista Giordani, “el hazmerreír de todos los países
latinoamericanos”, y yo le agregaría del mundo, pues Venezuela es vista como un
narco-estado; el férreo control de los medios de comunicación; la no
independencia de los poderes: Legislativo, Defensoría del Pueblo, Fiscalía
General de la República, Contraloría General de la República (¿) y otros
tantos; marcada participación del sector militar en el poder ejecutivo:
Ministros, Presidentes de empresas e institutos del estado, etc.; la cada día
más creciente inseguridad en toda la nación; la escasez de fármacos, por cuya
causa han fallecido cientos de venezolanos, en su mayoría víctimas de problemas
coronarios, cáncer y otras dolencias; la arbitraria detención de empresarios
acusados de presunto acaparamiento, que el régimen califica como “guerra
económica” ; el desabastecimiento de alimentos de la cesta diaria., la cual
alcanza el valor de Bs. 16.875,oo., y muchos, pero muchos problemas que día a
día agobian a millares de hogares venezolanos, que sin duda alguna ven mermada
su calidad de vida.
Es necesario que
determinemos claramente la esencia de la verdadera democracia, la cual en nuestro
país es falsificada ideológicamente por quienes siguen empeñados en valorarla
positivamente, degradando su propio significado con falsos valores, mediante una sistemática ideologización en
textos, medios de comunicación e instituciones del estado.
“La ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.” SIMON BOLÍVAR
Carlos E. Aguilera A
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de
Periodistas (CNP-122)
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