jueves, 16 de enero de 2014

TAMARA SUJU ROA, DE LA TIRANÍA AL ESTADO DE DERECHO.

Comenzó el 2014. Muchos tenemos razones fundadas para decir: gracias a Dios se terminó el 2013. Año en que dos contiendas electorales nos tuvieron en vilo y la situación económica y social en angustia y zozobra. Los últimos días transcurrieron con los dimes y diretes que se sucitaron luego de la reunion de los Alcaldes y Gobernadores de la oposición con Nicolás Maduro y parte de su tren ejecutivo.

Algunos han hablado que es el comienzo de un diálogo necesario y estratégico para que tanto gobierno como oposición puedan sobrevivir y superar el estado de ingobernabilidad que estámos viviendo. Otros piensan que Nicolás busca apoyo para las medidas económicas que debe tomar su gobierno de forma urgente este año,  y así conseguimos diversas opiniones. 

La realidad es que todos estamos esperando hechos, no palabras. El país esta fragmentado, polarizado y a punto de quiebre económico y social, es decir, si todos los venezolanos como propósito de año nuevo no nos planteamos la urgencia de buscar soluciones a los cánceres que nos consumen como sociedad, los venezolanos veremos como se alejan aún más las pocas oportunidades que tenemos de superar esta crisis político- social y económica por lo menos los próximos 6 años por venir.

El regreso al pleno cumplimiento de la Constitución debe ser el pacto social por el que el  gobierno debe transitar junto a la oposición. Las ramificaciones inconstitucionales en cuanto a estructura legal, instituciones, difusión y educación  del sistema al que llamaron "socialismo del siglo XXI" que han tratado de imponer, debe ser desmontado. 

Nuestra Constitución es muy clara cuando dice: Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Hay varios puntos que considero imprescindibles deben darse o ejecutarse por parte del gobierno para que la oposición pueda considerar que realmente hay intención de  iniciar un proceso de transición que nos pueda devolver el Estado de Derecho en nuestro país, si es que realmente hay intención de devolverle a los venezolanos la paz, el bienestar y el progreso que todos merecemos.

Al momento de entregar este artículo (lunes 23 de Diciembre) Iván Simonovis seguía preso, sin recibir ninguna medida que le permita tratarse oportuna y eficazmente de las dolencias que padece.  Los presos políticos seguían presos, aún teniendo el tiempo necesario para recibir las medidas alternativas por cumplimiento de la pena que les corresponde por Ley. Los procesados penales por razones políticas seguían en las mismas circunstancias y los exiliados continuaban lejos de su Patria.  Es decir, no se habían otorgado medidas humanitarias, indultos o una Ley de Amnistía y Reconciliación política que acabara con la persecución, discriminación y retaliacion que durante 14 años han dividido a la sociedad venezolana. El cese de la persecución y del discurso de odio y discriminación contra el otro lado del país que piensa diferente, debe ser inmediato y asumido por todos los representantes del gobierno.

Como segundo punto en mi agenda, está el problema de la inseguridad. El gobierno debe plantearse la inseguridad como asunto de Estado. El desmantelamiento de los grupos y colectivos armados que funcionan a sus anchas con la venia del gobierno en todo el país debe ser tratado con prioridad. No pueden existir fuerzas armadas paralelas en un Estado donde la impunidad supera el 90 % , lo que hace que tanto estos grupos como el hampa común se sientan a sus anchas para actuar. La articulación de todas las policías municipales, regionales y nacionales debe ser para combatir la inseguridad y devolverle a los ciudadanos los espacios comunes en su ciudad, en el trabajo, en los sitios de esparcimiento y cultura que no nos atrevemos a usar o disfrutar ni de noche ni de día por miedo a ser una víctima más de los delincuentes. Secuestradores, sicarios y homicidas deben ser los verdaderos perseguidos y recibir todo el peso de la Ley.

La renovación de los poderes públicos. El poder Legislativo esta en Mora con los venezolanos. La Elección de los 3 rectores del CNE, del Contralor General de la República y de los Magistrados que sustituirían a los 10 que ya tienen su cargo vencido debe ser el comienzo de la apertura hacia la independencia y reinstitucionalidad de los poderes públicos. Estos cargos deben ser ocupados por personas probas, no partidistas y de reconocida trayectoria profesional.  Sin independencia de poderes no hay democracia. Sin Instituciones sólidas que respondan al servicio de los ciudadanos y no a un partido político, no hay democracia.

Otro punto álgido en la agenda sería la despolitización de la Fuerza Armada Nacional y su regreso a la institucionalidad. Es necesario que nuestros oficiales dejen de hacer política y se dediquen a los objetivos para los cuales fueron formados. También es muy urgente que se retome la profesionalización de todo el cuerpo, que se acabe la propaganda política dentro de los cuarteles, que cesen los lemas con carácter político en los discursos y que los oficiales vuelvan a los lugares propios de su profesión, comandos, zonas estratégicas de soberanía, etc, y dejen que los cargos administrativos civiles que tanto ambicionan ahora, sean llevados por civiles. La FAN debe dejar de ser utilizado como un brazo político del partido de gobierno y volver a ser la Institución que señala expresamente la Constitución Nacional.

Para culminar, y no porque no queden mas puntos, sino porque se me acaba el espacio, se deben dejar sin  efecto leyes inconstitucionales que menoscaben los derechos de todos los venezolanos, empezando por el Plan de la Patria que fue convertido en Ley y aquellas que por ejemplo, cambian la división político territorial, violan la libertad de conciencia y expresión, cercenan el derecho a la propiedad privada, violan el derecho a la educación libre y plural, el derecho a estar informados, entre muchas otras. 

El sector productivo del país necesita un marco de seguridad jurídica que le ofrezca los correctivos necesarios  para impulsar la inversión y superar el miedo a quedarse o establecerse e invertir.  Depende de la voluntad política real de cumplir y hacer cumplir las leyes estrictamente constitucionales.  No se le puede pedir al inversor que apueste a Venezuela, con un fusil apuntandole en la sien.

Tamara Suju
tamarasuju96@gmail.com

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VÍCTOR RODRÍGUEZ CEDEÑO, REALIDAD Y ENTREGUISMO

Mediante la más vil manipulación de la información y otras formas igualmente despreciables de proceder quienes hoy mandan insisten en tergiversar la realidad y mostrar la cara alegre del sufrimiento. Hacer del fracaso un éxito parece ser la consigna habanera. Pero, afortunadamente, esta estrategia perversa tiene su límite y ya parece haberlo encontrado. 
Los venezolanos conocemos y sentimos nuestra realidad, aunque las emisoras oficialistas, expresión de la dictadura comunicacional que se nos ha impuesto; y las oficinas de maquillajes estadísticos  insistan en torcer esa triste realidad.
Descubrir el fracaso del régimen en materia de seguridad, al denunciar con fundamento una política de promoción del odio y de la violencia, es una responsabilidad de todos que no se puede extraer del debate político cotidiano, como lo vende la propaganda oficialista. Tampoco advertir sobre los catastróficos resultados y sus consecuencias de una economía quebrada, al igual que en la Cuba rectora de nuestro destino; o denunciar la persecución,  las detenciones políticas, los ataques al derecho a informar y ser informado, en fin,  el desastre al que nos ha llevado un régimen dirigido desde afuera.
Atrapados por un grupo malintencionado y engañoso el país se hunde en una realidad escondida en cifras maquilladas que aparentan bonanza y felicidad, las mismas que dicen disfrutan los cubanos después de 55 años de la férrea dictadura impuesta por los Castro, aniquiladores de ese pueblo noble que lucha en la sombra, cuyo sufrimiento, lamentablemente, sigue siendo incomprendido por el mundo, gracias a una propaganda bien calculada que difunden izquierdosos y resentidos desde sus oficinas en el mundo libre y desarrollado, pero incapaces de compartir la realidad  y la “felicidad” de pueblos oprimidos. Muy fácil resulta a estos “combatientes” desde Paris, Hollywood, los Ángeles o Madrid promover revoluciones para que otros las sufran.
No es una política propia de algunos desadaptados. Es por imposición de los cubanos, una vez derrotados con valentía por nuestras fuerzas armadas y gobernantes verdaderamente nacionalistas y dignos, ahora recibidos como los instructores y mandantes, que el país se ha hundido en la pobreza, en la inseguridad y, lamentablemente, en el odio y la violencia,  expresado al origen en el criminal intento fallido de golpe de Estado de 1992, encabezado por Hugo Chávez, a quien la historia juzgará en su momento.
El entreguismo a Cuba es una realidad, como lo es la vida que sufrimos a diario en el país. Desde allá se ordena promover un falso diálogo para destruir  la oposición, a la vez que mantener la persecución y los presos políticos para amedrentar y someter. También se instruye desde La Habana el establecimiento de un sistema económico y financiero que acaba con nuestra riqueza, nuestras empresas y con la productividad, que ha traído más pobreza y dependencia, para sobre ello construir el modelo allá fracasado, conscientes de que sólo sobre esas ruinas y tal dependencia, podrán sobrevivir y prolongar su propia miseria, hasta que el barco de la infelicidad se hunda de una vez por todas y se recobre la libertad perdida en el tiempo.
Desde La Habana se ha instruido al régimen revolucionario armar a los colectivos  y a odiosas fuerzas paramilitares, al mismo tiempo que se han introducido la fuerza y la violencia como instrumento de vida, a cambio de dadivas que con el tiempo quedaran como tristes recuerdos, plasmas, autos y otras cosas cuya adquisición,  paradójicamente, los revolucionarios promueven como forma para eliminar el capitalismo “salvaje y malvado”.
El régimen ha entregado bajo el mismo instructivo nuestra historia, también nuestro territorio al malandraje,  muchos favorecidos por operaciones cayapas, negación de la justicia y del orden; también a fuerzas irregulares extranjeras, vinculadas al terrorismo y al narcotráfico, que se pasean sin restricciones por el país.
Nuestra soberanía perdida, nuestro territorio abandonado. Las instrucciones de La Habana en relación con nuestra reclamación sobre el territorio esequibo y los espacios marítimos que de allí se desprenden  han causado gran daño a Venezuela, un entreguismo que será reparado en su momento por quienes habrán de recuperar las riendas del país.
Es la realidad. El país se entrega a un poder extranjero, violando todos los principios y la dignidad de un pueblo que más temprano que tarde reaccionara bravo ante el atropello más grande que haya sufrido en toda su historia.
vitoco98@hotmail.com

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RICARDO VALENZUELA, ES EL CAPITAL HUMANO, REFLEXIONES LIBERTARIAS, CASO ESTADOS UNIDOS, DESDE MEXICO

Estados Unidos está transitando por uno de los periodos más difíciles de su historia moderna, en el cual se ha puesto a prueba y tienen que demostrar el verdadero material de su tejido social. Los ataques terroristas del mes de Septiembre 2001, iniciaron la gestación de una recesión que se antojaba pasajera y se veía más bien como una sacudida del árbol para que operara la famosa creativa destrucción de los mercados. Pero cuando millones alrededor del mundo atestiguaron el horror de las naves secuestradas penetrar cual filoso cuchillo el corazón del Centro Financiero del país, el mundo repentinamente había cambiado.


Tal vez el cambio más visible sería el arreciar de una recesión ya iniciada y magnificada por el temeroso comportamiento del consumidor quien ahora llevaba sobre sus espaldas, no-solo ese miedo para salir a los Malls esgrimiendo sus tarjetas de crédito en el caso de los individuos, las empresas para invertir, sino además endeudamientos récord en ambos sectores producto de una glotonería del consumidor sin precedentes. Pero además, el fenómeno se repetía en una economía globalizada que ya en aquellos momentos experimentaba el efecto dominó, recorriendo el mundo en una singular cascada de extinción de valores, sueños y realidades.

Los EEUU tal vez se haya recuperado de las pérdidas materiales producto de aquel cobarde acto de agresión, sin embargo, la recuperación de su actitud de lucha y el espíritu guerrero de su gente, parecen todavía perdidas en ese mar de la demagogia política que en estos momentos ha llegado a niveles casi nunca vistos. Pero si revisamos la historia económica del país desde el ataque, podremos entender el derrotismo de la sociedad estadounidense cuando, ausente de líderes visionarios, se entregan de nuevo a la Malasie que les heredara Jimmy Carter.

Cuando el país se sacudía los estragos del ataque terrorista, en el año 2008 le explotaba una debacle financiera que asomaba a otra gran depresión. El país se había ya involucrado en dos guerras que lo desangraban aun más, Afganistán e Irak. Cuando la media anuncia la quiebra de Lehman Brothers aquel triste año del 2008, la avalancha de quiebras se adueñaba de las primeras planas de todos los diarios del mundo. Las irresponsables acciones del FED en sociedad con políticos progresistas, finalmente pasaban la factura y el mundo entero se estremecía ante un posible apocalipsis.

Durante los siguientes meses, un activista Bush I inicia una escandalosa agenda de rescates con la maquina impresora del FED trabajando 24 horas al día, 7 días a la semana. La gente montada en ese pánico que provoca luego las expectativas racionales, en medio de tal locura eligen un nuevo líder a quien identifican casi como Cristo Salvador. Barak Obama emergía como el primer presidente negro en la historia de un país, que durante muchos años se identificara por su racismo. Lo que muchos de los votantes ignoraban, es la agenda con la que Obama iniciaría la segunda gran ola de socialización de su país que llevara la deuda nacional, por primera vez en la historia, a niveles superiores del PIB.

Durante el Siglo XIX, John Stuart Mill abordó el tema de la recuperación de los países ante los desastres y las guerras. Mill afirmaba que las naciones se pueden recuperar si mantienen dos elementos fundamentales: El conocimiento y las habilidades de su población, los motores básicos del desarrollo económico. Los EU mantienen ambos representados por su valioso capital humano, lo que nos sugiere contrariamente a lo que gritaban las aves de mal agüero, el ataque de Septiembre del 2001 no debía ser un serio problema económico en el mediano y largo plazo.

Pongámosle números a la magnitud de aquel desastre. La destrucción de las torres gemelas se estima entre 4 a 5 billones de dólares. La pérdida de activos de las empresas localizadas en las torres y el costo de limpia del lugar, se estima en otros 10 billones de dólares. Incluyendo el daño a los edificios contiguos a las torres y el Pentágono, los aviones perdidos y la pérdida de la capacidad productiva de los masacrados en la tragedia, el costo se eleva a un estimado de entre 45 a 60 billones de dólares. Para tener una perspectiva, el total de los activos físicos de los EU se estima en unos 50 Trillones de dólares, y el total de los activos productivos incluyendo el capital humano, nos llevan a unos 120 Trillones. Entonces, aun una pérdida de 60 Billones solo representa menos del 0.2% de los activos físicos y el 0.06% del total de los activos productivos de EEUU.

En ese contexto el problema para los EEUU no debió ser el vía crucis que tanto cantaban sus enemigos. Sin embargo, repito; el mundo ha cambiado y ese cambio es algo que directamente afecta a México. Bush, antes de los ataques terrorista había declarado que para EEUU “no había relación más importante que la de México.” Well, not any more. De inmediato México se relegó al sótano de las prioridades y preocupaciones de la Casa Blanca. Durante los últimos doce años, México ha estado ausente de la agenda primordial de la Casa Blanca.

Ahora ¿Cuál es el panorama para ambos países en este nuevo año 2014?

Los EEUU le apuestan a su capital humano desperdiciado en estos momentos ante un líder que, lejos de unificar a su pueblo, se ha dedicado a promover y revivir el odio de clases y la división social mientras continua obstaculizando el desarrollo de los negocios vía impuestos, mandatos, regulaciones, prohibiciones etc.

Crecimiento económico se logra cuando aumenta la producción de bienes y servicios. El crecimiento económico va acompañado de una mejora de las condiciones de vida. Ese crecimiento puede lograrse aumentando la cantidad de factores productivos (trabajo y capital físico), mejorando la calidad de dichos factores y aumentando la eficiencia con la que éstos se combinan en los procesos creativos.

El concepto de capital humano fue esbozado a mediados del siglo pasado por Theodore Schultz y Gary Becker, ambos laureados con el premio Nobel de economía. De acuerdo con el trabajo de estos autores, gran parte del crecimiento económico de las sociedades occidentales podía explicarse si se introducía una variable llamada capital humano, correlacionada con el nivel de formación especializada que tenían los agentes económicos o individuos de una sociedad.

Los estadounidenses ante un país confrontado y experimentando la recuperación más raquítica de su historia, un país que ya no figura entre los diez primeros en el índice de libertad económica y endeudado como nadie se imaginó, le apuestan a las elecciones de medio término en Noviembre de este año, a la elección presidencial del 2016, le apuestan a su capital humano.

¿Y México? Quien sabe que ocurrencias desenfundaran nuestros líderes, porque ideas trascendentes nunca han tenido.


Ricardo Valenzuela
@elchero
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ALBERTO MEDINA MÉNDEZ LA VORACIDAD COMO COMÚN DENOMINADOR. DESDE ARGENTINA

La creatividad de los recaudadores no descansa en el arte de buscar novedosas variantes, innovadores impuestos y curiosos ardides para embolsar una mayor porción del fruto del esfuerzo de todos.

No es un fenómeno solo local. A estas alturas ya es una epidemia mundial. Es que los poderosos, los políticos de turno, la corporación de partidos gobernantes, esos que rotan, pero que forman parte de lo mismo, ya han convencido a demasiados ciudadanos sobre la necesidad de que el Estado se ocupe de muchas funciones y cada tanto de otras nuevas. Esas múltiples tareas son las que justifican la existencia de un Estado grande y por lo tanto al que hay que alimentar de modo permanente con mucho dinero.

Nadie repara en que el Estado ya demostró su inoperancia crónica, ineficiencia serial y corrupción estructural. Pese a las innumerables evidencias, una importante cantidad de personas cree que el Estado dispone de soluciones, sin comprender que el problema ES el Estado.

Bajo esa dinámica, los políticos, sin importar el territorio, la jurisdicción o el color partidario, solo se concentran en RECAUDAR, poniendo todo el empeño necesario, las energías y la imaginación al servicio de la voracidad.

Solo les preocupa reunir recursos para poder disponer de más. Nadie se detiene en explorar minuciosamente por donde se diluyen recursos, aunque resulte obvia la dilapidación de dineros públicos, lo que cualquier contribuyente verifica en el notorio comportamiento de los funcionarios.

Podrían poner especial énfasis en eliminar la corrupción o al menos mitigarla, en disminuir costos operativos e instaurar una administración austera como regla. Eso no importa demasiado, lo relevante es recaudar.

Hoy existe una vigorosa ingeniería dedicada a la creación de nuevos impuestos, tasas, tarifas, tributos, lo que sea que posibilite reunir una creciente cantidad de dinero que provenga de esos ciudadanos que deberán trabajar horas adicionales para generar menos para sí mismos, mientras el Estado se llevará una tajada cada vez más grande, sin modificar su ineficiencia habitual, vergonzosa burocracia e indisimulable falta de pudor al momento de responder con responsabilidad por sus propios disparates.

Es un círculo vicioso difícil de interrumpir. A los gobernantes no les interesa que el Estado sea eficiente. Intentarlo significaría un esfuerzo desproporcionado en eso de ajustar incómodos resortes. Eso traería consigo un elevado costo político que no están dispuestos a enfrentar. Reducir la planta de personal estatal, ser cautos en el esquema salarial lineal en el que prima la antigüedad y no los méritos como valor o implementar mediciones de resultados de satisfacción ciudadana, son cuestiones que solo implican conflictos gremiales, con la corporación de empleados convirtiéndose entonces un sacrificio que no vale la pena transitar.

Es más fácil aumentar la presión impositiva y esquilmar a los trabajadores del sector privado, a los emprendedores y, en general, a los individuos que pagan impuestos todo el tiempo, obligándolos a acomodarse a su nueva realidad para hacer frente al renovado embate de los saqueadores.

Es importante comprender que esta postura no es la del gobierno de turno, ni la de un color partidario determinado. No es ya el producto del gesto miserable de los que están. Se trata de la característica universal, de los de ahora, pero también de los que estuvieron y los que estarán; de los que son oficialismo y además de esos opositores que sueñan con gobernar. Ellos son depredadores insaciables. Saben que su caja cotidiana depende de lo que consigan quitarles a los demás y de su dedicado esmero en ello.

Para poder validar moralmente su pérfida y cuestionable conducta, han puesto mucha perseverancia en instalar la idea de que el que no tributa impuestos es un ciudadano indecente. Preocupa que hayan conseguido que el despojado, el empobrecido, el que tiene que trabajar durante varios meses del año para financiar la irresponsable fiesta de los insensatos de siempre, se sienta un delincuente cada vez que consigue sortear el ataque.

Han instalado la culpa en los ciudadanos, cuando los responsables del desmadre son los que han construido el monstruo estatal, ese defectuoso engendro que resuelve casi nada a un costo elevadísimo mientras sus operadores disfrutan de los beneficios y privilegios de ser parte del poder.

Interrumpir este abuso cotidiano depende de muchos factores. El primero de ellos es entender realmente lo que ocurre, comprender los mecanismos, para luego identificar a los "malos de la película", sin caer en la perversa trampa de asumir pecados imaginarios. Son los funcionarios estatales, los que se postulan para serlo, los que aceptan ser convocados sin que nadie los obligue a ello, los que en realidad deberían revisar sus actitudes.

Su obscena posición ya es indisimulable. Son ellos los que malgastan, los que derrochan recursos estatales. Es en ese Estado ineficiente donde reside la corrupción, que se hace cada vez más burda. Ocurre porque algunos se aprovechan mientras otros se hacen los distraídos por comodidad o cobardía, siendo funcionales a lo incorrecto y convirtiéndose en participes necesarios de delitos evidentes que merecen ser denunciados y reprobados.

A no engañarse, en este juego no hay oficialistas y opositores, no existe tal cosa como los que gobernaron antes y los que lo hacen ahora, solo se trata de la voracidad como denominador común.

Alberto Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com
@amedinamendez

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PACIANO PADRÓN, ESTE NO ES UN MAL GOBIERNO,

En efecto no lo es. Sostengo enfáticamente que esto no es un gobierno, luego no caben calificativos de bueno o malo, porque no se puede adjetivar lo que no existe. Un gobierno gobierna y lo hace para todos y con todos. Lo que tenemos frente al Estado venezolano es el cogollo de un grupo totalitario y corrupto, violador de la Constitución y los derechos humanos, que persigue como primer objetivo su permanencia en el poder a costa de lo que sea, amparados en la mentira, el abuso y el atropello, y bajo el pretexto de una revolución que no se ve por ningún lado.
        
Luego de quince años completos y continuos en el poder, con la autollamada revolución lo que estaba mal está peor y lo que bien se ha deteriorado. Durante tres lustros -década y media- se han mantenido en el poder los mismos, lo que invita a la corrupción y el desaliento. Un grupete se rota en el gobierno de una a otra posición, en un enroque permanente de mal a peor, como lo evidencia una vez más el reciente cambio de gabinete, que cambia para dejar todo igual; como ejemplo, rotaron a Ministro de Educación a un muchacho que está para ser educado,  Héctor Rodríguez no calza los puntos para ser Maestro, menos aun Ministro de Educación. El continuismo es la máxima del régimen, aferrarse al poder es su divisa, y “el poder sin la virtud es un abuso y no una facultad legítima”, como sostiene Bolívar (29-12-1816).

         Alertaba el Libertador que el pueblo puede acostumbrarse al atropello y a obedecer al déspota, quien “…se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía” (15-2-1819). El gobierno es el ejercicio de la administración pública, la que por mandado constitucional “está al servicio de los ciudadanos…con sometimiento pleno a la ley y al Derecho” (Art. 141). Esto que tenemos no es un gobierno, ni está sometido a ninguno de los ocho principios constitucionales que fundamentan la administración pública: “…honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuenta y responsabilidad en el ejercicio de la función pública”.

         Este mal llamado gobierno es la administración de la mentira, la que repetida mil veces tiende a ser verdad, ayudando en el propósito la hegemonía comunicacional que hace que lo falso se perciba como realidad, siendo la verdad verdadera que Venezuela hoy es un desastre, batimos récord en todos los males. Concluimos 2013 con la tasa inflacionaria más alta del mundo, a pesar del maquillaje de cifras de parte del Banco Central. La inflación nos arruina a todos, lo que ganamos no alcanza. No hay sueldo bueno cuando los precios de bienes y servicios suben en ascensor, y los pobres salarios remontan hasta donde pueden por la escalera.

         El desabastecimiento, producto de los más graves errores que no por falta de alerta ha cometido el régimen, es solo comparable con el de Cuba¸ el desempleo creciente deja en la calle a una inmensa masa que se empobrece y se hace víctima de todos los males.

         El crimen es el verdadero gobierno en la decaída Venezuela de hoy, como acaba de recordárnoslo el asesinado de Mónica Spear. En Venezuela gobierna el hampa y los criminales marcan la pauta. El año pasado hubo más de 24 mil asesinatos como el de Mónica, batiendo récord en el mundo. En España que es el país con menos asesinatos en Europa, hay 0,9 homicidios por cada 100 mil habitantes, en los Estados Unidos hay cuatro, mientras que en Venezuela 74, lo que nos hace ocupar el podio del crimen.

         Este no es un mal gobierno, esto es desgobierno, ineficiencia, corrupción y crimen. No sacudirnos este régimen retrógrado y totalitario -violador de democracia y libertad- es un despropósito. Arranca 2014, despertemos. Es la hora. La calle espera.

E-Mail: pacianopadron@gmail.com.
Twitter: @padronpaciano.

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EGILDO LUJAN NAVA, LA BELLEZA TEÑIDA DE SANGRE, FORMATO DEL FUTURO…

El tema de la semana -y el  que  comenzó hace ya 15 años- es el de la inseguridad. En cada uno de los últimos años, a los venezolanos se les han anunciado no menos de dos planes de seguridad cada 12 meses para combatir el delito. Y ya remonta la increíble cantidad de más de veinte. No obstante, el delito, la delincuencia y la impunidad siguen campeando descaradamente.

Se ha jugado con las cifras. El “balance” de cada Plan anunciando generalmente entre serpentinas y muchos medios de comunicación social, a decir de los voceros gubernamentales, es que “estamos reduciendo las cifras delictivas”. Pero al final de cada año, la población que vive y siente la fuerza de la violencia y del delito, deduce lo contrario: el número de asesinatos se incrementa en forma alarmante. De hecho, el 2013 cerró con más de veinticuatro mil personas asesinadas. No obstante, las autoridades aseguran que el año pasado hubo un descenso en la criminalidad.

Venezuela es ya, de hecho, uno de los países más peligrosos del mundo. Y hoy lo rubrica el doloroso e indignante crimen cometido en contra de la muy querida  Reina de Belleza y ciudadana ejemplar Mónica Spear y su esposo Thomas Berry. Es un hecho que se convirtió en noticia más allá de las fronteras nacionales. Fue reseñado con asombro a nivel mundial.

¿Por cuánto tiempo más tiene que vivir Venezuela signada por esta situación?.Ya es hora  -e indispensable- que se haga un drástico detente, un reenfoque en la manera como se que querido atacar el cuadro delictivo criollo, y plantear nuevas acciones dirigidas a hacerle frente a este grave problema social que está destruyendo vidas, desintegrando familias e imponiendo cambios en los hábitos de vida de los venezolanos, a todos los niveles. Vivir en Venezuela es hacerlo obligado bajo un toque de queda, en pánico permanente y acariciando la posibilidad de abandonar el país, cuando se pueda. Y emigrar, lamentablemente, está más asociado al miedo a perder la vida, antes, inclusive -a pesar de la también gravedad que registra la Nación en ese campo-  que lo económico.

Es una vergüenza que Venezuela sea conocida por su violencia e impunidad, pero también por ser el país con las mayores reservas probadas de hidrocarburos a nivel mundial, y, además, a decir de informes internacionales especializados en el tema, por estar  penetrado por el narcotráfico, y funcionar como un campo franco en el lavado de dinero. Adicionalmente, se exhibe ante los países vecinos del Continente  con la inflación más alta de la región, uno de los peores niveles de corrupción, una deuda interna y externa enorme y de dimensiones inimaginables, no obstante haber recibido durante la última década  ingresos superiores al billón de dólares, gracias a la venta de su petróleo a valores superiores a 100 (cien) dólares el barril.

Adicionalmente, hoy se le cita en el ámbito de los negocios globales por estarse ocupando de enfrentar el 2014 haciendo maromas operativas para poder importar casi todo lo que consume su población, ya que tampoco dispone de la cantidad suficiente de dólares para adquirir los insumos, las materias primas y ciertos bienes de capital imprescindibles para que las empresas primarias y manufactureras privadas puedan satisfacer parte de la demanda nacional. Esas empresas, es la verdad, son las que cuentan, porque las públicas no pasan de ser símbolos de la ineficiencia gerencial gubernamental, como de la osadía destructora de quienes insisten en que el Estado lo puede y debe hacer todo.

De esa misma osadía que ha hecho que sea un lujo poder adquirir papel sanitario, medicinas y cualquier alimento básico, lo cual ahora sólo es posible a partir de la obligada dedicación de horas y horas a hacer colas, prolongados recorridos entre farmacias y, en ciertos casos, someterse a las exigencias en cuanto a precios promovidos por la  “competencia” que ya han creado los administradores de las mafias dominantes del mercado negro.
      
Por esas múltiples y complejas razones, es por lo que se considera que ha llegado la hora de hacer un llamado a nivel nacional para que, haciéndose abstracción de compromisos o fidelidades ideológicas y políticas, se construya un entendimiento progresivo que concluya en la búsqueda de soluciones. Ya no se trata de chavistas o de opositores, de revolucionarios o de contrarrevolucionarios, sino de venezolanos dispuestos a impedir que la marcha nacional hacia un destino desconocido, pudiera convertirse en una causa mayor  para que emerjan soluciones al margen de la racionalidad civilizada.

¿Qué más se puede pretender para llegar a soluciones coyunturales y estructurales de largo plazo?. ¿Un combate cuerpo a cuerpo?. ¿Una guerra civil?. Luce exagerado, es verdad, pero, progresivamente, se ha ido imponiendo la convicción en la ciudadanía de que Venezuela está en el último umbral para tomar una sola y única determinación: la unidad para salvar al país del  colapso.

Sólo unidos, los venezolanos pueden reconstruir la Patria. Sólo unidos, pueden  recuperar el tiempo perdido. Sólo unidos pueden identificar y ubicar objetivamente que cuentan con todos los elementos necesarios para reconstruir el tejido social, de salud, educativo y productivo que ha sido arrasado por torpeza, egoísmo, intereses creados y la ignorancia -o minimización- del costo de los arrebatos en funciones de liderazgos mal entendidos y ejercidos.

Los venezolanos  hoy conforman un pueblo obstinado por  la violencia, el eterno avivamiento del odio, de los insultos y, sin duda alguna, dispuestos a unir esfuerzos a favor del desarrollo y del  trabajo por el bien de todos y para todos. Es la expresión y sentimiento de una sociedad  que sobrepasa la capacidad visionaria de su liderazgo, y se resiste a jugar a soluciones promovidas por tendencias interesadas no necesariamente en lo que ella requiere.

Es el momento de construir credibilidad para que esas posibilidades no sean arrastradas por la incomprensión del instante histórico. Y una manera de hacerlo pudiera ser a partir de la aceptación de una amnistía, por lo demás,  ya propuesta por casi todas las instituciones venezolanas más reconocidas; de la liberación de los presos políticos, como de la apertura de las puertas del país para que puedan regresar los compatriotas que optaron por el exilio.

Es el momento de llamar a trabajar a los mejores; de democratizar la Asamblea Nacional; de la autonomía de los poderes públicos. Pero también de iniciar una verdadera lucha contra las causas de la violencia, del  delito en todas sus variables, y  de despartidizar el Poder Judicial.

Hacerlo, sin duda alguna, haría renacer la determinación de alzar la voz a favor de un ¡Viva Venezuela¡, por encima, inclusive, de quienes hoy, desde sus diversas trincheras, prefieren medrar en el medio de los sinsabores mayoritarios, apostar por la caotización incontrolable de las realidades, y jugar a las superadas salidas históricas del Siglo XIX.

egildolujan@gmail.com

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