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LUIS GARCÍA MORA |
Desde ya, Maduro se adentra en el 2015. Es
decir en el Mar de las Tormentas.
El paquete de medidas dislocadas,
desarticuladas (fatigosas) que acaba de anunciar esta semana, con el barril de
petróleo venezolano cayendo vertiginosamente (este sábado estaba en 68.97
dólares) al igual que su popularidad, junto a la disfuncionalidad de su
Gobierno, nos obliga a introducirnos en el galimatías de sus medidas.
Económicas.Legales.
Con el tsunami a la vista del 2015 que
significa un contorno económico, político y moral, que puede marcar su
capitulación.
Y no es cuento. Son hechos.
En principio la economía se va al demonio.
En el futuro inmediato nadie da un céntimo ni
en su partido ni en la oposición por su
futuro político, popular.
Luego, para un vasto y creciente sector del
PSUV, el estalinismo y el militarismo de la cúpula está acudiendo al maloliente
y cubanófilo recurso de la represión, la persecución interna y la purga, para
mantener el poder, con unas medidas miserables y obtusas que a lo que apuntan
es a lo que supuestamente se quiere evitar y es que desde la base el partido se
deshaga por las costuras.
Finalmente la “moral revolucionaria” se fue
al carajo.
De manera que ya los vientos huracanados
están aquí.
Con episodios tangibles como éste: las bases
populares chavistas, aniquiladas por la crisis y la miseria, se sublevan hasta
el paroxismo en las redes, ante el escandaloso ejercicio de manirrotismo vulgar
del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, de gastarse una mega pelota de dólares
en un festival musical navideño, cuando por ninguna parte se encuentran las
medicinas y la comida.
(Creo que tuvo que echar para atrás a Chino y
Nacho por una violenta jalada de orejas de Maduro)
Con una disociación política peligrosa, y es
que nadie siente en el Gobierno que tiene el poder.
Mientras Maduro corre hacia delante
despavorido.
La decisión está tomada, dijo (la de la bomba
del aumento del precio de la gasolina), pero “No hay apuro”. No, claro, cómo va
a haberlo. Estamos hablando de la variable “tiempo”, timing, tan distinta en el
planteamiento económico (donde lo fundamental es no violarlo), y en el político
(donde constantemente se viola para “ganar tiempo”)
¿Cómo, sin tiempo, puede aprender a jugar
este juego Maduro?
¿Con cuáles juicios de valor se está
moviendo?
Lo primero, se sabe, es lo más importante en
este momento. Que la economía crezca con baja inflación y que redunde en el
bienestar de los venezolanos. Y como es el consenso entre los expertos, estas
medidas en el corto plazo no aportan esta visión. En lo fundamental te eliminan
el ajuste por inflación y te aumentan la tasa efectiva de los impuestos.
Con lo que esta inflación suelta y sin jinete
hace que los números sean cada vez más grandes, a la vez que te llevan para
arriba artificialmente con dinero inorgánico lo que al final te obligará a
pagar aún más impuestos.
Todo lo contrario de lo que afirma Maduro que
estas decisiones permitirán “reimpulsar la economía y garantizar el
crecimiento”.
¿En el mediano plazo? Quién sabe. Ahí está la
llamada Ley de Zonas Económicas Especiales (como la que tienen los chinos) que
pueden promover inversión, junto a la modificación de la Ley de Inversiones
Extranjeras, para cuadrar, pues se trataría de Zonas con leyes distintas junto
a otras en las que no aplicarían ciertas leyes con otras condiciones.
Es decir que si lo que quiere Maduro es
sobrevivir al 2015, visto desde el lado del crecimiento no suma medidas más
positivas, mientras que desde el lado impositivo de Marco Torres, sí, recogerán
más ingresos.
Con un tema: todo esto tiene que ver con el
Gobierno Central que es el que recibe la plata en el despacho de Hacienda, que
es el que va a distribuirla, pero el problema más agudo de Venezuela, el
fiscal, no se resuelve. Que es el problema de todo el Sector Público: la
ausencia de crecimiento económico con la más alta inflación y el
desabastecimiento.
Y esto, en el plano económico de las medidas,
pues en el funcional del aparato de Gobierno, para muchos dentro y fuera de su
partido, la percepción existente –y que Maduro debe cambiar urgentemente– es
que se trata de un “Yes Man”, un di que sí o un “Sí, señor”. El típico
obsecuente que pasó toda su vida obedeciendo a Chávez y que en su experiencia
como canciller le consultaba a cada rato. “Tenía muy poca cuerda”.
Un hombre, un funcionario con la ruta siempre
trazada, que ha creado numerosos viceministerios y cambios de personal de un
modo tan vertiginoso que en todos los organismos sus cabezas saben que trabajan
para un corto plazo antes de que algo o alguien los eyecte. Y “con tanta
confusión de responsabilidades, que se hace muy difícil tomar decisiones y cumplirlas,
y la información no llega donde tiene que llegar”.
Ha creado una organización que llanamente no
funciona.
Por ejemplo, es vox populi que Ramírez sigue
mandando en el negocio petrolero, en PDVSA, donde “Del Pino sólo anuncia si hay
o no hay gasolina. Y no ha podido nombrar a nadie en la junta directiva. No
tiene poder. Y no dura”.
Junto a otro ítem: Maduro nombra a un nuevo
ministro de petróleo que no se sabe dónde está, y es más, pasa por Venezuela el
ministro de petróleo de Arabia Saudita, Alí al-Naími, y se reúne con el
Canciller (Ramírez) y no con el ministro de petróleo. Y es el canciller quien
viaja a buscar un apoyo casi imposible para frenar la caída del barril.
Con un (eso sí) conglomerado de medios de
comunicación del Estado (sin contar los rendidos al estado) con un presupuesto
de más de 3000 millones de bolívares, 740 mil salarios mínimos, según mi amigo,
el acucioso Marcelino Bisbal, como modeladores de la sociedad.
Toman del Fondo Chino 4 mil millones de
dólares más para metérselo a unas reservas internacionales menguadas, anuncian
que multarán a las empresas (que quedan) que cierren la producción (¿…?), y en
una Navidad con unos venezolanos tan bebedores y locos, se atreve (impaciente,
agobiado) a aumentarle 20% y 30” a las bebidas alcohólicas.
Menos las cervecitas. Ah, no es tan tonto…
Pues, seguro, dicen los jodedores, que de haberlas subido entonces sí que
hubiera hecho estallar la infinita paciencia que ha mostrado el venezolano.
Sin embargo, recobremos la seriedad: Maduro
ha creado un súper organismo directamente controlado por él, el Cuerpo Nacional
Anticorrupción, para acabar con la ídem.
No, ni la Fiscalía ni la policía que tenemos
(está demostrado para Maduro), sirven para eso (ni para nada). Se tratará de
unos funcionarios policiales y fiscales nuevos y especiales que no se sabe de
dónde los sacará (“Estoy pensando en nombres, guerreras y guerreros de la
honestidad en una tarea histórica”, dijo, y uno imagina a Los Intocables, de Eliot Ness).
Quizás debería traer a Kevin Costner. O a
Sean Connery. Y puestos en esto, hasta a Andy García.
O a la gente del movimiento neo “chavista”
español “Podemos”, que ha insurgido allá contra algo (la “corrupción, una
pandemia que ha carcomido la democracia española”), que aquí campea en una
nueva élite política “revolucionaria”, de signo similar al de ellos.
Una bomba de inmundicia que allá en España
estalló (como amenaza con estallar en México) debido a la repercusión de los
escándalos seriamente investigados por una (esa sí) institucionalidad más sana
e independiente, y ventilados a cielo abierto por unos medios también más
libres e independientes. Y que aquí es sólo una escandalosa corrupción que
inferimos, porque jamás ha sido investigada a fondo (ni oficial ni extraoficialmente),
y un monstruo ante el que Maduro cree que puede jugar de manera retórica.
Que no provoca sorpresa ni conmoción. Porque
no son ni siquiera las ramas. Es el árbol entero el que está podrido.
Y no hay ética.
Ni institución.
Y de acuerdo con lo que ha advertido un ex
ministro de Cordiplán, de él no conciliar un acuerdo de gobernabilidad, en 2015
se avecina un estado de “conmoción social”.
Y si no se toman las decisiones claves, en
2015 (dicen) la inflación sobrepasará el 100 por ciento.
Y, en 2016, arribará al 1000%.
Y en
ese 2016, ¿dónde estará Maduro?
Luis Garcia Mora
aguilaluis_7@hotmail.com
@LuisGarciaMora
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