Hoy
recordaba a un joven sindicalista de carácter revolucionario que logró ser el
Primer Mandatario de su país. No pensaran mis lectores que me refiero a Nicolás
Maduro pues éste no fue sindicalista sino un reposero, no tiene carácter
revolucionario sino que fue adoctrinado por los cubanos y para colmo, nadie
considera un logro propio su arribo al poder.
En fin, me refería a Benito Mussolini, aunque ciertamente “Il Duce”
viene a mi memoria gracias a la dislocada frase “Dios proveerá”, pronunciada
por un desconcertado e irresponsable presidente ante un país inmerso en una
crisis abismal.
Mussolini
fue un ateo contumaz que llegó al extremo de desafiar a Dios en público,
dándole cinco minutos para que lo aniquilara y “si no lo hace es porque no
existe”. Años después, siendo Primer
Ministro de Italia, ese ateo desalmado firmó un pacto con el Vaticano (1929),
reconociendo a la Santa Sede como Estado soberano, sujeto a Derecho
Internacional. Los “Pactos de Letrán” permitieron además la educación católica
en Italia y le dio el estatus de Iglesia Oficial. ¿Acaso un ángel tocó el
corazón de este sanguinario revolucionario?
Nada de eso, solo entendió que no podría gobernar a Italia enfrentando
al mundo católico. Simple populismo, pragmatismo puro y elemental. Así son
todas las dictaduras, sean de izquierda o derecha.
Marx,
Mao y Fidel Castro –figuras idolatradas del régimen- fueron igualmente ateos e
inescrupulosos. La diferencia es que
Chávez comprendió –y Maduro lo aprendió- que nuestro pueblo es profundamente
religioso: la Virgen del Valle, José Gregorio Hernández, La Divina Pastora, San
Antonio o El Nazareno, entre otros, forman parte esencial del venezolano. Pero
la boliburguesía roja-rojita es cultural y religiosamente bipolar.
Quieren
parecer monaguillos pero son ateos, otras veces son santeros, budistas o
musulmanes, según convenga. Los que profanaron la tumba de El Libertador,
sacrifican animales durante oscuros rituales en Miraflores o insultan a las
autoridades eclesiásticas, son los mismos que salen lloriqueando con un
crucifijo en la mano cuando la situación se complica.
¡Así son! En medio de esta terrible escasez que sufre
el pueblo, decir “Dios proveerá” no es algo casual sino una vulgar manipulación
del sentimiento religioso de los venezolanos.
Es una forma de no dar respuesta
a la demanda social y evadir su responsabilidad en esta tragedia que vive la
Nación. Pero será inútil, nadie les cree
ni el Padre Nuestro. La gente sabe que
no existe guerra económica y conoce a los culpables de este desastre nacional.
Por
otra parte, Dios ha sido un proveedor generoso: petróleo, extraordinarias
riquezas minerales, tierras fértiles, caudalosos ríos, un clima excepcional y
un maravilloso pueblo que ha escrito gloriosas páginas de nuestra historia.
Esta fortuna ha sido dilapidada por las cúpulas podridas que hoy ejercen el
poder. Ahora, luego de 15 años de desenfrenada corrupción, ni los chinos ni los
rusos le prestan un centavo a este gobierno putrefacto, entonces ¿Por qué Dios
si les va a dar crédito?
Claro que Dios
proveerá pero no para que sigan robando.
Proveerá un aliento a quienes luchan por un cambio, una luz que ilumine
nuestro camino. Dios proveerá, en su momento...
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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