PEDRO A. PALMA |
Como tantas veces lo
hemos advertido, la no atención de aquellos desequilibrios ha traído
consecuencias muy negativas. Las restricciones para acceder a las divisas cada
vez más escasas, la negativa gubernamental a implementar los necesarios ajustes
cambiarios, los severos e irracionales controles de precios y de otra índole
que se han impuesto, la continuada actitud hostil a la iniciativa económica
privada, y los cada vez más exiguos resultados productivos de las empresas expropiadas
por el Estado, agravaron el año pasado los problemas de desabastecimiento y de
restricción de la actividad productiva, al punto de generarse una caída de 4%
del PIB. Ello, combinado con la
dislocada expansión monetaria debido al desequilibrio fiscal y al masivo
financiamiento de gasto público deficitario por el BCV, generó un notable
recrudecimiento inflacionario y una contracción de las remuneraciones reales,
lo cual afectó a toda la población, pero particularmente a los más desposeídos.
Como ya se dijo, el
comportamiento económico de 2015 luce muy complejo y adverso. Los graves
desajustes que se han acumulado, combinados con el desplome de los precios
petroleros, llevan a concluir que hoy luce como inevitable e inminente la
implementación de una serie de medidas de ajuste con el fin de afrontar la
grave situación. Ello, sin duda, generaría consecuencias dolorosas. El
desbalance fiscal obliga a la revisión de las tarifas de los servicios
públicos, al incremento del precio de la gasolina, a posibles aumentos de
impuestos o implementación de nuevos tributos, y a la racionalización del gasto
gubernamental, medidas estas que tienen inmediatas consecuencias inflacionarias
y recesivas.
Por otra parte, la
agudización del desequilibrio cambiario debido a la altísima demanda de dólares
y a la menor disponibilidad de divisas, agravado por el desplome de los precios
petroleros, lleva a la necesidad imperiosa de ajustar los tipos de cambio
oficiales, lo cual implicará una importante devaluación del bolívar. Esto también
generará presiones inflacionarias debido al encarecimiento de los productos
foráneos, de los que tanto dependemos, así como un efecto recesivo por la
disminución de la capacidad de compra de los ingresos de los venezolanos y las
consecuentes restricciones de demanda.
También se hace
necesario limitar la liquidez, para lo cual es fundamental eliminar el
pernicioso financiamiento de gasto público deficitario por el BCV, así como
estimular la producción a través de incentivos a la inversión, eliminación de
controles de precios absurdos que condenan a productores y comerciantes a
trabajar a pérdida o con márgenes exiguos, y la reversión de las expropiaciones
o expoliaciones de empresas por parte del Estado. En otras palabras, es
necesario dar un giro de 180 grados en el manejo de lo económico. De no
hacerlo, e insistir el gobierno en mantener el camino errado de la inacción por
temor a las consecuencias políticas que los ajustes tendrían, sobre todo en un
año electoral como 2015 en el que se
elegirá a los nuevos miembros de la Asamblea Nacional, podría tener
consecuencias catastróficas con desenlaces traumáticos en lo económico y en lo
político.
Tenemos por delante tiempos irremediablemente
muy difíciles. Si se aplican los ajustes necesarios, este año tendremos alta
inflación, recesión aún más intensa, desempleo y mayor pobreza, pero si no se
implementan estos las consecuencias serían aún peores y más traumáticas.
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa
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