Trece días pasó el ilegítimo viajando por el mundo, acompañado de
una comitiva de más de 70 personas, que incluía a toda su familia y un número
indeterminado de ministros y funcionarios. Más que un viaje oficial fue un
paseo turístico para brindarle a sus acompañantes la oportunidad de conocer
países que de otra manera nunca habrían
visitado. ¡Hasta una viaje de la canciller y el presidente de PDVSA a Kazakstán
del cual nadie ha hablado!
Ese vagabundeo le costó al país cerca de dos millones de dólares
en momentos en que Venezuela se hunde en el desastre y la ciudadanía sufre
tratando de conseguir productos esenciales de la dieta diaria. Dos millones de
dólares malgastados cuando se les niega a los venezolanos que estudian en el
exterior las divisas necesarias para proseguir su formación en universidades en
el extranjero. Dos millones de dólares malbaratados cuando el país agoniza por
la merma de sus ingresos de moneda extranjera.
El titular de primera plana de El Nacional en su edición del
domingo dice: “Gira mostró la pérdida de liderazgo de Venezuela” y publica un
extenso reportaje en el cual describe el fracaso del periplo presidencial. En
realidad no es Venezuela como país quien ha perdido liderazgo.
Quien perdió el poco prestigio que podía tener es el ilegítimo. La
situación económica, la situación social, las violaciones de los derecho
humanos, la corrupción de la cúpula del régimen, ya eran ampliamente conocidas
en el mundo y por mucho dinero que dedicara a tratar de vender la imagen de un
gobernante exitoso su verdadero perfil de jefe de estado inepto, torpe,
incapaz, es ampliamente conocida en el mundo. Nunca gobernante venezolano cayó
a un nivel de descrédito comparable.
Hasta ahora nadie sabe qué fue lo que hizo o lo que logró durante
ese viaje. Todo que ha dicho son vaguedades, ambigüedades, imprecisiones,
tratando de justificar lo injustificable. Lo único que está claro es que no
logró nada. El gobierno chino, al cual acudió para pedirle dinero contante y
sonante, para no desairarlo totalmente, le ofreció continuar financiando
proyectos de desarrollo ya en ejecución o emprender nuevos proyectos de
desarrollo a mediano o largo plazo, pero nada de nuevos préstamos. Nadie, y
mucho menos un gobierno en su sano juicio va arriesgarse a facilitar dinero a
un país que está al borde de la quiebra.
En cuanto al otro objeto de
la gira que era crear un núcleo de presión (una OPEPITA?) para forzar el
recorte de la oferta de petróleo y de esa manera hacer subir el precio que cada
día está más deprimido, resultó otro rotundo fracaso. Cuando por un lado al
final de cada visita aseguraba que había obtenido apoyo para su propósito, el
gobierno visitado reiteraba su posición de mantener el volumen de producción
porque le conviene el precio bajo para impedir que los productores de petróleo
caro inunden el mercado internacional y desplacen la oferta OPEP. Todos los
gobiernos que visitó, incluida Rusia que como Venezuela sufre los estragos de
la disminución de los ingresos provenientes de la venta de petróleo, rechazaron
la pretensión del ilegítimo.
El efecto de ese fracaso al nivel internacional es evidente. La
conducta de los “albanos” lo demuestra: Bolivia trata de congraciarse con el
“imperio”, Ecuador desde hace tiempo ha marcado distancia en el negocio petrolero,
Cuba, ya lo sabemos, poco a poco va regularizando su relaciones con los Estados Unidos, los países de Petrocaribe
buscan cómo saldar sus cuentas millonarias con Venezuela antes de que les
corten el suministro de petróleo en condiciones privilegiadas.
Internamente el impacto del fracaso de la gira presidencial no
puede ser más negativo. No han salido todavía mediciones de la opinión pública
para conocer el nivel en que se encuentra actualmente el ya languidecente entusiasmo del pueblo por este fracasado
gobernante. El fracaso del esfuerzo para para organizar un recibimiento masivo
en el aeropuerto el día de su llegada es la mejor prueba de su desprestigio. El
régimen aspiraba a ofrecerle a su arribo una concentración masiva de seguidores
y lo único que encontró cuando bajó del avión fue a sus funcionarios. El
régimen había dispuesto sitios de concentración a lo largo de su trayectoria
hacia Miraflores y nadie acudió a vitorearlo.
Como si presintiera que su permanencia en el poder está llegando a
su fin y preparándose para volver a su antiguo oficio, subió a Caracas
manejando un metrobús.
Su propia frustración por el fracaso del viaje la descargó contra
las empresas privadas del sector de
distribución amenazándolos con aplicar
todo el peso de la ley a “los
acaparadores” que esconden la comida. Esa misma frustración lo llevó a
arremeter nuevamente contra la disidencia achacándole, por enésima vez la
imaginaria, manida y desprestigiada acusación de promover una guerra económica
para expulsarlo del poder. “Todos los que están presos bien presos están”
sentenció.
No satisfecho por el descalabro que sufrió en este viaje encomendó
a la canciller la continuación de la fracasada gira para promover apoyo a su
empeño de hacer subir el precio del petróleo. Me temo que la permanencia en el
cargo de la recién nombrada canciller tiene sus días contados por el fracaso
que tendrá en esa misión imposible que le ha sido encomendada.
Adolfo R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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