jueves, 12 de febrero de 2015

CARLOS E. AGUILERA A., ¿DEMOCRACIA EN COMUNISMO?

Hablar de democracia hoy, luego de haber padecido por espacio de 16 años de un bien disimulado respeto a la Constitución, nos obliga a desenmascarar a quienes vilmente y haciendo uso de la retórica de quien detentaría luego el poder, han conducido al país al más nefasto estado de ruina económica, moral y ética.
Es necesario aclarar debidamente la noción de lo que en sí encierra el término DEMOCRACIA propiamente dicho, por cuanto existe una relativa ambigüedad de acuerdo a los intereses de aquellos que la proclaman a su libre albedrío, ajena a la utilidad analítica. Trasladada a la historia de las ideas políticas, la pretensión del marxismo es la de redefinir la democracia occidental en término de una  “verdadera o auténtica democracia”, la democracia popular, y una vez en el poder, los regímenes autoritarios justifican con caprichosas consignas democráticas, su divorcio de la auténtica democracia representativa y constitucional, violando en consecuencia los derechos humanos y colectivos, ajenos a la democracia pluralista y abierta en la que el pueblo no tiene oportunidad de exigir sus derechos.
La democracia es una forma de convivencia, en la que todos participan, en plano de igualdad, en los asuntos colectivos- aquellos que los afectan de manera general – como medio indispensable para alcanzar un completo desarrollo, tanto individual como colectivo, y no como un mero instrumento desarticulado y ajeno a los compromisos éticos.
Eruditos sociólogos y politólogos sostienen que en democracia debe existir una horizontalidad, de tal manera que imposibilite que una minoría gobernante pueda obtener obediencia a través del control sobre aparatos coercitivos,  e impida la posibilidad de imponer represivamente su voluntad, contrariando de esta manera los actos públicos que deben ser manejados por medio de acuerdos, negociación y el diálogo.
Lo contrario es la negación de la democracia, a nombre de la democracia.
Quienes hoy detentan el poder bajo las consignas del socialismo bolivariano del siglo XXI, han demostrado a lo largo de todos estos años su indeclinable postura comunista, y pretenden esconder el guión que sus jefes políticos los camaradas cubanos, hermanos Castro les pautan. No tenemos sino que escuchar a Maduro, cuando en sus monsergas discursivas que casi a diario realiza, acusa al imperialismo y a la “burguesía de la derecha pertrecha” como últimamente la califica, de todo el desastre que vivimos los venezolanos por la escasez de alimentos y medicinas, cuando de todos es conocido que la crítica situación que afrontamos quienes habitamos en esta generosa tierra, obedece a la ineptitud, corrupción, negligencia, incapacidad y torpeza en el manejo de los destinos del país.
Para expiar sus culpas, Maduro haciendo todo cuanto se pueda imaginar en su imitación hasta gestual, de su padre putativo el difunto Chávez, nombra a diestra y siniestra a supuestos comandos cívicos militares para hacer frente a lo que ha dado en calificar como la “guerra económica” para cuya batalla –según sus propias palabras – pide a civiles y militares conformados en Comandos, rechazar a quienes se oponen al régimen y lo acusan del desastre que les obliga a hacer kilométricas colas en supermercados, abastos, comercios y tiendas de todo el país. Una manifiesta y abierta intención de subliminalmente incitar a la violencia. Y se vanagloria pomposamente de ser amante de la paz, por cuya razón se rasga sus vestiduras y hasta manifiesta que eleva sus oraciones a Dios. ¿Cuándo se ha visto comunista rezando y  persignándose?. 
Todo pasado tiene su presente, y sus huellas están impregnadas en testimonios escritos, que nos permite analizar los principios de la legitimidad del poder político, con el propósito fundamental de transformar una relación de fuerza en una relación de derecho, y no especular con marcado interés político la diferencia que existe – por ejemplo -  entre capitalismo y socialismo, privilegiando a éste último como la panacea que resuelve todos los problemas sociales de una nación, que como la nuestra, por desgracia cayó en manos de populistas y demagogos que no se cansan de alabar las bondades del comunismo, caduco por cierto, al que renunciaron muchos países en pleno siglo XXI.
El difunto Chávez desde que se encumbró políticamente y alcanzó el poder por la vía del voto, pese a que siendo candidato presidencial, al principio invitó al país abstenerse de votar, negativa que posteriormente cambiaría por consejo de su mentor político, el viejo luchador sindicalista ex urredista Luis Miquelena, hoy acérrimo opositor del llamado socialismo del siglo XXI, no perdió oportunidad para prevalido de la fuerza arrolladora con la que obtuvo su victoria, hacer cuanta maroma política pudo para procurar eternizarse en el poder. Visto así, una y otra vez en procesos eleccionarios salió ganador,  y con mayoría parlamentaria hizo suya la Carta Magna, a la cual ahora comprendemos por qué la denominó “la bicha”, pues la pisoteó cuantas veces le dio la gana, al igual que ahora su hijo putativo y heredero, que hasta pretende imitarlo histriónicamente.
Vivimos una dura y crítica situación que pasará a la historia, por culpa de un régimen incapaz de satisfacer las crecientes expectativas de un país sumido en el más doloroso episodio, el que a quienes se enseñorean en el poder, parece no importarles un bledo. Somos como bien lo diría el disidente  chavista-comunista Giordani, “el hazmerreír de todos los países latinoamericanos”, y yo le agregaría del mundo, pues Venezuela es vista como un narco-estado; el férreo control de los medios de comunicación; la no independencia de los poderes: Legislativo, Defensoría del Pueblo, Fiscalía General de la República, Contraloría General de la República (¿) y otros tantos; marcada participación del sector militar en el poder ejecutivo: Ministros, Presidentes de empresas e institutos del estado, etc.; la cada día más creciente inseguridad en toda la nación; la escasez de fármacos, por cuya causa han fallecido cientos de venezolanos, en su mayoría víctimas de problemas coronarios, cáncer y otras dolencias; la arbitraria detención de empresarios acusados de presunto acaparamiento, que el régimen califica como “guerra económica” ; el desabastecimiento de alimentos de la cesta diaria., la cual alcanza el valor de Bs. 16.875,oo., y muchos, pero muchos problemas que día a día agobian a millares de hogares venezolanos, que sin duda alguna ven mermada su calidad de vida.
Es necesario que determinemos claramente la esencia de la verdadera democracia, la cual en nuestro país es falsificada ideológicamente por quienes siguen empeñados en valorarla positivamente, degradando su propio significado con falsos valores,  mediante una sistemática ideologización en textos, medios de comunicación e instituciones del estado.
 “La ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia  por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.”  SIMON BOLÍVAR
Carlos E. Aguilera A
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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