jueves, 6 de marzo de 2014

TRINO MÁRQUEZ, EL ORDEN ESPONTÁNEO DE LA PROTESTA, GENERACION EMERGENTE

Los rojos han hundido al país en la más profunda crisis conocida por el país desde de 1958. Tenemos la inflación más alta del mundo, la mayor escasez en la historia reciente, la menor inversión que se recuerde, desabastecimiento, retroceso de la producción industrial y agrícola, cierre de numerosas empresas industriales y de servicio. Somos uno de los países más inseguros del planeta. El año pasado hubo casi 25.000 muertes violentas, la inmensa mayoría provocada por el uso de armas de fuego. De las víctimas, la mayor proporción corresponde a  personas menores de 30 años. El desempleo y la informalidad castigan con especial rigor a los jóvenes, grupo donde  se concentra la más elevada cantidad de desocupados e informales.

         Estos son unos pocos indicadores económicos. Agreguemos las señales políticas. Los partidos tradicionales, en la práctica, desaparecieron o viven un proceso muy lento de recuperación. Las nuevas organizaciones apenas cuentan con unos miles de militantes o simpatizantes. Las agrupaciones  políticas no logran atraer la atención de la mayoría de la juventud, descontenta y frustrada por el modelo cubano impuesto por el régimen. El porvenir solo le promete miseria a la juventud.
Lo que puede verse en Venezuela es la emergencia de una generación hastiada porque se ve condenada al fracaso. Representa una versión tropical de los indignados europeos, pero sin los privilegios que la seguridad social les proporciona a esas tropas inconformes. A los descontentos vernáculos el Gobierno, y algunos voceros de la oposición, les proponen que realicen una protesta perfumada y entalcada, que no altere la comodidad cotidiana de quienes lograron estabilizarse o se conforman con lo adquirido. Se imaginan, quienes así piensan, que las refriegas y los procesos de cambio pueden ser empotrados y ordenados de acuerdo con planes previamente establecidos. La realidad no se comporta de manera tan educada. Una vez que la inconformidad se apodera del espíritu de una sociedad, las manifestaciones de rebeldía toman los cursos más inesperados Aparecen los anarquistas, los escépticos, los agitadores, los anacoretas. Todas las formas del desencanto se manifiestan, con lo cual resulta difícil darle una sola conducción a la crítica.
         Por supuesto que no abogo por rendirse frente a la variedad de la protesta, pero sí creo conveniente admitir que una sociedad que ha sido acorralada y humillada durante quince años, al explotar lo hace de manera tal que en ella prevalecen los elementos espontáneos; los factores no previstos. El descontrol no significa que la orgia resultante sea responsabilidad de la dirección convencional. En las protestas que sacuden al país se mezclan la intolerancia, la agresividad, la violencia, la rabia. Sin embargo, hay muy poca inducción y premeditación. En las barricadas no cristaliza el plan de ningún partido o líder, con un programa desestabilizador concebido con el fin de subvertir el orden y acabar con el precario gobierno de Maduro. Lo que sí puede reconocerse es la existencia de un insondable desencanto frente a un régimen que ha conducido a Venezuela a la ruina económica y moral.
         Esta frustración y la incertidumbre frente al futuro han desatado la furia  de unos manifestantes que no están pidiendo que se les aumenten las becas  o  las dotaciones estudiantiles, que se les exonere del pago de la matrícula escolar, se les amplié el cupo en las universidades o se incremente el presupuesto universitario.  Los jóvenes exigen que se modifique el esquema totalitario  de conducción del país, de manera que Venezuela vuelva a ser un país de oportunidades, donde sea posible vivir y prosperar sin sentir miedo a ser asesinado, secuestrado o maltratado por la policía. La juventud lucha por la inclusión.
         Esas aspiraciones, los jóvenes las plantean según les parece que deben hacerlo. El reto de la dirigencia política reside en demostrarles que la lucha resulta más eficaz cuando los objetivos de un grupos particular, se conectan con los intereses más generales de una sociedad que está siendo aplastada por una camarilla en la que se mezclan los fanáticos marxistas con los delincuentes de todo pelaje; donde cohabitan los ideólogos más obtusos con los pragmáticos más oportunistas e inmorales. Si los jóvenes llegan a entender que la lucha alcanza el éxito cuando la planificación y la unidad se fortalecen y la espontaneidad  se minimiza, entonces el inmenso esfuerzo que realizan tendrá más sentido.
@trinomarquezc

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TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ, LA CLASE POLÍTICA Y LA LUCHA DE CLASES

Los últimos acontecimientos nos han mostrado a la clase política y hablar de clase política es recordar al sociólogo italiano Gaetano Mosca pues fue él quien usó por vez primera tal término en la década de los 40. No nos detengamos en profundidad en la teoría de Mosca, fundamentalmente escrita para desvirtuar la tesis marxista de lucha de clases ni menos en las objeciones de los gramscianos, pero sí quedarnos un poco en su tesis de cómo esa clase se reproduce.
Pertenecer a la “clase política” es monopolizar el poder y gozar de las ventajas consecuentes. En Venezuela existe una lucha de clases, de clases políticas, una oficialista y otra “oposicionista” que centran su batalla en la conservación u obtención del poder. Los hambrientos que lo ejercen no se sacian y el hambre de quienes lo aspiran llega ya a niveles de hambruna, a pesar de que la primera procura mantenerla con sobras.
Vemos así, mientras hay más presos, mientras contabilizamos heridos y las cruces recuerdan a los muertos, como se afirma que la protesta debe dirigirse a obtener lo que bien podría llamarse “una mejor calidad de diálogo”, esto es, una negociación que implique la monopolización del poder sobre la masa oposicionista y el disfrute de las ventajas consecuentes. En esta “lucha de clases”, donde se omite por conveniencia “toda actividad” “por respeto a la otra parte”, se olvida inclusive que la presencia de mandatarios extranjeros en un país en conflicto es un simple apoyo a la parte que domina el poder del Estado, lo cual es una injerencia inaceptable.
Es menester, entonces, superar “esta lucha de clases”. Si la gente está descontenta deberá comenzar por formar en su seno una minoría que comience a actuar como agente de la deposición de las clases políticas y se ofrezca como se entiende el liderazgo hoy, no como una nueva clase, sino como vanguardia alimentadora de un empoderamiento ciudadano.
Las clases políticas en Venezuela no han evolucionado. La oficialista es una rancia de logia militar y la “oposicionista” una que sigue dependiendo de antiguallas  partidistas erosionadas dónde se sigue viviendo del “financiamiento” de los dólares y de los bolívares y donde, por obvias razones, los mejores puestos son conquistados por quienes tengan más dólares y bolívares. Así se sigue reproduciendo, diría Mosca.
El país venezolano, aún turbio en cuanto a concepción política, comienza apenas a plantearse la patada en el trasero a las clases políticas que protagonizan la lucha de clases políticas. Es menester, para que esa nueva fuerza dislocadora  nazca la aparición de fuentes que logren el desajuste de las dominantes. Por lo que nos toca sólo podemos hacerlo en el campo de las ideas y en la propuesta del conocimiento, aunque se produzcan en el seno del oficialismo, para pánico del flamante Ministro de la Desudecación, ascensos sociales que lo hacen temer cambien de parecer. Quizás la conjunción de elementos sea la que pueda producir los dislocamientos de unas clases políticas gobernantes, porque las dos de la lucha de clases política venezolana son gobernantes, dado que la “oposicionista” conserva lo que logra en las elecciones repetidas de dónde emana su supervivencia.
Por supuesto que de las clases políticas viene la reacción contra toda posibilidad de ser desplazadas. No les importan ni los fracasos que convierten a un país en inviable ni los fracasos de un cuerpo social que lucha desesperado, no por colocarlos a ellos en el poder, sino reconquistar lo que llaman genéricamente “la libertad”. Es más, la situación ha llegado a tal punto que los “oposicionistas” saben que una caída de la clase política a la que se opone sería absolutamente peligrosa para ellos, pues podrían emerger quienes no los llamarían a la nueva configuración del poder. Así, la comodidad de la “lucha de clases” hay que mantenerla evitando que el cuerpo social los disloque con el parto de nuevos dirigentes. Olvidan que la historia muestra la caída de las clases políticas cuando ya han dado muestras suficientes de no poder seguir ejerciendo la cualidad que las llevó al poder, léase Chávez en la oficialista, léase “democracia” en la oposicionista. Todo lo que pasa, lleno de fracasos, avances y retrocesos, ha sido intervenido, condicionado, negociado por los actores que quieren hacerse “siempre” en la vida política.
tlopezmelendez@cantv.net
@TeoduloLopezM

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OVIDIO PÉREZ MORALES, UNIDAD Y CONFLICTO

Una frase que me gusta repetir, porque resulta aplicable en los más variados casos y  situaciones, es la siguiente: es preciso pasar del “a pesar de” al “precisamente por”. Ella implica simplemente un cambio de actitud ante la misma realidad, pero generador de muchos bienes.
Me complace sobre manera  encontrar en la reciente exhortación Evangelii Gaudium del Papa Francisco reflexiones y orientaciones, que van en la misma línea de la referida frase. Las encontramos en la sección donde trata de “El bien común y la paz social”. Allí ofrece cuatro principios  para avanzar en la “construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad”; de ellos fijaré mi atención ahora en el segundo: “La unidad prevalece sobre el conflicto” (226-230). A continuación sintetizaré el pensamiento de Francisco y luego haré algunas consideraciones personales.
Dice el Papa: “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado”. No puede uno ni dejarlo de lado ni dejarse aprisionar por él: hay que “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. Así “se hace posible desarrollar una comunión en las diferencias, que sólo  puede facilitar esas grandes personas que se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los demás en su dignidad más profunda”. La solidaridad hace entonces historia convirtiéndose “en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida”. Este tipo de unidad no implica sincretismo ni absorción del otro, sino que conjuga en un plano superior las virtualidades de los distintos.
Luego de subrayar la acción unificante, pacificante de Cristo y de su Espíritu, el Papa habla de la superación del conflicto cuando la diversidad acepta entrar en un proceso de reconciliación, que hace emerger una “diversidad reconciliada”. 
Yo encuentro aquí una lección sumamente valiosa con respecto al modo de afrontar el conflicto para llegar a una paz fundada no en pura negociación, sino en convicciones firmes. Podemos decir que el problema no es el conflicto en cuanto tal, sino el modo de abordarlo. La vida es un tejido permanentemente conflictivo. Las oposiciones brotan de  la existencia de la diversidad de personas, que inevitablemente con distintas, y se van concretando y especificando con la diversidad de posiciones que dichas personas asumen.
No es “a pesar de” la diversidad de personas y de grupos con sus correspondiente talantes y propósitos, por y con lo que hay que trabajar por la paz, la unidad y la fraternidad, sino “precisamente por” esa diversidad. Teniendo presente que la paz de una comunidad de personas no se produce con la masificación y disolución de éstas, sino con su conjugación, compartir y encuentro. Esa sería la “diversidad reconciliada”.
¿No es verdad que aspiramos tantas veces a una paz que sea “mi” y no “nuestra” paz?
La unidad prevalece sobre el conflicto. Ha de prevalecer. No “a pesar de”, sino “precisamente por” nuestras diferencias. Es lo que a menudo he simbolizado con la belleza de la polifonía. No hay que olvidar que el Dios único y verdadero es inefable encuentro interpersonal, Trinidad, y que nos creó a imagen y semejanza suya..  

ovidioperezmorales@gmail.com    
@OvidioPerezM

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ANDRÉS HOYOS, DEL NACIONALISMO, CASO UCRANIA, DESDE COLOMBIA,

Bajo la superficie civilizada de casi cualquier país subyace un magma nacionalista que, de tarde en tarde, hace erupción tras una crisis.
Es lo que acaba de suceder en Ucrania. Las tropas rusas se tomaron la península de Crimea y podrían pasar años antes de que salgan de allí, si es que salen. No se sabe si Putin piensa invadir el resto de Ucrania, en donde hacen bien en tener miedo, como ha de tenerlo la vecina Polonia. Esta grave situación no sorprende: el nacionalismo renace con facilidad, sobre todo en aquellos países nostálgicos de su pasado “glorioso”. Por eso, yo creo que entienden mal a los rusos quienes creen que los van a asustar a punta de ruido mediático o de sanciones económicas. El nacionalismo, insisto, no es un comportamiento racional que haga cuentas.
Claro que una cosa es el nacionalismo en países pequeños, como Cataluña, y otro en potencias como Rusia o China. En los primeros predominan los magistrados, los votantes, los intelectuales y los referendos; en los segundos, los generales y los movimientos de tropas.
Y hablando de potencias, andan despistados quienes intentan reclutar a China en favor de la fracción europeísta de Ucrania. Dos elementos conspiran contra esta posibilidad: el primero es que el régimen de Yanukovich fue depuesto por una revuelta popular, algo que el PCCh mira con horror; el segundo, que el nacionalismo en China es tanto o más fuerte que en Rusia, de modo que el régimen de Beijing no va a condenar un procedimiento al que quizá querrá recurrir mañana cuando, a sus ojos, la situación en los países vecinos así lo “amerite”. La coyuntura actual antes podría azuzarlos.
La tercera potencia cuyo nacionalismo juega en el conflicto ucraniano es Estados Unidos. Obama, por talante, dista mucho de ser el clásico imperialista americano. De hecho, su gobierno ha mantenido relativamente acuarteladas a sus formidables fuerzas armadas, lo que tal vez haya envalentonado a otros. Pero una situación como la actual bien podría provocar en los gringos una erupción nacionalista, entre otras razones porque no deja de convenirle al Partido Republicano, que a estas alturas tiene pocas opciones políticas atractivas.
Más incierta es la situación en Europa, continente que apostó durísimo en Ucrania y acaba de sufrir un fuerte revés. No sobra recordar que, así como la actividad de los volcanes va de la mera fumarola al cataclismo de Krakatoa, la variedad de las erupciones nacionalistas es inmensa. Hace justo cien años Europa vivió la primera de dos catástrofes de raigambre nacionalista en el siglo XX: la llamada “Gran Guerra”. Todavía peor resultó la Segunda Guerra Mundial, también de origen nacionalista aunque ya en el más sofisticado formato ideológico de partidos racistas de extrema derecha, como el nazismo. Devastada por ambas guerras, Europa ha querido desestimular el nacionalismo al interior de sus fronteras y hasta ahora lo ha logrado a medias. ¿Está vacunado el continente o renacerá el chovinismo, muy en particular en Alemania, Inglaterra y Francia? Nadie lo sabe.
Decía Samuel Johnson que “el patriotismo es el último refugio del canalla”. La estupenda boutade no es del todo exacta. ¿Por qué? Porque lo único peor que el nacionalismo exaltado es su ausencia total. No es deseable ser un bully como Rusia, pero menos deseable aún es ser el país al que todos agarran a patadas. Casos se han visto.
andreshoyos@elmalpensante.com
@andrewholes

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CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, LA CARTA DE MAURICIO MACRI A MADURO NO TIENE DESPERDICIO, DESDE COSTA RICA

El periódico argentino La Nación, publicó el 24-02.14  una noticia donde nos informó sobre una carta escrita por jefe de gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, al presidente venezolano Nicolás Maduro, carta que por su contenido traspasó rápidamente las fronteras, la misiva fue publicada en su muro de Facebook donde se pronunció sobre los episodios de violencia que vive Venezuela.
Al revisar el muro en Facebook del señor Macri, nos encontramos la carta completa, cuyo título y contenido no tienen desperdicio porque resumen con muy pocas palabras lo que sucede y hace el gobierno venezolano presidido por Maduro a sus coterráneos, dice así:
DONDE USTED VE AL ENEMIGO, YO SOLO VEO VENEZOLANOS 
Sr. Maduro:
Es evidente que usted y yo vemos cosas distintas y de distinta manera. Por ejemplo, donde usted ve enemigos a los que quiere aniquilar, yo veo a venezolanos enojados que le exigen cambios a su gobierno. Donde usted ve una conspiración, yo veo cómo se llevan baleada en una moto a Génesis Carmona agonizando a los 22 años. Y no lo veo a usted. No lo vi en los funerales de esos inocentes.
Donde usted ve fascistas protestando, yo veo gente, veo personas, veo seres humanos que no están de acuerdo con usted. Lo hacen como pueden, son gente, también son el verdadero pueblo venezolano ¿o sólo los que lo aplauden son el pueblo y los otros son enemigos? También veo lo que usted parece que no ve. Veo las motos temibles de grupos paramilitares que en la noche disparan contra civiles desarmados, incluso disparan contra sus casas y departamentos, como muestran los videos en Youtube.
Donde usted ve en las redes sociales solamente difamación y mentira (que la hay, que la condeno), yo encuentro además la indignación verdadera de los venezolanos que tienen allí el único espacio que les quedó para denunciarlo con todas las letras, porque ya casi se quedaron sin medios de comunicación porque usted los cerró, los ahogó, los persiguió y hasta los echó del país ¡Qué suerte que existen Twitter y Facebook para que puedan hacernos saber lo que está pasando en Venezuela!

Los otros días el gobierno argentino le ratificó su “apoyo total y absoluto”. No debería confundir al gobierno argentino con los argentinos, como nosotros no lo confundimos a usted con los venezolanos. No todos lo apoyamos de forma total y absoluta en sus abusos. Yo, por ejemplo, prefiero exigirle la liberación inmediata de Leopoldo López y de todos los presos políticos venezolanos. Elijo pedirle que asuma el control de la fuerzas parapoliciales que esparcen el miedo y la muerte a balazos. Prefiero pedirle que garantice la libertad y se siente a dialogar honestamente con los que piensan distinto.

No son enemigos ni conspiradores los que protestan, son venezolanos. (Las negritas y el subrayado es nuestro)
https://www.facebook.com/mauriciomacri/photos/a.105382683477.113835.55432788477/10152289439543478/?type=1&theater

La actitud del actual gobierno venezolano, no es sino el producto de lo que el difunto sembró durante casi 14 años, Chávez enemistó a la sociedad venezolana, la dividió con odio y mentiras, insultaba todos los días a aquellos que no compartían sus ideas, encarceló a quién se le oponía, y en lugar de actuar como presidente de todos los venezolanos, siempre lo hizo pensando en su propio beneficio y compensando únicamente a quién lo respaldaba, el resultado está  al vista, el señalado por el mismo “comandante supremo” antes de morir ha resultado peor, es un inepto, pero además Maduro ha sido  insensible al dolor que ha causado a la familia venezolana con los atropellos, asesinatos, heridos y detenidos, Maduro no se siente venezolano, terminó de ceder la soberanía de Venezuela a Cuba y por eso él y todos los que gobiernan  deberán ser juzgados por traición a la patria y por todos los delitos que puedan haber cometido en su paso por la administración pública durante estos 15 años.
Carlos Vilchez Navamuel
carlosvilcheznavamuel@gmail.com 
@carlosvilchezn

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EMILIO NOUEL V., DOCTRINA BETANCOURT VERSUS DOCTRINA ESTRADA

Venezuela está convulsionada y algunos piden la intervención de la OEA u otras organizaciones internacionales para que pongan coto a los desmanes represivos del gobierno militar “presidido” por Nicolás Maduro, Este pedimento trae a colación el sempiterno debate sobre si el principio de no intervención tiene o no aun vigencia entre los Estados.
Tal principio, en pocas palabras, contiene la obligación jurídica en cabeza de los Estados de no inmiscuirse en los asuntos internos de los demás. Así, la injerencia de un país en las cuestiones de otro, no sólo por la vía  de hecho sino también con valoraciones acerca de la naturaleza de un gobierno determinado,  es una conducta violatoria del Derecho Internacional.
Este principio “sacrosanto” está estampado en todos los tratados multilaterales.
Para la llamada Doctrina Estrada, que así se denomina por el canciller mexicano Genaro Estrada (1930), el reconocimiento de un gobierno comportaba un acto de injerencia en los asuntos domésticos de un Estado. Ella ha sido dogma de la política exterior de México y es seguida por otros países. Según ella, México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos a gobiernos, porque  considera que ésta es una práctica denigrante que además de herir la soberanía  de otras naciones, “coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido por otros Gobiernos”. Esta doctrina se sustenta en principios de la libre determinación de los pueblos y en el de la no intervención.
Esta doctrina ha sido modificada en los últimos años por parte de México. Sin embargo, en su esencia se sigue manteniendo.
La Doctrina Betancourt contrasta con ella. El expresidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, padre de la democracia venezolana, o como dice Carrera Damas, de la democracia a la venezolana, tenía un visión distinta, contraria, a la de Estrada.
Él compartía lo expresado por el ex canciller de Uruguay, Eduardo Rodríguez Larreta o el escritor colombiano Germán Arciniegas, quienes a mediados de los años 40 del siglo pasado, se pronunciaron en el sentido de que los gobiernos no podían permanecer indiferentes ante violaciones a los derechos humanos y a los principios democráticos. El segundo escribe: “Un dictador no puede obrar impunemente dentro de sus fronteras”, porque contra él deberá llegar algún día la sanción pública internacional.
Para Betancourt la lucha por la democracia de su país no estaba desligada de la que se hacía en el entorno hemisférico. Conocedor profundo de la realidad regional, sabía que con una mentalidadparroquial era muy difícil que América Latina saliera airosa de sus ingentes problemas políticos y económicos.
Como se sabe, en tiempos en que fue Presidente, la democracia sufrió agresiones de actores ubicados en los extremos ideológicos de la lucha política, e incluso con promotores más allá del espacio geográfico nacional
En la ocasión que participó como delegado de Venezuela en la 9ª Conferencia Interamericana de Bogotá de 1948, formuló planteamientos que constituirían la base de su visión sobre la democracia y el papel que debían jugar organismos como la OEA.  No compartía el enfoque que en ésta distinguía los compromisos de obligatorio cumplimiento, “cumplibles” (la No Intervención), y aquellos, como los de la democracia representativa y garantía de los derechos humanos, que no lo serían tanto, es decir, “violables”.
Sobre el principio de no intervención dirá más tarde, en mensaje que envió a los cancilleres de la OEA (1959) reunidos en Santiago de Chile, lo siguiente: “Esa reunión no sería fructífera si se limitara a ratificar los ya mineralizados conceptos sobre la no intervención de un Estado en los asuntos internos de otro. Este principio clásico del derecho público americano amerita y reclama ratificación. Pero él no puede ser escudo bruñido detrás del cual se abroquelen y protejan los gobiernos dictatoriales, que son escarnio de un continente nacido para la libertad y los cuales constituyen focos permanentes de perturbación de la paz y seguridad de los regímenes democráticos.”
Posteriormente, propone a la OEA perfeccionar su carta constitutiva con un convenio adicional que permitiera la exclusión de la organización a aquellos gobiernos que no tengan su origen en elecciones legítimas, irrespeten los DDHH, o no garanticen las libertades públicas.
Decía entonces él: “Entre las cuestiones que en mi modesta opinión son de urgente necesidad está la de complementar la carta constitutiva de la OEA con un convenio adicional bien preciso y bien claro, según el cual no puedan formar parte de la comunidad regional sino los gobiernos nacidos de elecciones legítimas, respetuosos de los derechos del hombre y garantizadores de las libertades públicas”.
Su propuesta novedosa entonces no fue acogida, pero constituye un antecedente que en tiempos actuales se materializa en las distintas cláusulas democráticas establecidas en organizaciones del hemisferio.
¿Debería aplicarse la de la Carta Interamericana a Venezuela hoy?
¿Existe hoy un gobernante latinoamericano con la convicción democrática y determinación inquebrantable que tuvo Rómulo Betancourt?
EMILIO NOUEL V
@ENouelV

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MILAGROS SOCORRO, PERO, ¿EN VERDAD NO SE TAMBALEA?

Hace unos días Eduardo Fernández, presidente del Ifedec y ex candidato a la presidencia de la República, aseguró en un programa de radio que el “Gobierno no se está tambaleando, ni conviene que se tambalee y mucho menos que se caiga”. Curiosas declaraciones, proviniendo de una figura que no integra el elenco oficialista ni tiene por qué repetir la cartilla.

Que el gobierno no se tambalea es asunto que solo los hechos podrán establecer. No hay duda de que enfrenta un conjunto de factores adversos del que solo un gobierno muy sólido podría salir airoso: protestas en las principales ciudades del país, una crisis económica que se agrava por horas, inflación (“una de las más altas del mundo”, dijo Fernández en la misma intervención radial), desabastecimiento (“¿Por qué debemos hacer colas para el mercado y cuando llegamos no hay nada? Eso no pasa en ninguna parte y hasta está dejando de pasar en Cuba”, puntualizó) e inseguridad.

A esto debemos agregar la circunstancia de que el presidente de la República tiene ¿al lado?, ¿detrás?, ¿encima?, una especie de tutor que se toma atribuciones que no le corresponden, quitándoselas a la Presidencia; que se ha erigido en interlocutor de los militares, dándole un rodeo a la Presidencia; y que marca constantemente la pauta política del gobierno, como si el presidente fuera una figura decorativa, un pelele a quien se corrige en público y cuyo parecer no le interesa a nadie. Ciertamente, si el gobierno no se tambalea, la debilidad de Maduro sí es evidente. Habría que preguntarle a Eduardo Fernández a qué se refiere cuando asegura que el gobierno no está vacilante (porque podría ser que se refiera a que el gobierno podría persistir sin Maduro, como si este fuera una parte aburrida del cuento, que puede suprimirse sin que la historia registre mayores saltos).

Otra cosa, muy distinta, es que no convenga que el gobierno se tambalee y termine de caer. Vista su intransigencia frente a sus desatinos en materia económica, vista su terquedad en persistir por la senda que nos ha llevado al desastre, visto el cinismo con el que empezó a hablar de “guerra económica” cuando ya se avizoraba la debacle que hoy vivimos y que amenaza con profundizarse en las próximas semanas… En fin, visto el atolladero al que nos condujo el gobierno con sus disparates, su soberbia y su descomunal corrupción, ¿qué es lo que conviene?

Los 12 puntos propuestos por Lorenzo Mendoza, presidente ejecutivo de Empresas Polar, a la Comisión de la Verdad Económica, constituyen un retrato clarísimo de la calamitosa situación de Venezuela. El documento no se propone explicitar lo que está mal hecho sino lo que debe hacerse bien. Pero cada ítem alude a un paso en el proceso de destrucción de la economía nacional. Ninguno de esos puntos serían necesarios –en realidad, urgentes- si no fuera porque hemos padecido 15 años de devastación obrada por un sistema obsoleto, retrógrado y no pocas veces improvisado, que, además, solamente el año pasado se permitió “desviar”

$20.000 millones que fueron robados al Estado con la connivencia de los más altos jerarcas del poder.

Si el gobierno aplica las recomendaciones de los empresarios, aún cuando no lo hiciera en bloque sino parcialmente, iría a contravía de su propio modelo. Si el gobierno quiere dar un frenazo antes de caer en el abismo, tendría que acatar esas medidas, que no son sino un irrefutable compendio de sensatez y sentido común, pero si lo hace ya sería otro gobierno.

En esta ocasión, no pueden zafarse del aprieto con providencias diseñadas para aportar oxígeno temporal o con disposiciones cosméticas para destrancar el embrollo. Las dificultades económicas son de tal magnitud que deberán instrumentarse acciones permanentes, contrarias a la plataforma ideológica en la que se sustenta el gobierno.

Si esto fuera poco, esas medidas deberán ser implementadas por un gobierno sanguinario, violador de los derechos humanos. Los testimonios de las víctimas, sus familiares y abogados son estremecedores.

Nada de esto puede continuar por mucho tiempo. Ni el destrozo de la economía. Ni la represión, tortura, detención ilegal y asesinato de los manifestantes. Ni el expolio descarado a las arcas de la República.

Tampoco dejaremos de protestar, hemos asumido esta tarea como un deber y un destino.

Frente a esta realidad, el gobierno solo tiene dos opciones: obstinarse en su descalabro o hacer grandes cambios. En ambos casos será otro.

socorromilagros@gmail.com
@MilagrosSocorro

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JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, MADURO Y LOS PINTORES DEL RENACIMIENTO

Una de las características, entre otras muchas, de los pintores del renacimiento italiano, que los hizo famosos, fue la de haber creado y desarrollado la técnica del “sfumato” que consiste en suavizar o difuminar los contornos de las figuras que se pintan mediante sombras y colores, de modo tal que las personas, árboles y objetos en general, no lucen al observador como planos cercanos o superpuestos  al paisaje, sino con un aspecto de vaguedad y lejanía que los hacen perderse dentro  del mismo. De modo similar, se utilizan las palabras esfumar o difuminar  fuera del ámbito pictórico, para indicar que una imagen determinada, una idea  o  una  situación que parecía muy concreta se ha desdibujado,  ha  perdido  nitidez, claridad o intensidad.
No sabemos si el señor Maduro o alguno de los asesores del gobierno conocen algo de pintura clásica, pero es indudable  que manejan la técnica del “sfumato”  de manera magistral.
Ahora resulta que lo que le hace falta al país no es llenar los anaqueles de alimentos y productos de primera necesidad, no es acabar con los mal llamados “colectivos”, que realmente son bandas armadas al margen de la ley, ni darle seguridad y servicios públicos eficientes a la ciudadanía, sino una Conferencia de Paz.
La idea de crear una Conferencia de Paz para conversar y meditar  sobre la violencia que ha sacudido al país en las últimas dos semanas, es realmente brillante desde un punto de vista de estrategia política, pues coloca el problema de fondo  dentro de un contexto mucho más general, más indefinido y vago, lo que hace que el espectador aparte la vista del tema principal que son las causas y la desvíe hacia el uso de la fuerza, las agresiones y tropelías  generadas dentro de las manifestaciones y protestas sociales acontecidas hasta ahora.
Pero lo más importante para el gobierno, es  que le da un tratamiento al  asunto,  de cara  a  la opinión pública tanto nacional como internacional, de conflicto armado, de acto de beligerancia por parte de la oposición, como si el país realmente fuese un campo de batalla y aquí se estuviese escenificando una verdadera  guerra, para acabar, en este caso, con la autoridad establecida, lo cual ayuda a difuminar  las verdaderas causas del problema principal y a confundir a cualquiera que no esté bien claro de ideas en cuanto a lo que está sucediendo en Venezuela. Y es que una Conferencia de Paz, supone una tregua o la búsqueda de una solución a una conflagración multilateral, como ocurrió con las Conferencias de Paz de París de 1919 o la de Yalta y San Francisco en 1945, todas concluyendo con la firma de tratados internacionales, que ponían fin a años de cruentas hostilidades y regulaban la postguerra.
El nombre de Conferencia de Paz  es tan pomposo, quizás por la seriedad de lo que encierra, que ni siquiera en  el diálogo que sostiene en Cuba, el  gobierno de Juan Manuel Santos con  las FARC,  se utiliza. Por lo que cabe preguntarse en condición de qué, la oposición venezolana, que es una colectividad pero no un “colectivo”,  que está  conformada por políticos, estudiantes,  trabajadores, empresarios, es decir, por miembros de la sociedad civil que no integran un organismo armado de manera  alguna, por lo que  tampoco es una guerrilla o un ejército de liberación nacional,  puede ser parte de una Conferencia de Paz.
Por qué, sencillamente, el gobierno no entabla un dialogo, si eso es lo que quiere, con los diferentes componentes de esa sociedad civil, en vez de llamar a una Conferencia de Paz que esta fuera de lugar. Basta recordar que  quince años atrás, los gobiernos de entonces  entablaban  conversaciones  con el sector laboral y empresarial para buscar soluciones a los problemas sociales y económicos, independientemente de si resultaban o no exitosas.
Una de las críticas que precisamente se le hacían a Chávez como presidente, era  que no dialogaba, sino que mandaba y monologaba desde el poder, a través de la TV y demás medios, pero siempre sin debatir y sin nadie enfrente que le pusiera en entredicho sus ideas.
Saber escuchar es fundamental en medio de una crisis política; pero para ello se debe empezar por reconocer que la hay. De las declaraciones que dieron algunos representantes del oficialismo con motivo de la sesión de instalación de la Comisión Política nombrada por el Ejecutivo para coordinar la Conferencia de Paz, se desprende que ese reconocimiento aún no es posible, por lo menos de la boca para fuera, porque sería tanto como reconocer que las causas para la  protesta popular también existen.
xlmlf1@gmail.com

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LUIS JOSÉ SEMPRUM, HACE FALTA UNA “OEA DE LOS PUEBLOS”

Bajo la gestión de Insulza, la Organización de Estados Americanos murió. Se convirtió en un club de presidentes socialistas para defenderse mutuamente. La Carta Democrática Interamericana es hoy un papel inservible. Prueba de ello es que la OEA guarda un silencio cómplice frente a las peores violaciones que comete el gobierno venezolano en contra  los derechos humanos. Violaciones que no necesitan comprobarse, porque están a la vista; documentadas, filmadas y publicadas.

ORGANIZACION DE PUEBLOS DEMOCRATICOS
 Insulza se rasgó las vestiduras cuando Mel Zelaya y Fernando Lugo fueron destituidos por los poderes públicos de sus respectivos países. Gritó que había habido “golpe de Estado”, solo porque ellos son integrantes de la red de aliados de Chávez; pero cuando Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y Cristina Kirchner, pisotean la democracia, se queda callado, y hasta los justifica.

Hasta hace poco Insulza había podido salirse con la suya, pero esta vez quedó al descubierto. Fue demasiado lejos, porque las transgresiones en Venezuela son tan públicas y evidentes, que su silencio lo condena. Muchos gobiernos latinoamericanos también se quitaron la careta. No defienden los derechos humanos, ni la democracia, solamente les interesa recibir puntualmente los petrodólares venezolanos.

Aún recuerdo como si fuera ayer, mi intervención pública en la 38 Asamblea General de la OEA, realizada en junio de 2008 en Medellín. Dentro del marco de un panel denominado “Conversación con los jóvenes de las Américas”, me tocó hacer una breve exposición sobre la realidad venezolana (inseguridad, fraude electoral, presos políticos, conculcación de las libertades y deterioro económico); y cuando iba por la mitad de mi intervención, Insulza personalmente mandó a cortar el sonido, y dio por terminado el panel. Confieso que en ese entonces no imaginé el alcance de la traición de Insulza, solo pensé que él no quería que se discutieran temas escabrosos. Pero ahora todo está claro.

En vista de que la Organización de Estados Americanos ha sido mayoritariamente tomada por el enemigo, hace falta construir lo antes posible una “OEA de los pueblos”, conformada por todos los sectores democráticos de la región. Una organización que haga valer la Carta Democrática y los principios bajo los cuales fue creada originalmente la OEA.

l.semprum@gmail.com
@LuisSemprumH

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GUSTAVO LINARES BENZO, EL SAQUEO BONITO

El 27F la población no atacó ningún edificio gubernamental... fue un saqueo y así lo vieron todos.

Qué paradoja que veinticinco años después del 27 de febrero de 1989 Venezuela esté llena de disturbios. Qué contraste entre ambos eventos, también. A pesar de cinco lustros de propaganda por parte de quienes ese día fueron tan sorprendidos como todos por la reacción de ciertos sectores de Caracas al aumento del pasaje urbano, y que sin embargo inmediatamente comenzaron a hacer suyo un evento en que nada tenían que ver. Hasta con fiebre y en cama estaba alguno por esos días.

Hasta el líder del movimiento conspirador y golpista que hacía vida en las Fuerzas Armadas fue asesinado esos días por las mismas fuerzas que hoy en día se reivindican como angélicas. En otras palabras, los hechos del 27 de febrero fueron asombrosamente espontáneos y solamente, y en el mejor de los casos para quienes ahora dicen que fueron ellos los jefes, azuzado sin mucho éxito por algunos factores también asombrosamente desorganizados.

Tan desorganizados como el propio gobierno, entre otras cosas porque no tenía ni un mes en el poder y hubo de enfrentarse a un estallido social sin precedentes. Desorganización y falta de capacidad para controlar el orden público de una manera democrática. Las muchas e injustificables muertes de esos días son sin duda un baldón para esa democracia, pero nadie ha pretendido tampoco justificarlas. Más aún, el movimiento de derechos humanos en Venezuela, que cuando se escriba su historia podrá verse que llegó a su mayoría de edad defendiendo a las víctimas de esos días, hoy es visto por el chavismo como enemigo y representante de los más oscuros intereses que existen en el mundo.

Parte de la leyenda dorada del 27 de febrero que se ha construido en estos años, resumida en pocos párrafos en el decreto que declaró feriado estos días, es el ritornello de que los saqueos fueron una protesta de izquierda, casi un Foro de Sao Paulo en acción. Tan falsa es esa lectura que la carta de intención con el Fondo Monetario Internacional no se había firmado cuando empezaron los saqueos y la única medida que se había implementado y que ciertamente generó el estallido fue el aumento del pasaje interurbano (de hecho los desórdenes comenzaron en Guarenas), pésimamente puesto en práctica a fines de la quincena. El ajuste fortísimo vino después del 27F y el evento no se repitió.

Este gobierno está haciendo un ajuste brutal y no nos damos cuenta. Las devaluaciones acumuladas en los últimos meses son varias veces mayores que la de 1989 y sobre todo la escasez actual es infinitamente más hambreadora que la de finales de 1988, que sólo pudo corregirse con el ajuste económico. Por cierto, el gobierno debe recordar que a pesar de esa escasez, el presidente Lusinchi era muy popular, más del 80% de la población aprobaba su gestión, cota que ni el mismo Gigante Eterno jamás soñó.

Devaluación e inflación, igual que en 1989, pero sin productos esenciales. Como dijo Antonio Ledezma, Maduro está vendiendo pasajes a la luna a bajos precios, es decir, el aceite barato no existe, no hay. Estamos sufriendo mucho más que hace veinticinco años, pero es el dolor de la enfermedad, no de la curación. Y lo que es más importante, la enfermedad moral que cogió el país el 27F sólo ha empeorado y nos postra.

El 27 de febrero la población no atacó ningún edificio gubernamental, ninguna casa de AD o Copei. Se dirigió principalmente a comercios pequeños, sobre todo en la Avenida Sucre de Catia. No fue la toma de La Bastilla, fue un saqueo y así lo vieron todos, pobres y ricos. Ese evento salvaje se ve ahora como un acto consciente y dirigido, un mensaje político del pueblo. Saquear es bueno, es noble, es bello. Al igual que dar un golpe de Estado a un gobierno democrático, el del 4F, es épico, glorioso, hermoso.

Qué difícil es llamar a la paz sobre un ideario así. Por qué aquellos saqueos son buenos y las protestas de hoy malas. Cómo explicar que hay golpes buenos y golpes malos. Por qué la devaluación del 89 fue mala y la del 2014 es buena. Esta visión maniquea del país y de su historia, tan fácil de vender a las masas por demagogos consumados, se regresa contra sus autores. Demasiadas contradicciones.

El 27 de febrero fue un evento triste y desgraciado, primero por la represión brutal y las muertes que provocó, pero también por la destrucción del tejido social que dejó. Gracias a la historia oficial, su legado es el sedimento sucio en el alma del común de que saquear es bonito, es heroico, una batalla de Carabobo urbana.

glinares@cjlegal.net
@glinaresbenzo

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JESUS ELORZA GARRIDO, CARNAVAL REVOLUCIONARIO

REY MOMO

En medio de una Venezuela convulsionada  por la sangrienta represión ejercida por el gobierno contra la protesta estudiantil con el trágico saldo de mas de una decena de muertos, cientos de heridos, mas de quinientas detenciones y graves denuncias de torturas a las personas privadas de libertad,  a Nicolás se le ocurrió la brillante idea de ¡¡Decretar el inicio del carnaval!!!
Con estupor, muchas personas, no creían lo que estaban escuchando….solo a una mente alocada se le ocurre tal cosa….este comportamiento no se diferencia en nada con el Conde Drácula por su afición a la sangre…..se le cayeron las caretas a Nicolás eran algunas de las expresiones de reclamo e indignación que se escuchaban en la calle por semejante despropósito de declarar una festividad en plena convulsión nacional.
Al día siguiente, Maduro en su papel de Rey Momo, dio inicio a la fiesta carnestolendas con un impresionante desfile de carroza y comparsas en el sambodromo del Cuartel de La Montaña. Inicio el recorrido el grupo “Las Negritas” conformado por los agentes del Sebin , todos ellos con cascos negros, lentes oscuros, chaquetas negras, pantalones negros, botas negras y pistolas Glocks 9mm negras. Un ruido ensordecedor, anunciaba la presencia de los motorizados encapuchados que venían protegidos por la policía.
La carroza del Ministerio de Prisiones presidida por la reina Iris  rodeada de los pranes mas peligrosos del país, representaban el escenario de la Discoteca Tokio con una orgía de alcohol, drogas y sexo.
Una carroza imperial encabezada por Fidel y Raúl hizo una bulliciosa entrada con mas de 100.000 milicianos cubanos que gritaban “Socialismo o Muerte, venceremos”. Llamaba la atención, que el trono de Fidel era una cama clínica y se notaba que estaba conectado a un sin numero de aparatos y sondas……canuto esta mal, gritó un borrachito que veía el desfile.
De pronto, una estampida sacudió al sambodromo, la guardia nazional llegó lanzando bombas lacrimógenas en lugar de papelillos y serpentinas provocando la asfixia de miles de espectadores….ojala, ahora no se les ocurra caerle a garrotazos como hacen con los estudiantes...dijo uno de los organizadores.
A pesar de no estar prohibido jugar carnaval con agua, se permitió la entrada de las ballenas para que aplacaran el calor reinante en el lugar.
Finalmente, entraron las tanquetas y sobrevolaron los helicópteros utilizados para amedrentar a los ciudadanos que participaban de las protestas en todo el país…sin embargo, este último acto fue recibido con un silencio sepulcral, nadie decía nada, nadie gritaba, nadie aplaudía…
-¿Que pasa? preguntaba desesperado el Rey Momo…..cuando retumbó un grito desgarrador….¡¡¡Corran que llegaron  los G-8!!!
¿Qué vaina es esa?  Porque huimos, aquí solo tenemos el G-2 cubano, decía Momo, que había perdido la corona en la carrera.
Corre y no te pares que los G-ochos (g-8) no creen en tanques, milicias o helicópteros, le decían Arreaza y Cabello en plena carrera….en el suelo solo quedo el reguero de pistolas, rolos, bombas, manoplas, cascos, gorras rojas, motos, patrullas y walkie talkies. Un tanque fue pintado por los estudiantes con una palabra de esperanza…..PAZ.
Jesus Elorza Garrido
jesuselorza@hotmail.com
@jesuselorza

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ALBERTO JIMÉNEZ URE, LA LEGITIMACIÓN NACIONAL E INTERNACIONAL DE CRIMINALES AL MANDO

«Quienes emprenden la sistemática eliminación de grupos de seres humanos es un genocida: porque comete doctrinalmente, aun cuando no sepa lo que ello significa. Tiene motivaciones distintas a las de un desquiciado y asesino serial. Muchos analistas de la Ciencia Política excusan las muertes que resultan de las órdenes represivas impartidas por esos delincuentes al mando de repúblicas, lo cual los convierte en cómplices»

FUERZA CENTRIPETA
El poder del mando político se ejerce, pervierte u ostenta. Lo ejerce una persona provecta. Ya se sabe quién, con extrema diligencia y brutalidad, lo pervierte u ostenta: alguien emparentado con el soberbio, presumido y genocida en funciones de gobierno.

Si los deplorables sucesos que la Historia de la Humanidad registra no me han convertido todavía en misántropo se debe a lo siguiente: los actos de quienes tozudamente conspiran para perjudicar a la mayoría benévola de personas en el Mundo prueban la complejidad de una existencia estigmatizada por la tragedia, que no el declive o derrota del «Inmutable e Inmanente Principio de Razón Suficiente».

La Estirpe de la Inteligencia enfrenta a la Casta de Letales siempre proclive a la consecución del poder y urdir la dominación morbosa de quienes son infortunadamente manipulables. No es su contraparte en una disputa por apropiarse de riquezas, ejércitos, territorios, yacimientos de valiosa materia prima, empresas, bancos o fábricas. No emprende querellas para esclavizar, explotar u oprimir a nadie. Enciende cuando la obscuridad pretende impedir que avance hacia la instauración universal de la Paz, Fraternidad, Equidad y la Justicia a favor del auténtico progreso de la Especie Humana.

Entiendo que sea difícil para los inaptos lucubrar en redor de los sucesos que le afectan, pero rechazo exculparlos fundamentándome en su obvia y fortuita condición intelectual: porque ello no les impide advertir la presencia de un asesino o ladrón, por ejemplo, que ejerce funciones y toma decisiones frente a la Institucionalidad del Estado que le precipita tribulaciones. Los criminales al mando de repúblicas siempre buscan coronarse, aparte de legitimación nacional e internacional. Y comienzan con el sector ignorante del Vulgo: alienándolo con profusa y falaz propaganda, alterándole los sentidos. A los letales, el impactante desarrollo de las tecnologías no les impide proseguir con sus deleznables propósitos como tampoco a la Inteligencia Detractora hallar formas para apartarlos de la «acción de civiles» o Civilización.

La fuerza centrípeta que a todos nos empuja hacia el encuentro con la verdad no exime a ninguno: ni al victimario, víctima o redentor, independientemente de la condición intelectual o social de cada uno de nosotros. Seremos congregados a favor de la causa mayor que es la sobrevivencia de la Humanidad, previa abolición de los perversos. Todo lo demás será fuego fatuo.

jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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SAÚL GODOY GÓMEZ, EN LAS BARRICADAS,

A las 5pm llegamos a Plaza Altamira, en Caracas, uno de los sitios de concentración de los estudiantes que protestaban contra el gobierno de Nicolás Maduro; las razones eran varias, entre ellas la brutal represión del gobierno a la manifestación pacífica, al intentar acallar la protesta, obligando a pedir permisos, prohibiéndola, generando los chavistas sus propios actos públicos, para entorpecer y desplazar a los muchachos, al aplicarles el blackout informativo a sus eventos, de modo que nadie se enterara de sus reclamos, y hasta interviniendo la señal de internet y de telefonía, para hacer lento el envío de mensajes… la toma de vías públicas era una medida desesperada, y estaba funcionando.
Llegar a nuestro destino fue complicado, las calles estaban trancadas con basura, troncos de árboles, alcantarillas, que la gente ponía para contribuir con la causa de los jóvenes y evitar el paso de los saboteadores de oficio, conocidos como “colectivos”.
Tomamos rutas alternas - “caminos verdes”, les decimos - teníamos que atravesar la ciudad del sur al norte, para luego virar hacia este; a esa hora, ya muchas avenidas estaban cerradas y el tráfico vehicular colapsado.
Pasamos por la Plaza Venezuela, un lugar céntrico al norte del río Guaire, había bastante gente en la calle, muchos negocios estaban cerrados, uno de los muchachos que me llevaban a la protesta me advirtió
- Mosca! ésta es zona de colectivos…
Y efectivamente, en una esquina, estaba un grupo de motorizados, algunos con camisas rojas, otros con las franelas estampadas con la mirada amenazadora de Chávez, conversando entre ellos; pero tres sujetos se habían apostado un poco más adelante, escrutando atentos a los carros que pasaban, y se quedaron mirando fijamente a nuestra camioneta. Yo era la persona más adulta del grupo, los saludé para disipar su desconfianza, lo menos que deseaba era un encuentro temprano con esos paramilitares chavistas.
Seguimos rumbo hacia el norte buscando La Cota Mil, a las faldas del cerro El Ávila.
Había nerviosismo y expectativa dentro del auto, me llevaban a realizar un reportaje sobre lo que estaba sucediendo con la protesta estudiantil, fui contactado por este grupo de universitarios, que sabían de mi existencia por mis artículos y querían llevarme para que viera lo que estaban haciendo y porqué; querían que escribiera algo, necesitaban dejar registro de lo que estaba sucediendo, el mundo entero tenía que enterarse, el sacrificio de las vidas de los estudiantes asesinados y torturados por el gobierno no podía quedar olvidado.
Algunos de los jóvenes revisaban sus mascaras antigases, que no eran otra cosa sino mascarillas de pintor desechables, otros buscaban, en sus móviles, los últimos reportes del frente de batalla.
-En las Mercedes hay 15 detenidos, los están bombardeando con gases… todo está lleno de humo.
Me enseñó las fotos y la verdad era que sólo se veía edificios, en medio de una espesa nube blanca que parecía salir del piso. Ese día había dos objetivos: Las Mercedes y Altamira; el plan era llegar hasta la autopista Francisco Fajardo y trancarla, nada menos que la principal arteria vial este-oeste de la capital.
La Cota Mil estaba despejada, la música hip hop que escuchábamos era enervante, se nos adelantaron varias patrullas y ambulancias en silencio, varias salidas de la avenida estaban cerradas, efectivos de la policía hacían señas a los conductores para que continuaran.  Afortunadamente, la entrada de Altamira permanecía abierta, y pronto estábamos bajando por la Avenida Luis Roche, hacia nuestro destino. En el trayecto, pude ver personas con vestimenta deportiva, que bajaba de El Ávila, dueños paseando a sus perros, avizoré una enorme fila de gente haciendo cola ante una farmacia, que tenía las puertas cerradas y atendía por una ventanita, la escasez de productos era general ya no sólo de supermercados, eran comunes las colas de personas en las ferreterías, en las librerías escaseaban los buenos libros, también faltaban medicinas, repuestos de automóviles… estábamos viviendo en una economía de guerra.
La policía de Chacao dirigía el flujo de vehículos, que era lento, los restaurantes de lujo de la zona, aunque cerrados, tenían clientela, esto se deducía de la cantidad de autos aparcados al frente; vimos un grupo de escoltas, en sus motos, fumando y conversando, mientras esperaban a su jefe que, de seguro, estaba dentro del local, libando y comiendo con clientes o amigos, por supuesto, eran altos funcionarios públicos, de los pocos que se podían permitirse aquel lujo en tiempos de hiperinflación.
Luego de varios intentos, conseguimos puesto en un estacionamiento, casi todos estaban cerrando por miedo a que las cosas, en la plaza, se salieran de control.  Nos unimos a un torrente de gente, la mayoría jóvenes, que bajaban a pie. Noté que los carritos de perrocalientes y hamburguesas estaban llenos de clientes, muchas motos, manejadas por civiles, se mezclaban en la calle; al cabo de una cuadra, el olor a gases lacrimógenos me asaltó el olfato, empezaron a aparecer las barricadas con basura y cauchos, ardiendo entre los escombros acumulados, también empecé a escuchar las detonaciones.
Los jóvenes se preparaban para lo que habían venido a hacer, algunos se ponían una pasta blanca en el rostro (un antiácido, para evitar las irritaciones), otros empapaban los pañuelos con vinagre para ayudarse a respirar, unos hacían calistenia para calentar los músculos (principalmente, para tirar piedras y correr), un grupo preparaba sus “smart-phones” para dejar constancia, en fotos y grabaciones, de sus intervenciones de ese día.
Al entrar a la Plaza Altamira se reveló el espectáculo, había una muchedumbre moviéndose en diferentes direcciones, el ruido era ensordecedor, unas muchachas golpeaban con piedras los postes metálicos del alumbrado público, se escuchaban atronadoras cornetas e insistentes pitos, las bocinas de las motos, el ruido del helicóptero militar que sobrevolaba la zona, el lejano ulular de las patrullas, los gritos de consignas como “Maduro, vete ya”, y una profusión de máscaras, como la del personaje de la película “V de venganza”, todo entre una decena de fogatas y el envolvente y tóxico humo de cauchos quemados y gases antimotines.
El obelisco que distingue a la plaza me parecía ahora extraño, como un monumento alienígena en el punto central de aquella congregación de jóvenes con los rostros ocultos por pañuelos y mascaras antigases, casi todos portando morrales y gorras, algunos sin camisa.
Era un espectáculo desconcertante con su propia y aleatoria coreografía, los estudiantes presionando por llegar a la autopista Francisco Fajardo, hacia el sur, y la Guardia Nacional empujando a la multitud hacia el norte… en el medio esos vórtices de gente, que veces caminaban y en otras ocasiones corrían, sobre nuestras cabezas, se veía ese intrincado tejido de las trazas de humo, que desprendían los proyectiles de gases y que explotaban cuando descendían, dividiéndose en tres bombas que se dispersaban sobre el terreno.
-Vean para arriba…- gritaba alguien, alertando a la gente sobre las bombas que caían, la gente se apartaba y entraban algunos jóvenes, rápidamente y con guantes de carnaza, para tomar las bombas y arrojarlas, de nuevo, hacia donde estaba la guardia o hacia al espejo de agua de la plaza, para neutralizarlas, con el entusiasmado aplauso de los presentes.
-Los contenedores de los gases se “superenfrían” cuando los disparan, si los tocas con la mano, te queman- me instruyó uno de mis acompañantes, que no me dejaba solo- lo más peligroso es que te caigan en la cabeza.
Los muchachos de ojos llorosos subían de los alrededores de la Torre Británica, donde estaba la línea de batalla, algunos escupían baba, otros vomitaban, e inmediatamente eran atendidos por muchachas que, con potes de agua, les lavaban la cara y los acostaban en el suelo, para que se recuperaran; una muchacha inconsciente fue llevada en brazos a un puesto de salud del municipio.
Un muchacho de barba, que subió corriendo hasta donde estábamos, con la mascarilla en la frente, gritaba - No se queden aquí, hay que bajar… tenemos a un grupo de compañeros atrapados allá abajo… hay que rescatarlos… vamos, no se frenen… luchamos por Venezuela, 14 años de tiranía es suficiente…
La arenga funcionó, una nueva corriente de jóvenes emprendió su ruta hacia la avenida Francisco Fajardo, donde se levantaba una espesa cortina de humo.  Me impresionó la cantidad de chicas bellas que estaban luchando ese día, hombro a hombro, con los muchachos, castigando a la Guardia Nacional y siendo castigadas por ellos, en igualdad de condiciones y llenas de un valor que arrugaba el corazón, ¿sus padres tendrían alguna idea de lo que estaban haciendo sus hijas en ese momento?
-Tenemos que bajar, Saúl- me dijo mi contacto- tenemos que ver el frente, para que cuentes lo que allí pasa… te consigo una máscara…
Efectivamente, a los pocos momentos volvió con una máscara antigases, de esas que usan los bomberos industriales, amarilla, de hule aceitoso, con dos grandes vidrios por ojos y un filtro horizontal sobre la boca; cuando me la puse, la capucha me cubría hasta los hombros y mi aspecto debió ser el de un extraterrestre, pero allí nadie se fijaba en esas cosas.
Tres jóvenes me sirvieron de escolta hasta la avenida; sorteamos las barricadas y una lluvia de bombas lacrimógenas, es sumamente difícil caminar entre escombros en el medio del humo y estar pendiente de lo que te cae del cielo, al llegar a la acera opuesta corrimos hacia la Torre Británica mientras escuchábamos a nuestras espaldas el coro de cien gargantas enardecidas “Quienes somos, estudiantes, que queremos, libertad”, allí pude ver, por primera vez, el piquete de la Guardia Nacional Bolivariana, dispuesto como una pared de escudos que me recordó las formaciones de las legiones romanas, los muchachos les lanzaban piedras, que rebotaban con furia en los escudos plásticos de alta resistencia; detrás de la línea de guardias había dos tanquetas antimotines.
Unos guardias de avanzada, que en grupos de tres se movían entre los edificios, eran los que disparaban las bombas lacrimógenas, llevaban colgando un saco cargado de proyectiles; los jóvenes me habían informado que cada bomba costaba 30 dólares, que eran hechas en Brasil, según mi improvisada cuenta, en los quince minutos que había permanecido en la plaza, se habían gastado no menos de 25.000 dólares en bombas, el sonido de las detonaciones era continuo, pareciera que había algún tipo de cañón que las disparaba en seguidillas, y pensé en el negociado que había detrás de aquellas compras militares y en las cantidades de dinero que se habían pagado en comisiones, una fiesta para los corruptos.
Nos unimos al grupo de estudiantes que estaban en primera línea, no había rastro de los muchachos atrapados, la guardia avanzaba, paso a paso, detrás de sus escudos protectores; nuevamente, fuimos precedidos por un número indeterminado de núbiles guerreras, que estaban allí arriesgando el pellejo frente a los ejércitos de la noche, esos que no respetan ningún derecho humano al momento de reprimir, muchachas apenas salidas de la adolescencia, fajadas, como las buenas, sin miedo, “mentando madre”, retando a pedradas a aquellos monstruos, sirvientes del fascismo más primitivo, era conmovedor verlas luchando por su futuro, por una idea de patria que nada tenía que ver con la del comunismo que nos robaba la libertad, eran chicas tan arriesgadas que daba miedo verlas, inspirando a los muchachos y sirviéndoles de acicate para cometer actos tan valientes y tontos como el de patear la pared de escudos, a riesgo de que le dispararan con las escopetas que aparecían sin aviso, nunca vi que las dejaran solas.
De pronto la línea de escudos se abrió y salieron los motorizados, dos guardias por cada moto, vestidos de robocop, el parrillero blandiendo la escopeta, una veintena de aquellos monstruos bicéfalos y rugientes se nos vinieron encima. Al grito de “Vienen las motos!” la estampida hacia la plaza fue asombrosa.
Corrimos como pudimos, en medio de unas bombas que giraban en el suelo con un silbido infernal y descargaban su gas fétido. Nos metimos en el primer callejón que encontramos y resultó ser un acceso de servicio entre dos edificios, allí nos encontramos con dos Guardias Nacionales, que estaban escondidos detrás de un contenedor de basura.
Creo que los guardias estaban tan asustados como nosotros, uno de ellos corrió y huyó, el otro fue bloqueado por el más fornido de mis acompañantes y se trabaron en una lucha cuerpo a cuerpo; entre todos le quitaron al guardia su máscara de gas y, cuando lo estaban golpeando en el suelo, los separé.
Entonces me di cuenta de la tragedia de aquella situación, vi al estudiante, con el rostro desencajado por la rabia, y vi el rostro moreno e aindiado del joven guardia nacional, asustado y llorando, ambos debían tener la misma edad; así entendí la perversión de este gobierno, que obliga a sus jóvenes a enfrentarse hasta la muerte, por preservar o defenderse de una ideología inhumana, a nombre de una revolución que sólo está en sus mentes enfermas, por perpetuarse en el poder y seguir medrando de los recursos del país ¿Y eso para qué? ¿Para ver morir a nuestros hijos?, constaté que los estudiantes tienen razón, que el sacrificio es necesario, con toda razón los jóvenes claman es ahora o nunca, un gobierno así no puede perdurar ni un día más.
Soltamos al guardia, nos volvimos hacia la avenida, que había quedado sola, y regresamos a la plaza. Para ese momento, ya estaba sudando a chorros, los visores de la máscara estaban empañados, tenía unas ganas enormes de vomitar, compartía con mis acompañantes el miedo de que, en cualquier momento, surgiera del humo alguna moto y nos atacaran, la plaza estaba sola… el costo físico que implicaba mantener este tipo de protesta era enorme para los muchachos, era extenuante. Cuando llegamos cerca de una de las bocas del Metro, me saqué la máscara, casi asfixiado; en ese momento, ya caía la tarde y apareció de la nada un hombre, flaco y moreno, con una cavita de anime en la mano. -Fresco, agua… está fría, profesor… ¿Le doy una?...
Reí y lloré al mismo tiempo, fueron los gases, el susto, un nudo me apretaba la garganta al ver como estaba mi país. –
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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