jueves, 1 de enero de 2015

ISAAC VILLAMIZAR, FUENTE Y OBRA DEL AMOR


ISAAC VILLAMIZAR
Aliméntate de amor. Quien tiene amor tiene mucho ganado en la vida. El amor da fuerzas, el amor da empuje y genio para hacer grandes cosas. Ha inspirado músicas, pinturas, esculturas, danzas, películas, monumentos. El amor ha sido y es la musa por excelencia de todas las artes. Todos tenemos amor en nuestros corazones. Sólo tenemos que darnos cuenta y nutrirnos de esa gran fuente de energía que anida en nuestro interior para ser hacedores de magníficas obras y creaciones.

Jesús, en la cruz, manifestó el acontecimiento más sublime e inconmensurable de amor que haya hecho un ser en el mundo. Entregó su vida enseñando la bondad y la culminó como hombre en la cruz, para que todos seamos perdonados de los pecados y con gozo seamos acogidos en  la promesa de vida eterna ofrecida por el mismo Cristo. La parábola del hijo pródigo demuestra el más grande amor paterno filial, hasta el punto de que el padre espera y corre con alegría para recibir al hijo pecador,  que ha caído en la miseria, demostrándole así su perdón incondicional.

Miguel Ángel, en la Piedad, expresa en una obra maestra de armonías de contraste escultural, quizá la más famosa, la compasiva expresión de la madre que sostiene a su hijo muerto, con una mirada de pena infinita y a la vez de gran ternura.

En Romeo y Julieta, el amor intemporal es uno de los elementos de la tragedia escrita por Shakespeare. Dos jóvenes enamorados, a pesar de la oposición de sus familias, rivales entre sí, deciden casarse de forma clandestina y vivir juntos. “Si con mi mano, por demás indigna, profano este santo relicario, he aquí la gentil expiación: Mis labios, como dos ruborosos peregrinos, están prontos, están prontos  a suavizar con un tierno beso tan rudo contacto”, expresa Romeo tomando la mano de Julieta.

En el Nacimiento de Venus, Boticelli representa la Diosa del amor y la belleza. Céfiro, como viento del Oeste, acompañado de su consorte Cloris, ninfa de la brisa, es el suave soplo que la impulsa a la orilla. Esta pareja simboliza espíritu y materia, elementos que sólo el amor logra armonizar. Las rosas que caen a su lado, nacidas también en aquel momento, con su exquisita fragancia y belleza, nos recuerdan la flor del amor, aunque con espinas, porque éste puede ser doloroso.

Wagner, utilizando avanzadamente el cromatismo, la tonalidad, el color orquestal y la suspensión armónica, compone la música y letra de Tristán e Isolda, Opera que nos relata tanto el encuentro como la separación entre amantes, su dolor por ello, así como la transfiguración para el llamado al amor eterno.

¡Cuántas cosas maravillosas y admirables en el mundo han ocurrido por amor! Sin duda alguna, tal como lo afirmó Mozart, “amor, amor, amor, esa es el alma del genio”. Tal vez, ante la limitación que tenemos de permanecer en la atmósfera terrestre, nos falta a la humanidad una acción de amor universal para la sobrevivencia de este planeta, que puede morir, antes de tiempo, si no cuidamos de él, preservamos su ambiente, y lo hacemos realmente nuestra gigante residencia de amor. Abramos nuestros corazones, impregnemos a los demás de nuestro amor y nunca dejemos de alimentarnos de él. Sólo así tiene sentido lo que hacemos en este paso afortunado, ocasional y existencial.

Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

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