sábado, 3 de enero de 2015

JORGE IVAN RODRIGUEZ MANZANO, MENSAJE Y REFLEXIÓN DE NAVIDAD

JORGE IVAN RODRIGUEZ MANZANO
Como es costumbre, reciban  el  deseo inmenso de prosperidad y felicidad  en los tiempos por venir, que el Dios del universo nos proteja y nos ilumine a todos ante unos escenarios que se perciben difíciles y tormentosos.

Nada más complicado que predecir el futuro, sin embargo el pasado reciente y el presente conflictivo nos indican que las cosas vienen en este próximo año arto complicadas,  razón  por la cual siento propicia la ocasión para elevar plegaria al Dios padre y pedirle luz y claridad ante un horizonte de incertidumbre y angustia.
Un país divido, una oposición sin liderazgo, un gobierno sin rumbo y agotado prematuramente, un pueblo angustiado, que padece  las malas políticas y desaciertos de los  burócratas del  gobierno y de los mal llamados jefes de la oposición. Una clase  política  convertida en élite que se aísla cada vez más de la realidad y apuesta a sus intereses particulares y al de sus organizaciones, rara vez piensa en el pueblo.
 Un tren  ministerial, en su gran mayoría  burócrata,  oligárquico , corrupto e incapaz, que se sostiene sobre la mentira, el engaño y cabalga sobre una  retórica  ideológica que  sirve para hacer  política, pero no para ir al mercado ni  resolver los problemas domésticos del  venezolano común, menos aún para resolver los problemas macroeconómicos que arruinan  al país y lo  subsumen en el peor de los índices económicos de América Latina.
Las esperanzas  se pierden, la confianza mengua, la solidaridad se extingue y solo se observa un “sálvese quien pueda”. La vocación de servicio brilla por su ausencia, los funcionarios se creen  eternos y con la obligación de mandar y pisar la voluntad  popular. A nombre de la revolución se hacen  los  negocios  más jugosos y  se medra el presupuesto nacional. Un escándalo de corrupción es tapado  por otro  mayor y  en  la generalidad de los  casos, tirados en el baúl de los recuerdos y hasta premiado, si el corrupto es de la  élite gubernamental.
La oposición con unos supuestos líderes que  se pelean  por una  botella  vacía y  han  sido  incapaces de ganarse la confianza del país nacional. Triste ver como en la misma  oposición por apellidos  y por estirpe familiar algunos se creen predestinados a ser presidentes y hasta de  imponer a sus padres  como  guías  políticos de un pueblo  cansado de tanta barbarie. Jefes políticos importantísimos para sus partidos, pero insignificantes para la sociedad. No van a los barrios sino en épocas electorales para hablar sobre el hambre, que nunca han sentido, financiados por grupos empresariales que apuestan a tener influencia en un nuevo gobierno, esto no debe continuar.
Partidos  políticos que tienen años fuera de los barrios   y del  hecho  social,  pero  se creen dueños del monopolio del  descontento, de la oposición y de los votos. Se atribuyen los votos, la vocería y las negociaciones a nombre del pueblo opositor. Se sienten con el derecho  de imponer sus cuadros,  sus  piezas, sus  instrumentos de poder para plantearse un cambio de gobierno, gracias a  Dios  el pueblo  no les cree y vota contra el  gobierno  pero no milita en la oposición. En definitiva un sistema en crisis que amerita de un sacudón,  un replanteo y unas  nuevas condiciones para  oxigenarse.
En verdad  creo como ciudadano común que no se, ¿qué será peor, el remedio o la enfermedad? Salir de este gobierno para dar un salto en el vacío preocupa, pero continuar con esta situación atormenta. Seguro estoy que hay que dar un viraje y construir una  nueva mayoría  que  replantee el país  con un programa  concreto para salir de la  crisis y recupere la dignidad de los venezolanos y el derecho a tener calidad de vida, de eso si estoy seguro. Ojala en el gobierno los sectores  más sensatos,  los más consientes, los  que tengan sentido común, entiendan lo grave de una confrontación y de seguir por este  esquema de polarización y radicalismo fracasado que hunde al país en el fango de la ingobernabilidad y del atraso económico. Así mismo los sectores más conscientes de la oposición al  gobierno entiendan la necesidad de un  acuerdo programático basado en la constitución y que juntos con respeto, democracia y con mayoría podamos enrumbar al país.
Estamos en la obligación de elevarnos por encima de las diferencias y entender que  todos juntos podemos  construir un gran consenso nacional para salir de la crisis, los radicales estorban en esta hora menguada, requerimos de un centro político que una al país nacional, a las  fuerzas armadas institucionales, a las  universidades y academias, a los empresarios de verdad, no a los  acostumbrados a vivir del rentismo y del presupuesto del estado, a los emprendedores, a los jóvenes, necesitamos unas nuevas y briosas esperanzas, necesitamos  creer nuevamente en el país, que nuestros  jóvenes  no  sientan  la necesidad de irse en busca de futuro en  otras latitudes, que por el contrario vuelvan todos los que se han ido para reconstruir la patria y puedan, con  sobradas garantías colocar al servicio de Venezuela todos sus conocimientos y capacidades.
Tengo la horrible  impresión que estamos  montados en  un barril de pólvora acompañado de una  gran desilusión y una gran  desesperanza e incertidumbre  que nos coloca al borde del  abismo.
Es momento de   profunda  reflexión, de  ponerse la mano en el corazón y hacerse un  examen de conciencia, vale  la pena  preguntarse ¿Qué le conviene al país?, ¿será pertinente y beneficioso un  golpe de estado?  ¿Será beneficiosa  una guerra  civil? Yo en lo particular creo que tenemos que evaluar la oportunidad de  darnos un consenso entre todos los venezolanos, por eso  llamo a la parte más sensata del  gobierno y de la oposición   a que ensayemos el camino del  diálogo, el consenso programático y la unidad  verdadera en la  acción  compartida para  convertir esta crisis en  una  oportunidad, para ello  necesitamos  reconciliarnos, perdonarnos y  hacer  uso  de la reflexión, la sensatez y el  amor de venezolanos.
Este nuevo año se presenta a punta de caramelo, lo peligroso es que cada quien jala la braza para su sardina, esto le puede costar al país  unos cuantos muertos y unos cuantos  años de violencia, recordemos que la violencia se sabe cuándo comienza pero nunca cuándo  termina. En  este sentido  mi mensaje de angustia  es  a los sectores sensatos del país, al Presidente de la República que tiene la primera responsabilidad  pública con Venezuela, a los militantes del  PSUV  que les duele Venezuela y su  futuro,  a los Militares de alto rango, a  las autoridades universitarias y los  empresarios honestos, a los dirigentes sociales, a las bases militantes de la oposición y del  gobierno, a que iniciemos una gran cruzada por la reconciliación y el diálogo de verdad,  no un diálogo de  sordo y de interés burocrático y cogollérico, menos  un diálogo comercial y de reparto de prebendas, o de cuotas políticas que se quedan en las cuentas bancarias de ciertos  actores. NO. Tiene que ser un diálogo sincero, por las bases, en las comunidades, en los barrios, y para eso  el gobierno  tiene la primera palabra,  tiene que  cambiar el mensaje, el código, los valores y las intenciones,  tiene que ser un diálogo pedagógico de paz, de amor y de convivencia sincera. A eso apuesto y  para eso  estoy  ganado.
En verdad estoy  convencido  que es mejor que el  gobierno  cambie  el  rumbo y llame al país a un  giro de timón y solicite  la incorporación  de todos los  sectores, a que al final tengamos que  enfrentarnos en una guerra  civil que terminaría desbastando a los venezolanos o el seguir enterrando  venezolanos caídos a manos del hampa. Vale la pena meterle el  hombro  a Venezuela.
Por su puesto, que el gobierno tiene que entender esta situación y tiene  que dar  muestra clara de  autoridad y conciencia, tiene la obligación primaria de pacificar el país, y la oposición tiene que dar muestras de amplitud y tolerancia, sobre todo que los avances  políticos y sociales no son negociables.
Este es  mi grito de hombre nacido de la revolución, de hombre crítico, de buscador de sueños y de oportunidades, pero sobre todo como padre de familia, de hijos profesionales con maestrías y postgrados y que hoy, dos de ellos están fuera del país porque en su patria  no tienen  oportunidad. Tuvieron que irse después de  años de  desempleo.
Este mensaje lo escribo  como venezolano, como padre angustiado por mi país y preocupado por el futuro de los 4 hijos que me quedan en Venezuela y por entender que “Cuando se tiene  un hijo,  se tienen 
Jorge Ivan Rodriguez Manzano
jorgeeticarodriguez@hotmail.com
@jorgeetica

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