viernes, 30 de enero de 2015

LUIS BARRAGÁN, TURBIEDAD

El gobierno acostumbra a generar las situaciones más turbias que le son posibles, procurando desacreditar a todo opositor o disidente. Apelando a la ya enfermiza monserga radiotelevisiva, hincha sus ínfulas morales para ofender y ridiculizar a la población que lo sufre, tiroteando el lenguaje, cuya descomposición habla de la que ya embarga al propio poder.    
La invitación cumplida con retraso por Nicolás Maduro, mas no la comparecencia que ordena la Constitución, agravó su situación, perdiendo la oportunidad de transmitir una versión clara de lo que ha hecho y hará. Supuestos destinatarios inmediatos del mensaje, los parlamentarios que apenas cupimos en el hemiciclo protocolar, anegado de todo el alto funcionariado y sus más importantes relacionados, constatamos la inseguridad, vacilación y torpeza de un orador que agotó las consignas para sentenciar que la divina providencia –sencillamente – proveerá, incurriendo en una confesión a la que jamás mandatario alguno se atrevió desde tamaña tribuna.
Escurridizo, apeló a la discusión generalizada del aumento de la gasolina, obvio, entre los más cercanamente suyos, despuntando la cobardía, cuando el país no lo concibe ni tolera precisamente deliberante, atenazado por la censura y el bloqueo informativo. E, irreprimible, al mismo tiempo el país delibera, llamando a la realidad por su nombre, víctima del monumental fracaso del mismo gobierno que tiene más de una década y media, incluida la terrible indecisión del que funge como jefe de Estado.
Exhaustos los laboratorios oficiales, intentando las estridencias de un escándalo de distracción, busca manchar a la oposición que, a veces, es necesario reconocerlo, da motivos para la confusión. Al faltar argumentos, sobran las ofensas, denuestos y excentricidades en el esfuerzo temerario de defender lo indefendible.
Un régimen que, además, está dispuesto a aceptar las condiciones más leoninas para endeudarse con China, Rusia o cualesquiera otras potencias que le hagan el desesperado favor, quedando el Fondo Monetario Internacional (FMI) cual Orden de Carmelitas Descalzos, urge de las más caliginosas campañas para prolongarse. Por supuesto, con su particular Consejo Nacional Electoral (CNE), desafía a una población a la que cada vez más pretende cerrarle las puertas democráticas para expresar su inconformidad, descontento e indignación.
Por cierto, la sola preocupación por los presos políticos venezolanos, enaltece a los ex – presidentes Andrés Pastrana, Sebastián Piñera y Felipe Calderón, quienes son víctimas del corroído y desesperado verbo oficialista. El intento de visitar a Leopoldo López en Ramo Verde, faltando poco para los culatazos, como dijera en las redes sociales Iruña Urruticoechea, deja notariado el drama que atravesamos los venezolanos.
Y, permitiéndonos expresar un sentimiento, el caso concreto del presidente Piñera constrasta con muchos de sus compatriotas socialcristianos y socialistas que, por estos años, han aportado poco o nada al esfuerzo de reivindicación de la democracia y las libertades en Venezuela, a pesar de la activa solidaridad que tuvimos con ellos en los tiempos de Pinochet. Vaya nuestro merecido aplauso para Sebastián Piñera, quien tiene más sentimiento latinoamericanista que aquellos que se ufanan.
Luis Barragan J.
luisbarraganj@gmail.com
@LuisBarraganJ

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