ORLANDO VIERA-BLANCO |
"Extraño, por cierto, que para Luis
Vicente León y Datanálisis, Machado no exista, siendo que en todos los sondeos
figura como segunda opción política..."
Las recientes mediciones publicadas por
Datanálisis, reflejan un fenómeno muy interesante. La sociedad venezolana -a lo
menos en lo social- comienza a despolarizarse, y en lo político, va en pleno
proceso de reagrupación. Quiero detenerme en tres indicadores del
Latinobarómetro (Venezuela): Más del 80% de los venezolanos creen que vamos en
mal camino, por lo que desconfía de Maduro como gerente, 70% pide cambio antes
del 2019 y un 22% (y en picada) aprueba su gestión. Sobre la base de estos
números, Maduro comienza a ser historia. Pero, ¿lo es el chavismo?
El termómetro político afecta a Maduro y
también a la MUD. Esta instancia aparece en el último lugar de credibilidad de
la oposición, lo cual arrastra a sus integrantes, llámense PJ, AD, COPEI, BR,
Chúo, Borges, Medina, Allup o Aveledo. Por su parte, VP marca distancia con
inteligencia y sudor. Hoy nadie quiere pertenecer a esa nomenclatura (MUD) y no
por casualidad renunciaron los que se fueron, y otros se resisten a retratarse
en esa mesa. Capriles perdió su liderazgo y fue superado -largo- por el
liderazgo de López y de María Corina. Extraño, por cierto, que para Luis
Vicente León y Datanálisis, Machado no exista, siendo que en todos los sondeos
ella figura como segunda opción política del bloque opositor... Entonces
comienza a abrirse el panorama político. La opinión pública decide a quién
replegarse. La disidencia migra hacia el
eje López-Machado, porque sabe que aquella oposición vetusta, jerárquica y
carcamal (MUD), empeñada en trepar curules y contar papeletas, en un país sin
libertades ciudadanas, presos a capricho, torturados, a ritmo de 100% de
inflación, 2.000% de devaluación (en tres lustros); donde la vida no vale nada
y tomar leche es privilegio de rojos, es una oposición cómoda, estrecha y
torpe. La sociedad civil reconoce quién se ha sacrificado y quién ha sido
frontal y coherente en la ecuación riesgos-convicciones. La disidencia se
amalgama entorno a un liderazgo pleno de pasión por Venezuela y por la
libertad, no-pendiente de su propia agenda, ni de sus intereses particulares
(sillas, plata). La gente apuesta por una alternativa de oposición digna,
valiente, capaz, inspiradora. Y ya no se deja engañar por cuentos de curules,
urnas u ocupación de espacios, porque lo que está de por medio no es la
inmunidad de un adeco, un copeyano o un aurinegro, sino la vida de los
ciudadanos y el futuro de los hijos de Venezuela. En ese censo valorativo,
amigo Luis Vicente, María Corina no sólo figura en números, sino es un actor fundamental. El análisis dejó de ser cuántico, es cualitativo.
Una periodista me preguntaba si la oposición
estaba dividida. De inmediato contesté: no lo está. Por qué, replicó perpleja
la moderadora. Porque la disidencia se reagrupó y migró en torno a aquellos que
se sienten mejor representados: López, Machado y Ledezma. A partir de ahí, a
Capriles y al resto de la oposición no les queda más que plegarse a este
liderazgo y comprender su trascendencia histórica. De lo contrario, se
desvanecerán. ¿Qué pasa con Maduro? En
el chavismo ocurre algo similar. Las bases se decepcionan de su insuficiencia
para gobernar, se aburren de su badea imitación de Chávez y se cansan de sus carencias como cabeza de
"pelotón". No atrae, no agrega, no cohesiona y no garantiza. Maduro a
la par de empobrecernos a todos, horizontalizando la miseria y el caos (80% así
lo piensa), es un civil en caño oliva, que carece de autoridad en filas
esencialmente gendarmes. Ya las bases (incluso empleados públicos), no temen
expresar su descontento y voluntad de cambio. Jaua supera a Maduro en preferencia
y otro tanto busca una opción radical (entre colectivos y militares). El
descontento general favorece a López a quien han victimizado dejándole tras las
rejas y torturándole. Pero el chavismo aún no está en acabado. Saben que están
a tiempo de reaglutinar. Y en ese impostergable proceso de sobrevivir el
naufragio, el chavismo-sin-Chávez y sin Cuba, tienen que resolver qué hacer con
los Castro y con Maduro, sin descartar que para el propio Fidel, Maduro ya es
pasado.
La bajada de los precios del petróleo no es
la variable dependiente/esencial de la transición política. Es un catalizador,
un empujón. Lo clave es organizar a la oposición emergente y articular a la
sociedad civil. Si María Corina (que debe constituir su partido), VP y ABP se
unen bajo una misma línea de acción política y mantienen la protesta, llamado
internacional y concientización ciudadana y militar (soberanía, seguridad,
democracia y libertad), la transición será plausible. Incluso
transaccionalmente con el chavismo. Por lo pronto el agotamiento social y la
violencia van más rápido que el reacomodo político. La MUD fenece deshojando
listados. Maduro languidece sin dinero, ni adeptos. Sea López, Machado, Jaua o
un radical (zurdo o diestro bajo la manga), el 2015 anuncia sensible mutaciones.
Circunstancias que ya no mide Datanálisis. Circunstancias que no esperan lo
electoral. Realidades que las mide y las
cobrará el pueblo, sin medicinas, sin comida, sin pupitres, sin oportunidades y
en la calle.
Orlando Viera-Blanco.
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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