viernes, 30 de enero de 2015

CARLOS E. AGUILERA A., EL PUEBLO NO CREE EN “PAJARITOS PREÑADOS”

Maduro expresó en el III Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el 27 de julio de 2014: "Les voy a confesar algo: por ahí se me acercó un pajarito, otra vez, y me dijo 'no se lo vayas a decir a nadie', así que ustedes no se lo cuenten a nadie; el pajarito me dijo que el comandante estaba feliz, lleno de amor de su pueblo, de su lealtad. Debe estar orgulloso, feliz".
La cháchara no se hizo esperar y el pueblo desde entonces comenzó a hacer chistes variopintos con el tema del “pajarito”, y las redes sociales a través de Twitter y Facebook llenaron abundantes espacios escritos y gráficos por largo tiempo. Desde entonces, han transcurrido varios meses y nuevamente y a raíz de la presentación de su desmemoria y cuentos en la Asamblea Nacional el pasado miércoles, la gente retomó el tema para referirse a las enjundiosas promesas que Maduro hizo para solucionar la grave crisis, que afecta al país como consecuencia de una  mal habida administración de sus recursos, asunto que obviamente le sirvió de pretexto para una vez más acusar a los “apátridas, a la burguesía imperialista con apoyo de fuerzas extranjeras, medios de comunicación privados” con la manida monserga populista y demagógica que suele ser el guión de todos sus discursos (¿), los cuales hoy en día caen en el vacío y sólo sus acólitos y segundones aplauden a rabiar.
Una amigo, comentó sarcásticamente en un grupo en el que se tocaba el tema de la comparecencia de Maduro en la Asamblea Nacional, que el pajarito que revoloteaba la cabeza de Nicolás Maduro debe ser el “pájaro loco” ,por la serie de dislates que no se compadecían con la realidad que vivimos los venezolanos en los actuales momentos, en los que a la crisis económica se suman otros delicados aspectos como la inseguridad, desempleo, burocracia, corrupción, escasez de alimentos y medicinas, entre otros, que en ningún momento de su intervención hizo referencia.
Maduro en su comparecencia en el otrora poder legislativo, hoy por hoy, nada independiente, magnificó la excelencia de sus políticas económicas que contrastan con la realidad , pues el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que “Venezuela sufrirá en el presente año 2015, una abrupta contracción económica del 7% como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, lo cual agudizará los problemas fiscales que ya existen, pues se calcula que cada disminución de 10 dólares en el precio del petróleo, acarrea un deterioro de la balanza comercial de Venezuela en el orden del 3,5% del producto territorial bruto (PIB). Pero en su dialéctica discursiva preñada de lugares comunes, se refirió a la apoteosis de sus gira – la cual denominó tour – quizás embelesado por los lugares que visitó en compañía de su entorno familiar, hijos, sobrinos, primos y demás, y la calificó e exitosa, letra y música que repetirían a su llegada los miembros del PSUV, y las huestes que acudieron a Maiquetía para darle la bienvenida. Ignoró, sin duda alguna deliberadamente, que la inflación alcanzó un 64% al cierre del año 2014, en medio de una marcada escasez de productos básicos.
Para nadie es un secreto que la crítica situación económica que atraviesa el país, dibuja un desolador panorama. Las empresas desde finales del año 2013 confrontan críticas situaciones, por cuanto decreció su actividad y los emprendimientos en la manufactura, comercio y servicios en manos del sector privado, mostraron retrocesos que oscilaron entre 4,4 y 13% de su actividad a lo largo del año pasado, y cuando culminó el 2014 no se lograron recuperar del revés, pues el régimen ha ocupado espacios que antes estaban reservados a las empresas privadas, por vía de las expropiaciones.

Es común que Maduro en sus frecuentes  apariciones que suelen ser casi diarias, y en cadena por televisión, haga uso y abuso del poder y que no solo acuse a la oposición de lo que han acordado denominar en la esferas del régimen una “guerra económica” , sino que aproveche para denostar contra sus adversarios políticos, a los que infamemente los expone al escarnio público sin los más elementales principios de respeto y consideración y con lenguaje chabacano y vulgar, que desdice mucho de la verdadera estatura de un auténtico Jefe de Estado, lo cual no solo exacerba el estado de ánimo de los venezolanos, sino que además genera una natural repulsa y vergüenza.
El socialismo mal llamado bolivariano tiene elementos similares a los del “liberalismo salvaje”, pues los dos excluyen la libertad y lo espiritual en la sociedad, por cuanto el plan de unos pocos reemplaza la libertad de todos. Los dos rechazan el principio de la subsidiaridad, según el cual la persona posee un aliento creador, que mueve a salir de si misma, a crear en el encuentro con otras personas un ambiente de libertad y responsabilidad, propicio para el desarrollo integral. El marxismo y el liberalismo salvaje coinciden en suprimir la libertad, aliento creador de la persona para el bien de todos. Es pues la ley del más fuerte.
Los miedos ocultos de Maduro, lo conducen ridículamente a hacer creer a sus acólitos, que es blanco de un supuesto atentado y golpe de estado, para disimular su ineficiencia en la conducción de los destinos del país, al que aunque use el freno para evitar una catástrofe, jamás evitará caer por el abismo por su tardía reacción. Estamos pues en presencia de un acontecimiento que enfrenta a los venezolanos, pero por fortuna la mayoría ya no cree en “pajaritos preñados”, pues a lo largo de los 15 años que llevan en el poder, han cubierto a la nación de un manto lleno de mentiras, promesas y más promesas, las cuales saltan a la vista y por ello la reacción hasta de sus propios militantes, que ahora reniegan de lo que alguna ocasión creyeron. ¡Amor con hambre no dura!
Falazmente Maduro pretende que sus acólitos crean en la “democracia socialista” y para ello utiliza todos los canales de televisión y radios públicos y privados con los cuales bombardea con mensajes que pretenden convencer de que existe una sistemática división de los venezolanos, entre demócratas y golpistas, revolucionarios y contrarrevolucionarios, buenos y malos, reconfigurando con ello su escasa retórica, su modo de conducirse, su manera de apreciar el escenario nacional, de juzgar a sus adversarios y de reforzar su vocación de control y represión, al más puro estilo de sus asesores cubanos.
Le recordamos al inquilino de Miraflores y a quienes detentan el poder y que se hacen pasar por auténticos demócratas, que el espacio público tiene un peso específico, cuando se quiere transformar la política y cuando se desea efectivamente sacar de las sombras las sospechas conspirativas.
Maduro, Cabello y sus huestes recuerden que “el pueblo venezolano, ya no cree en “pajaritos preñados”.
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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