PEDRO CORZO |
El exilio cubano ha cumplido un rol en la lucha a favor de la
democracia en Cuba que no tiene precedentes.
Entre los factores que le confieren esa condición está la
diversidad de orígenes políticos de quienes
lo integran, la estrecha relación de los exiliados con quienes luchan al
interior de la isla, el haber organizado durante décadas congresos, protestas y manifestaciones a favor de la
libertad y la democracia y como colofón, por más de medio siglo, ha sido el principal acusador del
castrismo en foros nacionales e
internacionales.
Cierto que en principio un
exiliado es un perseguido, un opositor, un individuo que pudo ser encarcelado
por el gobierno que combatió y que se vio precisado a huir de sus país, pero es justo decir que el exilio no es
cuestión de veteranía, sino de la
conducta que se asume cuando se llega a otra nación.
No importa los años que puedan llevarse fuera del país. Hay que
estar laborando por el regreso. Dejar de trabajar por retornar a la patria,
coloca la condición de exiliado en pasado y simplemente el individuo se ha
convertido en un inmigrante.
Entre el exiliado y el inmigrante hay diferencias de causas. El
exiliado ha sido perseguido por sus
ideas o acciones de carácter político. Exiliarse nunca debe ser el objetivo de los que enfrentan una
dictadura, sino una opción para
continuar la lucha en otras latitudes.
Exilio es crisis de
conciencia, no con la nación sino con el gobierno que la conduce. El exilio,
voluntario o por destierro, es distancia, lejanía de la patria pero no del
culto. Se sigue con la casa a cuestas. En la conciencia está la memoria y el
compromiso.
Justo es recordar que en
los tiempos más oscuros del castrismo cientos de hombres partieron de playas
ajenas con las armas en las manos, a reconquistar las propias. Muchos murieron
en combate o fusilados y no faltan los desaparecidos.
Amplios sectores del exilio
en todo momento han prestado asistencia a los que han luchado en Cuba.
Primero con armas y explosivos, después con los materiales necesarios para la
acción no violenta que los opositores continúan desarrollando en la isla.
El exiliado siempre será un militante de la causa que lo llevó al
extrañamiento, nunca un individuo indiferente a lo que acontece en su país ni
que eluda los riesgos que conlleve
actuar para producir un cambio.
Hay que destacar que el exilio también ha sido el reservorio de
muchas de las mejores tradiciones cubanas. Conserva costumbres y evoca lugares
trascendentales de la historia de Cuba. El arte en todas sus manifestaciones y
la cocina se conservan en cada hogar, al igual que la mayoría de los padres
tratan de que sus hijos conserven la lengua materna.
Cierto también que algunos
exiliados pueden faltar al compromiso contraído con los ideales
defendidos. La frustración, el desencanto y haber sembrado sin frutos, puede conducir a un punto de no retorno en
que el olvido es necesario para poder seguir viviendo, un sentir valido, pero
ya no es exiliado.
El sentir del exiliado no tiene relación con la nostalgia dulce y
quieta de emigrante que puede ser
anulada con una nueva experiencia, o con el retorno temporal al lugar de
los recuerdos.
Exiliarse es una decisión política. Una resolución que se toma porque
el espacio de la persona es anulado por la acción gubernamental. La condición
de exiliado, exige pensamiento y acción en contra del gobierno que destierra,
que reprime.
El exilio ha durado tantos años que algunos lo califican de
histórico, un término válido para
representar a las decenas de miles de personas que abandonaron Cuba en su
juventud y han envejecido laborando por un retorno en libertad y democracia,
pero no resta méritos a quien arribando a otras costas en tiempos más
recientes, se suman a la digna tarea de
trabajar por el bien del país en que nacieron.
Sin embargo es justo rendir tributo a los pioneros del exilio. A
los que arribaron a cualquier país, a los que se asentaron en cualquier pueblo
que sin importar el tiempo que transcurría
ni los problemas que podían enfrentar en el país que les había acogido,
lucharon incansablemente por destruir la dictadura.
Hay muchas personas que han pasado a ser paradigmas del exilio
político cubano, pero también hay muchos héroes desconocidos que nunca deberían ser olvidados. Mujeres y hombres, abuelos, abuelas, desaparecido en su mayoría, que hubieran
deseado dejar sus huesos en la tierra en la que nacieron, que los que han
sobrevivido deberían honrar.
El exilio y la oposición interna en el presente están
enfrentando grandes retos. La
colaboración debe ser cada día mas estrecha,
defender a ultranza la independencia de acción para evitar un nuevo
Tratado de Paris.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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