Desde hace muchos años hemos venido
insistiendo en el peligro que afronta la humanidad, ante los manejos monetarios
de los bancos centrales del mundo y, en especial, el Fondo de la Reserva
Federal (el FED). Desde que, en 1913, los oligarcas financieros del mundo se
reunieran en esa misteriosa isla en las costas de Georgia, Jekyll Island, se
iniciaba el tejido de la red que hoy aprisiona al mundo, dándole vida al FED
organismo que hasta la fecha permanece como un banco privado, no una
organización del gobierno de EU como muchos piensan.
Los acuerdos de Bretton Woods primero, y
después la decisión de Nixon en 1971de abandonar el último vestugo de las
monedas respaldadas con oro, le daba vida a ese gran casino mundial que hoy día
representa el sistema monetario internacional. Entre 1949 y 1968 los
dólares-billete en el exterior de EE.UU. pasaron de 6.400 a 35.700 millones
mientras que las reservas de oro en poder de EE.UU. pasaron de 24.600 a 10.400
millones de dólares. Ese volumen de dólares circulando fuera de EE.UU.
-enormemente ampliado desde 1973 con el reciclado de los petrodólares
acumulados por los países de la OPEP- sería el origen del mercado de
eurodólares, es decir, de créditos concedidos por la banca comercial de ámbito
internacional. Ahí Nixon se raja.
Sin embargo, parece que todavía priva algo de
lógica y ética en algunos países y sus líderes. Hace unos días Suiza
simplemente afirmó; “así yo no juego”, deshizo la liga de su moneda con el
manoseado euro y envía su franco a flotar. Ello ha provocado una tenue tormenta
presagio del huracán que nos aguarda.
Al inicio del tercer milenio de la era
cristiana, el mundo enfrenta una apocalíptica realidad cuando el dólar, el yen,
el marco alemán y otras monedas mundiales han entrado a una etapa comatosa.
Nuestro sistema monetario mundial se ha infectado con un mortal virus y ya con
su enfermedad y síntomas muy visibles, es solo cuestión de tiempo para que
inicie su dolorosa muerte. Los bancos, a nivel mundial, después de haber sido
el símbolo de fuerza y estabilidad desde el renacimiento, en todos los rincones
del mundo inexplicablemente han empezado a sucumbir y en algunas partes como
Japón, Venezuela, Argentina y China, son bombas de tiempo que cada día nos
acercan a su detonador.
Los EU continúan creando una monstruosa
deuda, una serie de desbalances en su comercio mundial, burbujas en su economía
provocadas por el banco central y el declive del valor de su moneda. A pesar de
los esfuerzos de infinidad de gobiernos para controla el valor de sus monedas,
cada día nos muestran su ineficiencia ante una serie de novedosas instituciones
que se extienden por el mundo en una red que nadie parece entender, pero que
cada día consolida una fuerza nunca vista. Las trampas establecidas por el
economista del corto plazo; Keynes, como el FMI y el Banco Mundial cada vez
lucen más irrelevantes ante la nueva ola.
En el verano de 1992 el mundo lucía una
interesante visión ante la oportunidad de la apertura de un nuevo mercado
abierto y global con reglas claras. Pero esa visión se empañaba ante la ruptura
del sistema monetario mundial. En lugar de continuar la tendencia para
construir una expansiva economía mundial ante la oportunidad de la disolución
de la Unión Soviética. El dinero, lenguaje de los negocios internacionales y la
base para el comercio mundial, empezaba a perder su habilidad para comunicar
las señales de los precios a través de las fronteras, cuando los tipos de
cambio iniciaban una conducta irracional. Pero aun peor, las monedas se
convertían en armas usadas por los gobiernos como instrumentos de protección y
ataque.
El mundo ha vivido ya tres etapas de su
desarrollo. La primera fue la conocida como de recolección y caza; la segunda
fue la de la agricultura; la tercera la de la famosa revolución industrial y,
finalmente, hemos ya iniciado la etapa de la información.
Sin embargo, en la segunda de ellas, la de la
agricultura, sucederían una serie de eventos que cincelaban el futuro del
mundo: Al descubrir el cultivo de la tierra, las tribus dejaban de ser nómadas
y nacían los asentamientos humanos y las ciudades. Nacía también la división
del trabajo en la cual algunos miembros de las nuevas comunidades, escogían una
especialidad en lugar de tratar de producir todos los satisfactores para su
familia, y luego intercambiarlos con otros miembros. Con ello, se iniciaba la
acumulación de activos cuando algunos producían sobrantes de cosechas,
fabricaban sus viviendas, sus instrumentos de labranza, domesticaban algunos
animales.
Al iniciarse esa acumulación de activos como
premio del trabajo, se iniciaba también una etapa que funestamente ha
caracterizado nuestras civilizaciones; la violencia. Otros miembros de esas
nuevas sociedades se daban al pillaje y al asalto para expropiar lo que el
hombre legítimamente construía con su trabajo, lo cual creaba la necesidad de
proteger esos noveles patrimonios. Siguiendo la ley de oferta y demanda, de
inmediato surgen grupos de protectores profesionales quienes por un “módico”
porcentaje de la producción de los afectados, se dedicaban a protegerlos de eso
preeditores. En esos momentos surgía también la primera manifestación de lo que
luego sería la estructura de gobierno.
Es decir, la primera manifestación de lo que
luego se convertiría en gobierno, nacía con el mismo principio de la mafia
siciliana; vendiendo una forzada protección. Pero luego, como afirmara Paine: “De
entre aquella manada de salvajes y barbajanes, surgiría el más salvaje y cruel
de todos para elegirse como Rey”. A partir de esos momentos se inicia un largo
y triste proceso en el cual, esa emergente “realeza” fabricaba el arnés con el
cual cabalgaría sobre las espaldas de quienes con el avance de la historia, se
les conocería como plebeyos al servicio de los privilegiados.
Mi abuelo materno era un hombre especial,
hombre forjado en la lucha contra los yaquis y los apaches quien, con sólo una
educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México,
fundador del primer banco regional de Sonora, y un gran filántropo. Tuve la
fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el
cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba muchos miles de
hectáreas, lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios,
del título de latifundista explotador del pueblo y enemigo de las causas
populares.
Era también un gran filósofo ranchero.
Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un
viejo baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad,
cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del
preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? “Es dinero”, me
responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto. Entonces, los billetes de 5
pesos que me das los domingos, ¿Qué son? Me mira ahora con seriedad y responde:
“Es papel que no sirve para nada”. Con mi inocencia de niño cierro el dialogo y
le digo; “entonces el domingo quiero una rueda de esas en lugar de ese papel
que no sirve para nada.”
Ricardo
Valenzuela
chero@gmx.com
chero@refugioliberal.net
@elchero
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