LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. |
El 17 de diciembre pasará a la historia como
una fecha emblemática en la que después de 53 años Estados Unidos y Cuba
restablecen relaciones diplomáticas. Si bien la medida se ve con inquietud,
pues a juicio de personalidades como el senador estadounidense Marco Rubio no
hubo presiones en torno a la democratización en la isla, a la proliferación de
partidos políticos y a la masificación de medios de comunicación. Los
planteamientos de Rubio hacen pensar que el levantamiento del embargo por parte
del Congreso será complicado. Cabe acotar que el embargo solo ha servido al
gobierno cubano para justificar sus fracasos y controlar.
Aunado a ello, el hecho tampoco es un
indicador de que la realidad cubana ha cambiado. Mientras existan presos
políticos, denigrantes prácticas como las de los actos de repudio, la oprobiosa
libreta de racionamiento y la imposibilidad de manifestar libremente, deberá
seguirse viendo con desconfianza al régimen cubano.
Sin embargo, el proceso de acercamiento entre
ambos países trasciende lo bilateral, pues la dinámica ha llevado a incluir en
el debate a una serie de actores que deben repensar sus posiciones ante la
inminencia como se vienen dando los sucesos.
Lo primero que debe analizarse es la
situación de los diálogos de paz colombianos que se dan en La Habana, pues la
gran mayoría de miembros de las FARC están solicitados por Estados Unidos, por
lo cual no extraña que ante un acercamiento entre ambos países, se pida la
extradición, poniendo a Cuba en el dilema de ver sí cumple con su nuevo aliado,
o por el contrario, sigue protegiendo a los guerrilleros.
Otro de los actores que queda muy mal parado
es Venezuela, país que en los últimos años ha radicalizado su retórica anti
estadounidense. Mientras el gobierno venezolano en un acto de burdo
patrioterismo ordena quemar las visas americanas, Cuba celebra la nueva etapa
de su acercamiento con su histórico enemigo.
En marzo de 2008 los medios internacionales
mostraban en la cumbre del Grupo de Río el descompuesto rostro del presidente
ecuatoriano Rafael Correa cuando en una reunión multilateral veía cómo el
presidente de Venezuela, quien había aupado el distanciamiento entre el gobierno
ecuatoriano y el de Uribe, se acercaba a saludar al gobernante colombiano.
Lo mismo parece haber ocurrido en estos
momentos cuando Cuba, demostrando que solo piensa en sí misma, quitó la
escalera de su verbo encendido, dejando agarrados de la brocha a los que hasta
hace horas reivindicaban su "arrojo y valentía" frente al presidente
Obama.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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